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Una de las características principales del perfil psicológico de los alcohólicos es la inmadurez emocional. En la psicobiografía de la mayor parte de los adictos al alcohol encontramos antecedentes de rechazo afectivo, sobreprotección o responsabilidad prematura. Estas vivencias infantiles determinan un retraso en el desarrollo de su personalidad que da lugar a que este tipo de personas sean inseguras, ansiosas, egocentricas, con baja autoestima y una serie de complejos que impiden un óptimo de
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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"Con dinero y sin dinero/hago siempre lo que quiero/y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reina,/ni nadie que me comprenda,/pero sigo siendo el rey." CanciÛn popular mexicana. JosÈ Alfredo JimÈnez. Una de las caracterÌsticas principales del perfil psicolÛgico de los alcohÛlicos es la inmadurez emocional. En la psicobiografÌa de la mayor parte de los adictos al alcohol encontramos antecedentes de rechazo afectivo, sobreprotecciÛn o responsabilidad prematura. Estas vivencias infantiles determinan un retraso en el desarrollo de su personalidad que da lugar a que este tipo de personas sean inseguras, ansiosas, egocÈntricas, con baja autoestima y una serie de complejos que impiden un Ûptimo desarrollo de su personalidad. Al llegar a la adolescencia, surge una serie de fenÛmenos como la apariciÛn de los caracteres sexuales secundarios, la atracciÛn por el sexo opuesto, la necesidad de ser aceptado en su grupo de iguales, la b˙squeda de una identidad propia y una mayor presiÛn social para el cumplimiento de responsabilidades escolares, familiares y sociales. Estos futuros alcohÛlicos, al enfrentar esta serie de presiones, generan una gran angustia que les produce un intenso malestar psicolÛgico y al mismo tiempo mucha frustraciÛn al sentirse incompetentes para satisfacer esas necesidades. Pero es tambiÈn en la Època de la adolescencia cuando se tienen los primeros contactos con el alcohol. El inmaduro emocional, lleno de complejos y limitaciones en sus relaciones interpersonales, al experimentar con el alcohol, descubre una sustancia maravillosa que transforma su personalidad y lo convierte de tÌmido en audaz, de cobarde en valiente, de introvertido en extrovertido, de antip·tico en simp·tico y de lacÛnico en locuaz. Es asÌ, como este inseguro angustiado encuentra en el alcohol una muleta emocional que le ayuda a sobrecompensar sus limitaciones psicolÛgicas. De esta forma se inicia una carrera que empieza por el uso, contin˙a con el h·bito, sigue con el abuso y termina con la adicciÛn al alcohol. El alcoholismo es una enfermedad que produce un desgaste fÌsico y psicolÛgico impresionante. La principal caracterÌstica del desgaste psicolÛgico del alcohÛlico es la par·lisis de su desarrollo emocional. Es decir, un alcohÛlico activo no crece emocionalmente. Est· psicolÛgicamente atrofiado porque para enfrentar los diferentes conflictos de su vida o para evadirse de ellos, ha recurrido siempre a la muleta emocional del alcohol. Por lo tanto, en el alcohÛlico se presenta el fenÛmeno de llover sobre mojado ya que antes de empezar a beber ya presentaba serias limitaciones en el proceso de madurez de su personalidad, que eventualmente lo llevaron al desarrollo de su alcoholismo, que a su vez produjo un estancamiento en ese proceso de crecimiento emocional. Pero una vez que el alcohÛlico decide dejar de beber y alcanza la abstinencia, persiste a˙n la inmadurez emocional. La abstinencia por sÌ sola no provoca un crecimiento emocional, sino que, el alcohÛlico en recuperaciÛn una vez que ha alcanzado un tiempo razonable de abstinencia debe de empezar a trabajar en su crecimiento emocional. Por eso decimos que el alcohÛlico que deja de beber, pero que no crece emocionalmente padece del SÌndrome de la Borrachera Seca. Este primer sÌntoma de la borrachera seca constituye el n˙cleo central del sÌndrome. Los otros once sÌntomas son en cierta forma, consecuencia de una inmadurez emocional. Al inmaduro emocional le llamamos el niÒo rey porque su comportamiento es tÌpico de un individuo terriblemente egocÈntrico que exige todos los derechos del niÒo, pero que no cumple ninguna obligaciÛn del adulto. En otras palabras, cuando le conviene se comporta como niÒo y cuando le conviene se comporta como adulto autoritario.
