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Medicina occidental y alternativas: reflexiones sobre complementariedad, Apuntes de Salud Pública

Este documento reflexiona sobre la posibilidad de la complementariedad entre la medicina occidental y otras alternativas en el sistema de salud. El texto aborda la importancia de la participación de diferentes actores, como la comunidad, el sector público y privado, las universidades y las organizaciones internacionales y no gubernamentales, para lograr un sistema de salud equilibrado. Se propone la creación de espacios de encuentro y concertación, la investigación y práctica en las universidades, y la planificación y comunicación para cambiar mentalidades limitantes. Además, se discute la necesidad de incluir diferentes alternativas en las políticas públicas de salud y de garantizar la seguridad, eficacia y calidad de los servicios.

Qué aprenderás

  • ¿Qué papel desempeñan diferentes actores en el sistema de salud?
  • ¿Cómo se puede lograr la complementariedad entre la medicina occidental y otras alternativas en el sistema de salud?
  • ¿Cómo se pueden garantizar la seguridad, eficacia y calidad de los servicios en el sistema de salud?

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 15/05/2020

lpm350
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Medicina occidental y otras alternativas: ¿es posible su
complementariedad?
Reflexiones conceptuales.
Como en todo proceso de desarrollo social, en la configuración del
sistema de salud interactúan una serie de actores: la comunidad, el
sector público y el privado, las universidades, las organizaciones
internacionales y las organizaciones no gubernamentales (Carranza,
2001). Cada uno de ellos tiene características que se pueden potenciar y
complementar entre sí, siempre y cuando se tenga un propósito común,
idealmente construido con la participación de todos los actores en
igualdad de condiciones y bajo el principio de la igualdad de derechos.
En el caso de la salud, es indispensable que cada actor pueda visualizar
el sistema de salud que necesita y comparta las alternativas para
alcanzarlo, para lo cual se requiere crear:
Una masa crítica con diversos actores que de manera participativa
evalúen el sistema de salud y construyan una nueva visión compartida
de “el sistema que todos queremos” para nuestra población.
Espacios de encuentro y concertación que implican comunicación, la
cual no se limita a la información, sino que incluye participación y
comprensión (Luhmann, 1998, apud Chernilo, 1999) de esa información.
• Involucramiento de las universidades para lograr el acercamiento a las
realidades locales mediante la investigación y la práctica.
• Herramientas de planificación y comunicación y cambio de los modelos
mentales que limitan el desarrollo del sistema, como el paternalista, el
fatalista, el de inflexibilidad institucional, entre otros.
Acuerdos formales e informales entre los actores que permitan el
avance del proceso.
Estrategias de sustentabilidad de las nuevas estructuras y procesos
inducidos en el transcurso del cambio. En cada nivel, local, regional o
nacional, debe desarrollarse una visión compartida de lo que se quiere
respecto al modelo de prestación de servicios y del rol de cada actor. En
cada espacio, el análisis de los elementos que están restringiendo el
desarrollo de las decisiones es indispensable para su corrección.
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Medicina occidental y otras alternativas: ¿es posible su

complementariedad?

Reflexiones conceptuales.

Como en todo proceso de desarrollo social, en la configuración del sistema de salud interactúan una serie de actores: la comunidad, el sector público y el privado, las universidades, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales (Carranza, 2001). Cada uno de ellos tiene características que se pueden potenciar y complementar entre sí, siempre y cuando se tenga un propósito común, idealmente construido con la participación de todos los actores en igualdad de condiciones y bajo el principio de la igualdad de derechos. En el caso de la salud, es indispensable que cada actor pueda visualizar el sistema de salud que necesita y comparta las alternativas para alcanzarlo, para lo cual se requiere crear:

  • Una masa crítica con diversos actores que de manera participativa evalúen el sistema de salud y construyan una nueva visión compartida de “el sistema que todos queremos” para nuestra población.
  • Espacios de encuentro y concertación que implican comunicación, la cual no se limita a la información, sino que incluye participación y comprensión (Luhmann, 1998, apud Chernilo, 1999) de esa información.
  • Involucramiento de las universidades para lograr el acercamiento a las realidades locales mediante la investigación y la práctica.
  • Herramientas de planificación y comunicación y cambio de los modelos mentales que limitan el desarrollo del sistema, como el paternalista, el fatalista, el de inflexibilidad institucional, entre otros.
  • Acuerdos formales e informales entre los actores que permitan el avance del proceso.
  • Estrategias de sustentabilidad de las nuevas estructuras y procesos inducidos en el transcurso del cambio. En cada nivel, local, regional o nacional, debe desarrollarse una visión compartida de lo que se quiere respecto al modelo de prestación de servicios y del rol de cada actor. En cada espacio, el análisis de los elementos que están restringiendo el desarrollo de las decisiones es indispensable para su corrección.