Las principales caracterÌsticas del perfil psicolÛgico del niÒo rey son las siguientes: Infantilismo Demandancia excesiva EgoÌsmo Narcisismo Intolerancia a la frustraciÛn Caprichos Inconsistencia Inconstancia Dependencias emocionales Superficialidad ManipulaciÛn Incapacidad de aplazar satisfacciones RebeldÌa ante la autoridad Egocentrismo Irresponsabilidad Pasividad Los factores socioculturales tambiÈn han influido mucho en el desarrollo del perfil psicolÛgico del niÒo rey. El machismo, la sobreprotecciÛn maternal, los roles tradicionales de gÈnero en la familia mexicana, la sumisiÛn de la mujer, etcÈtera, han sido factores que han contribuido mucho a la configuraciÛn de este tipo de alcohÛlicos, que son psicolÛgicamente dÈbiles pero que ejercen un dominio basado en la fuerza fÌsica o en el poder econÛmico. En los hogares del niÒo rey, por lo general, la esposa o la madre son psicolÛgicamente fuertes. Para el niÒo rey la madre y la esposa son la misma cosa, pues este tipo de personas siempre buscan una esposa con caracterÌsticas muy maternales y que no sea otra cosa que la continuaciÛn de su madre. El niÒo rey domina a su esposa pero al mismo tiempo depende mucho de ella; no puede vivir sin su esposa-madre y aunque suele engaÒarla, agredirla y humillarla no puede tolerar que lo abandone o que lo ignore. Erich Fromm en su Sociopsicoan·lisis del campesino mexicano describe esta din·mica en la familia del campesino mexicano llam·ndolo el patriarcado minado, porque ese n˙cleo familiar en donde aparentemente domina el hombre, la verdaderamente fuerte es la mujer (madre o esposa), por lo que Fromm lo describiÛ como "un matriarcado disfrazado de patriarcado". La irresponsabilidad, la inconsistencia y la inconstancia son otras caracterÌsticas tÌpicas del perfil psicolÛgico del niÒo rey. Son individuos que les cuesta mucho trabajo asumir responsabilidades y tienden a evadirlas constantemente. Son inconstantes e inconsistentes porque no terminan lo que empiezan. A veces se ilusionan con un proyecto, lo empiezan con mucho entusiasmo y al poco tiempo se aburren y lo abandonan. Este tipo de personas son de impulsos cortos pues les cuesta mucho trabajo mantener una disciplina que implique perseverancia. El ser irresponsables los hace atenidos. En muchas familias de niÒo rey la esposa es quien aporta la mayor carga econÛmica. En otros casos son los padres o los hermanos quienes los mantienen. Obviamente al niÒo rey le molesta sobremanera que le impongan reglas o limitaciones. Son individuos caprichosos, cuya intolerancia a la frustraciÛn los incapacita a aplazar satisfacciones. Casi siempre se salen con la suya mediante caprichos, chantaje sentimental o manipulaciÛn. Estas caracterÌsticas los lleva a tener casi siempre conflictos con la autoridad, ll·mese padre, madre, hermanos, autoridades civiles, policÌa, mÈdico o sacerdote. Es por ello que casi siempre les gusta llevar la contraria. Son oposicionistas por naturaleza. Finalmente son individuos egoÌstas, narcisistas y egocÈntricos. Esto es consecuencia de un mecanismo de sobre compensaciÛn a sus complejos de inferioridad. Desean llamar la atenciÛn, ser el centro de atracciÛn. Les gusta ser "en las bodas la novia y en los entierros el muerto". Est·n siempre atentos a sus propias necesidades, pero poco les interesa los sentimientos o las necesidades de los dem·s. Esto provoca decepciÛn y resentimientos en las personas involucradas sentimentalmente con ellos. Muchos alcohÛlicos que han dejado de beber, que son miembros de AlcohÛlicos AnÛnimos (AA) y que ya han cumplido varios aniversarios sin recaer en el alcohol, persisten manifestando estas caracterÌsticas de personalidad. Evidentemente estas personas sufren de un SÌndrome de Borrachera Seca, pues a pesar de la abstinencia de alcohol no han trabajado en su crecimiento emocional y esto los expone o a una recaÌda o a que lleven una vida muy pobre emocionalmente, con problemas familiares crecientes y una insatisfacciÛn
El gran problema de la mentalidad del alcohÛlico es que la mentira y la deshonestidad fueron utilizadas tanto tiempo para justificar su conducta adictiva que quedÛ condicionada a su mente como un mecanismo autom·tico que le cuesta mucho trabajo manejar en la etapa de recuperaciÛn. En el proceso de recuperaciÛn del alcohÛlico (y del adicto en general) uno de los elementos que m·s trabajo le cuesta lograr al que se est· rehabilitando es recuperar la confianza de los dem·s. De hecho, uno de los objetivos claves en la rehabilitaciÛn de los adictos es recuperar la confianza de los dem·s, especialmente de sus seres queridos. Y es que, en general, los alcohÛlicos y los adictos a otras drogas se vuelven unos mentirosos consumados, profesionales del engaÒo, la mentira o, en el mejor de los casos, la verdad a medias como un instrumento para obtener la droga, disimular sus efectos o justificar el sistem·tico abandono de las responsabilidades que generan la adicciÛn al alcohol y a las drogas. La m·s peligrosa de las herramientas psicolÛgicas del adicto es la lengua. El alcohÛlico se torna un hablador profesional. Su inseguridad y sus complejos de inferioridad lo llevan a desarrollar fantasÌas compensatorias sobre su persona y su vida, fantasÌas que se convierten en mentiras que termina por creer Èl mismo. Sonia S., una alcohÛlica recuperada con seis aÒos militando en los grupos de AlcohÛlicos AnÛnimos (AA), referÌa que ella siempre se avergonzaba de su familia, por ser de condiciÛn humilde. Cuando conociÛ a su novio, que era de una posiciÛn social y econÛmica m·s alta, siempre le mintiÛ sobre su familia diciÈndole que radicaba en Estados Unidos y que ella vivÌa con unos parientes. Cada vez que tenÌa que contestar alguna pregunta que su novio le formulaba acerca de su familia, ella respondÌa con mentiras, mentiras que tenÌan que ser respaldadas por otras mentiras, hasta tejer una red de engaÒos en la que ella misma terminÛ atrapada, pues cuando decidieron formalizar los arreglos para la boda se descubriÛ toda la verdad. Tal fue la decepciÛn del novio por la actitud deshonesta de ella que cancelÛ la boda. Esta situaciÛn influyÛ para que Sonia desarrollara su alcoholismo, del que felizmente se ha recuperado, teniendo en la actualidad como principio fundamental de su recuperaciÛn decir siempre la verdad, pase lo que pase. Sin embargo, muchos alcohÛlicos y adictos en recuperaciÛn contin˙an siendo maestros de la excusa y campeones del pretexto; siguen haciendo promesas que no cumplen; presumen lo que no tienen; manipulan a los dem·s para obtener beneficios; chantajean para controlar a otros; engaÒan a sus cÛnyuges; hacen trampa; practican corruptelas; piden prestado y no pagan; venden kilos de 800 gramos; dicen que son solteros siendo casados; no respetan sus compromisos; son convenencieros y acomodaticios; no respetan la ley ni los reglamentos; no son sinceros, dicen una cosa y hacen otra y no logran recuperar la confianza de los dem·s, sobre todo la de sus seres queridos m·s cercanos. Estos alcohÛlicos en recuperaciÛn son borrachos secos que no han logrado superar su