Para estructurar una propuesta de formulación de políticas de salud desde la complementariedad, es necesario tener en cuenta:

  • El análisis de las relaciones internas y externas, es decir tener una visión sistémica “...donde cada elemento se define especialmente por su red de relaciones con todos los demás” (Martínez, 1993, apud Murcia & Jaramillo, 2001).
  • La realidad desde la perspectiva de los diferentes sujetos que recibirán el impacto de la política, ya sea por su papel de prestador de servicios o de receptor de estos. Sería incompleta una política de salud que no tomara en cuenta diferentes miradas y no incorporara las diferentes voces sobre el mismo fenómeno. No se puede ser excluyente de ninguno de los actores afectados positiva o negativamente por la política de salud. El principio de complementariedad implica que se consideren: (1) los diferentes sujetos que tengan relación con la salud (usuarios, gremios, prestadores de servicios, partidos políticos, sector privado, sector público); (2) el proceso salud/enfermedad desde diferentes ángulos geográficos e históricos; (3) los elementos del contextos interno y externo que intervienen en el proceso (epidemiológicos, políticos, ideológicos, económicos); (4) la realidad cultural, desde la confrontación entre el sujeto protagonista del fenómeno (usuarios, prestador de servicios), la interpretación del formulador de políticas y las teorías formales desarrolladas sobre el fenómeno. La complementariedad entre alternativas médicas como política pública o proyecto institucional: Es claro que las enfermedades obedecen a múltiples interacciones entre los sistemas biológicos, sicológicos, sociales y culturales, y que las interpretaciones y significados que el individuo da a los síntomas que siente están influenciados por sus experiencias sociales y culturales. Los médicos buscan una explicación orgánica de la enfermedad, basándose en el limitado enfoque biomédico. Estas frecuentes diferencias entre el modelo explicatorio médico y el del paciente hacen que el tratamiento fracase, el paciente siga sintiéndose mal y busque otras alternativas (Di Silvestre, 1998). Cada paciente y cada comunidad son únicos a pesar de compartir similitudes culturales, geográficas, económicas, epidemiológicas. Por ello, lo que es requisito de buena calidad en la atención para uno no siempre lo es para otro.
  • En el organizacional, deberán abrirse cada vez más espacios institucionales concretos en los cuales se ofrezcan diferentes MAC usualmente utilizadas en la zona, que sean evaluadas y monitoreadas en su calidad, eficacia y seguridad y vayan abriendo el camino hacia el nuevo paradigma de una sola práctica médica que integre institucionalmente las opciones que se requieran de acuerdo con la cultura y los padecimientos propios de la población a atender y ejercida por terapeutas que garanticen su idoneidad. Es indispensable en este proceso la sensibilización y capacitación del personal del sector salud para el trabajo intercultural y para la liberación de prejuicios, además de la garantía de participación de los diferentes actores en la organización consensuada de los espacios para que respondan a sus respectivas necesidades y expectativas. Esta práctica debidamente evaluada retroalimentará las políticas que a su vez legitimarán la práctica. • En el clínico o individual, las prioridades serían proveer información veraz, adecuada y suficiente a la población sobre las diferentes prácticas y sistemas médicos, como parte de la responsabilidad del Estado de garantizar el derecho a la información, y facilitar la apertura de espacios de atención públicos o privados en donde se ofrezcan alternativas, con los criterios de idoneidad y garantía arriba señalados. Mientras tanto, la utilización complementaria o alternativa de diversas prácticas y sistemas médicos, apoyada o no por políticas locales, regionales o nacionales, continúa siendo absorbida principalmente por el sector privado, ante la ausencia de políticas públicas que respondan a esta

necesidad sentida de un sector creciente de la población.

Leiny Vanessa

Perea.

Lexy Johana P.