deshonestidad. A estos borrachos secos les gusta que les digan que mintieron mucho en el pasado, pero odian que les digan que siguen mintiendo a pesar de que ya no beben. Esta incapacidad de superar la deshonestidad no es m·s que un sÌntoma de inmadurez. Como dice Ann Landers: "Madurez significa confiabilidad; mantener la propia palabra, superar la crisis. Los inmaduros son maestros de la excusa, son los confusos y desorganizados, sus vidas son una mezcla de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar y buenas intenciones que nunca se convierten en realidad". O como sentencia PatrÛn Luj·n: "Ser hombre es tener verg¸enza, sentir pena de burlarse de una mujer, de abusar del dÈbil o de mentir al ingenuo". Del engaÒo al autoengaÒo Adem·s de la inmadurez, otro mecanismo psicolÛgico que determina la deshonestidad es la negaciÛn. El adicto es negador por naturaleza. No acepta su realidad: ni su realidad alcohÛlica ni su realidad no alcohÛlica. Esto puede constituir la raÌz de su tendencia a la deshonestidad. "El engaÒo a los dem·s casi siempre tiene sus raÌces en el engaÒo a nosotros mismos", sentencia el Grapevine de agosto de 1961. El alcohÛlico es una persona que vive permanentemente autoengaÒada como consecuencia de la no aceptaciÛn de su realidad, y esto lo lleva a desarrollar el mal h·bito de engaÒar a los dem·s. Pero como se cree sus propias mentiras, en ocasiones se siente vÌctima de los dem·s porque no le creen ni le tienen confianza. Otra forma de deshonestidad es la proyecciÛn. Proyectarse es ver en otras personas nuestros propios
defectos, debilidades y desviaciones. Cuando en el proceso de recuperaciÛn del alcoholismo o la drogadicciÛn se piensa m·s en los defectos de otras personas que en los propios, se est· cayendo en un mecanismo de evasiÛn de nuestra propia realidad que no es m·s que una forma de deshonestidad hacia uno mismo. Bill W. en una de sus cartas ( 1966 ) se refiere a esta forma de deshonestidad de la siguiente manera: "Esta es una forma sutil y perversa de la satisfacciÛn de sÌ mismo que nos permite seguir cÛmodamente inconscientes de nuestros defectos". Finalmente, el otro mecanismo de defensa psicolÛgico que hace del alcohÛlico el rey del pretexto es la racionalizaciÛn. El alcohÛlico y el adicto a drogas siempre racionalizaron su necesidad compulsiva de alcohol y drogas al tratar de justificar con pretextos el porquÈ consumÌan. Una vez que dejan el alcohol o las drogas siguen racionalizando alrededor de su realidad no alcohÛlica. Racionalizan sus actitudes deshonestas en su hogar o en su trabajo. Siempre encuentran un pretexto para justificar porquÈ no han cumplido una promesa o no terminaron un proyecto. Ya no beben, ya no consumen drogas, pero siguen fallando, siguen fracasando, siguen sabote·ndose el Èxito, y siempre encuentran un pretexto para salir bien librados y no aceptar su verdadera realidad. Precisamente cÛmo y cu·ndo decimos la verdad óo nos quedamos calladosó a menudo puede representar la diferencia entre la autÈntica integridad y la falta completa de Èsta. Complementamos esta idea con lo que se lee en la p·gina 68 del libro grande de los AlcohÛlicos AnÛnimos: "M·s que la mayorÌa de las personas, el alcohÛlico lleva una vida doble, tiene mucho de actor. Ante el mundo exterior representa su papel de actor. …ste es el ˙nico que le gusta que vean sus semejantes. Quiere gozar de cierta reputaciÛn, pero sabe en lo m·s Ìntimo de su ser que no se la merece". øHonestidad absoluta? Todo lo anterior no quiere decir que la ˙nica forma de no padecer de una borrachera seca sea practicar una fÈrrea, absoluta y fundamentalista honestidad. SÛlo Dios puede saber lo que es la honestidad absoluta, por lo tanto, cada uno de nosotros tiene que formarse una idea de lo que puede ser este magnÌfico ideal seg˙n su propia capacidad. En otra de sus cartas ( 1966 ) Bill W. afirma: "Falibles como somos y que seremos todos en la vida, serÌa presuntuoso creer que pudiÈramos en realidad lograr la honestidad absoluta. Lo mejor que podemos hacer es esforzarnos por mejorar la calidad de nuestra honestidad". Lo anterior constituye una caracterÌstica de la sobriedad que es el equilibrio. En la superaciÛn personal del alcohÛlico en recuperaciÛn hay que evitar los perfeccionismos y los fundamentalismos y la honestidad absoluta es, como se menciona lÌneas arriba, una cualidad exclusiva de Dios. Algunas preguntas que me ayudar· a saber si soy honesto Cada quiÈn en su interior sabe perfectamente si est· actuando con integridad en la vida, si es congruente con lo que piensa, lo que dice y lo que hace, y esgrime la verdad como herramienta fundamental de su existencia o si la mentira es una forma de h·bito existencial. Sin embargo, la mente del alcohÛlico es traicionera y lleva, con frecuencia, al autoengaÒo, por lo que, muchos alcohÛlicos en recuperaciÛn creen que son muy honestos cuando en realidad no lo son tanto. Estas cinco preguntas ayudar·n al alcohÛlico en recuperaciÛn a reconocer el grado de honestidad en su comportamiento.
El alcohÛlico (y el adicto en general) cuando inicia su proceso de recuperaciÛn se enfrenta a dos serios problemas de insanidad mental: La culpa y el resentimiento. Ambos son sentimientos disruptivos que ponen en evidencia que la persona en recuperaciÛn no ha logrado desencadenarse del pasado. No ha logrado su verdadera liberaciÛn. Sigue atrapado por los fantasmas del ayer que le impiden un correcto y adecuado manejo del presente. Es el alcohÛlico en recuperaciÛn que no ha logrado ni perdonarse (culpa) ni perdonar a los dem·s (resentimiento). La culpa ser· motivo de un an·lisis posterior dentro de los doce sÌntomas de la borrachera seca. Ahora analizaremos uno de los m·s frecuentes y que con m·s tenacidad impiden el verdadero crecimiento del adicto en recuperaciÛn: el resentimiento. El escorpiÛn, llamado tambiÈn alacr·n, es un ar·cnido de vida nocturna, que pasa el dÌa oculto bajo las piedras y por la noche sale a cazar. Su caracterÌstica m·s llamativa es el agudo aguijÛn en que termina su cola. Este aguijÛn est· provisto de una gl·ndula venenosa y cada vez que pica segrega una tÛxica ponzoÒa con la que suele destruir o daÒar a sus vÌctimas. Se dice que cuando el escorpiÛn no logra picar a su vÌctima, se clava a sÌ mismo su venenoso aguijÛn provocando su muerte. A veces los seres humanos y, en especial, los adictos en recuperaciÛn, que no han tenido la posibilidad de liberarse de sus resentimientos, se comportan de una manera similar a estos ar·cnidos y, a pesar de que est·n en abstinencia de alcohol o limpios de drogas, la persistencia de sus resentimientos los hace caer en una crÛnica amargura existencial que les impide alcanzar el estado de sobriedad. …ste es otro tipo de borracho seco a quien hemos nombrado el "escorpiÛn amargado". El resentido vaga por el mundo como escorpiÛn; envenena todo, y cuando su aguijÛn falla en su intento de agredir, se pica a sÌ mismo provocando su propia destrucciÛn. El resentimiento es un sentimiento natural. Todos lo hemos sentido. De hecho, en algunas ocasiones, el resentimiento (positivamente manejado) puede ser ˙til, por ejemplo, cuando provoca que una persona se levante y act˙e en forma positiva, sin embargo, lo que generalmente ocurre con los alcohÛlicos y adictos es que manejan el resentimiento negativamente lo cual empeora su situaciÛn. Existen muchos alcohÛlicos y adictos a drogas que, aunque ya no beben ni consumen drogas, siguen resentidos. Resentidos con la vida, resentidos con sus padres, con sus hermanos, con su exnovia, con su cÛnyuge, con alg˙n amigo o con su jefe. Y aunque est·n abstemios, el resentimiento persistente ha impedido esa liberaciÛn que les permitir· disfrutar de todas aquellas cosas agradables de la vida que generan serenidad y plenitud. En otras palabras, el resentimiento provoca amargura y la amargura impide la plenitud de vida. Resentimiento quiere decir volver a sentir. El resentido est· atrapado en ese sufrimiento psicolÛgico que provoca el rencor. El resentido sigue sintiendo esa desagradable sensaciÛn porque de alguna manera se mantiene encadenado al recuerdo. Est· atrapado. No puede salir. El resentido est· anclado en el pasado. La situaciÛn que generÛ el resentimiento queda guardada en su memoria emocional y, cada vez que evoca, en su interrelaciÛn con otras personas a lo largo de su vida situaciones semejantes, vuelve a sentir (re-sentimiento) el dolor psicolÛgico de la primera experiencia, repitiendo lo ocurrido una y otra vez en su mente. Al repetir esto durante mucho tiempo, el resentimiento se alimenta solo y el resultado es que el resentido se envuelva en la autoconmiseraciÛn. Lo anterior hace que el resentimiento se vuelva la fuerza propulsora de sus vidas; por supuesto, una fuerza propulsora muy negativa que convierte al resentido en ese escorpiÛn que va emponzoÒando a todo el que se le acerca y que finalmente termina destruido por su propio veneno. Hay resentidos famosos en la historia que hicieron de su resentimiento la fuerza propulsora de sus vidas. Tal es el caso de Adolfo Hitler, que con su resentimiento ancestral hacia los judÌos desencadenÛ el terrible holocausto, o el reciente caso del terrorista saudita Osama Bin Laden que tanta destrucciÛn provocÛ con su rencor hacia los estadounidenses. Cuando te encuentras ocupado resintiendo a alguien o algo, ese alguien o algo est· controlando tu vida en ese momento. Tu resentimiento ocupa todo tu tiempo y energÌa y no deja espacio para el desarrollo de tu salud mental y espiritual. "El resentimiento es el ofensor n˙mero uno. Destruye m·s alcohÛlicos que
cualquier otra cosa, de esto se derivan todas las formas de enfermedad espiritual..." (Libro grande de AA, p·g. 60 ). "Es evidente que una vida en la que hay resentimientos profundos sÛlo conduce a la futilidad y a la infelicidad. En el grado exacto en que permitamos que esto ocurra, malgastamos m·s horas que pudieron haber sido algo que valiera la pena" (Op. cit., p·g. 62 ). øHacia quiÈn se tienen resentimientos? Uno puede estar resentido con personas. Estas personas pueden ser miembros de la familia o individuos fuera de ella. Podemos tener resentimientos muy antiguos o m·s actuales. TambiÈn podemos estar resentidos con personas vivas o con quienes ya murieron. El resentimiento tambiÈn se puede dirigir a las instituciones: el gobierno, la policÌa, las escuelas, la iglesia, las empresas trasnacionales, el ejÈrcito, etcÈtera. TambiÈn se puede estar resentido contra ciertos principios: leyes, cÛdigos morales, los diez mandamientos, las reglas de la moda, el reglamento de tr·nsito, las obligaciones fiscales, entre otros. Es importante la identificaciÛn de los resentimientos, por ello se recomienda a todos los adictos en recuperaciÛn que hagan una lista cuidadosa de las personas, las instituciones y los principios con los que est·n resentidos. Causas del resentimiento Una vez elaborada esta lista de personas, hay que reflexionar en cada uno de ellos y analizar cu·l fue la causa del resentimiento. En muchas ocasiones, las raÌces del resentimiento son inconscientes y ciertos mecanismos de defensa psicolÛgicos impiden a la persona llegar a las verdaderas causas, por lo que en estos casos se hace necesaria la ayuda de un psicoterapeuta profesional que ayude a esclarecer los verdaderos motivos. En otros casos, la simple reflexiÛn o trabajar un cuarto y quinto paso con los compaÒeros del grupo permite conocer la causa de este dolor psicolÛgico. Por ejemplo: ”scar F., alcohÛlico en rehabilitaciÛn, mencionaba en su historial que sentÌa un gran resentimiento hacia sus padres y su hermano menor, porque cuando Èste naciÛ, lo desplazÛ de su posiciÛn de hijo consentido, lo que le hizo bajar su autoestima, posteriormente, el hermano menor fue m·s afortunado en sus estudios y con las mujeres, lo que agudizÛ los complejos y el resentimiento de ”scar. (resentimiento contra personas). Alfonso P. mencionaba sentirse muy resentido con la policÌa, porque en una ocasiÛn lo acusaron injustamente, lo ridiculizaron y lo amenazaron con encarcelarlo, por lo que tuvo que darles dinero para que lo soltaran. A raÌz de esa experiencia, Alfonso no solamente odia a la policÌa sino a toda persona que represente autoridad (resentimiento contra instituciones). Alicia Z. comedora compulsiva y con muchos sentimientos de minusvalÌa y baja autoestima por ser obesa, sentÌa una gran animadversiÛn contra todo lo que fuera reglas de la moda, culto al cuerpo esbelto o prendas de vestir femeninas que exaltaran la figura delgada. Inclusive sentÌa antipatÌa por actrices o cantantes de moda que eran admiradas por su buen cuerpo (resentimiento contra principios). El que est· resentido contra instituciones o principios, hostiliza a las personas que representan, simbolizan o simplemente los asocia con tales instituciones o principios. Reflexionar sobre los resentimientos, hablar sobre ellos, analizarlos, asociarlos con otros fenÛmenos emocionales e investigar sobre sus posibles causas, permitir· descubrir muchos factores irracionales que giran en torno a ellos. Este es un buen principio para empezar a superarlos. øQuÈ afecta mi resentimiento? El resentimiento no es m·s que una forma de enojo, porque algo o alguien est· amenazando las necesidades instintivas de pertenencia y aceptaciÛn social (autoestima, orgullo y relaciones interpersonales positivas), de seguridad (emocional y material), de relaciones sexuales asÌ como de las ambiciones en general (sexo, poder y prestigio). Es muy importante que quien trabaje en sus resentimientos logre conectar con quiÈn est· resentido, la causa del resentimiento y las necesidades instintivas que estÈn amenazadas por la causa del resentimiento. Por ejemplo, en el caso de ”scar F, Èl se sentÌa resentido con su hermano menor porque por su causa sus padres lo relegaron (al menos, Èsta es su vivencia subjetiva). Al sentirse rechazado y falto de afecto, sintiÛ seriamente amenazadas sus necesidades instintivas de autoestima, orgullo y relaciones personales positivas. El mal manejo del resentimiento Generalmente, el resentido maneja inadecuadamente sus sentimientos hostiles y, casi siempre, este mal manejo lleva a empeorar su situaciÛn.
El adicto ha sido desde siempre una persona seÒalada, acusada, humillada y avergonzada tan constante e intensamente que ha desarrollado un reflejo condicionado en torno a la culpa. Pero lo m·s terrible del caso es que su m·s implacable acusador resulta ser Èl mismo. Es bien sabido, que el alcoholismo y la drogadicciÛn durante muchos siglos fueron considerados un grave problema de moral. Un vicio. Hasta nuestros dÌas, todavÌa muchas personas, incluyendo mÈdicos, sacerdotes y maestros, siguen pensando que aquel que desarrolla cualquier tipo de adicciÛn, es un vicioso que tiene que ser estigmatizado y expulsado por la sociedad. TodavÌa se sigue utilizando la expresiÛn Ya agarrÛ el vicio para referirse al desarrollo de una adicciÛn a cualquier sustancia adictiva. Recuerden los tÈrminos que utilizan los padres para dirigirse a sus hijos que han sido sorprendidos en el consumo de drogas: °Eres un vicioso! °Un degenerado! °No eres digno de llevar nuestro apellido! Y quien sabe cu·ntas cosas m·s. O cÛmo se expresan los familiares de los alcohÛlicos: °Eres un sucio y desgraciado borracho! °Eres un pobre diablo! °Eres un mediocre bueno para nada! La culpa genera verg¸enza. Los alcohÛlicos y los adictos a otras drogas siempre han estado girando alrededor de la culpa y la verg¸enza. Los adictos siempre han sido objetos de la verg¸enza de los dem·s. La familia del alcohÛlico se averg¸enza de Èl. No se habla del problema en p˙blico, pero en privado siempre lo est·n agrediendo y humillando. Los hijos del alcohÛlico no quieren llevar a sus amigos a la casa pues sienten verg¸enza de su padre. Los padres de los consumidores de drogas ilegales no quieren hablar del problema y se convierte en un secreto y en un tab˙. Los propios adictos no quieren aceptar que tienen un problema, pues aceptarlo serÌa reconocer que tienen un horrible vicio. En otras palabras, el alcohÛlico y el adicto a drogas se averg¸enzan de sÌ mismos. Una gran cantidad de conductas que manifiestan los alcohÛlicos o los adictos durante su etapa de actividad generan culpa y verg¸enza: los insultos a la esposa, la agresiÛn a los hijos, aquel accidente automovilÌstico donde hubo lesionados y se tuvo que pagar mucho dinero, el empleo que se perdiÛ, las deudas, los engaÒos, las mentiras descubiertas, la expulsiÛn de la escuela, la detenciÛn en la c·rcel por posesiÛn de drogas, etcÈtera. Todo lo anterior va provocando que el adicto se vaya desprestigiando. Va adquiriendo mala fama. Nadie confÌa en Èl. Este desprestigio, esta desconfianza, esta permanente estigmatizaciÛn familiar y social va creando en Èl, un intenso y permanente sentimiento de culpa y de verg¸enza que se va convirtiendo en un lastre que dÌa con dÌa pesa mas sobre su conciencia. Y aunque en tÈrminos generales, el alcohÛlico y el adicto a las drogas, son unos rebeldes y subversivos a las normas sociales y aparentemente rechazan los seÒalamientos y las condenas de los dem·s y, hasta en ocasiones asumen una actitud de cinismo y descaro, en el fondo de su ser son ellos mismos los que m·s se autocondenan, los que m·s se rechazan y se odian a sÌ mismos y los que m·s necesidad neurÛtica tienen de autocastigarse. El saboteo al Èxito y el no me lo merezco Un miembro de AA repetÌa en su catarsis de tribuna una y otra vez: ìLa cruda fÌsica es lo que menos duele, pero la cruda moral es un sufrimiento insoportable, es un tormento intolerable que hace que te odies mas a ti mismo, que vayas perdiendo gradualmente tu autoestima y que te sientas el peor de los humanos, el m·s detestable. Te sientes algo peor que basura, un detestable escupitajoî. La culpa genera verg¸enza, la verg¸enza provoca autodevaluaciÛn y minusvalÌa, todo esto da lugar a un sentimiento de autorechazo y odio a sÌ mismo lo cual produce una necesidad neurÛtica de expiaciÛn. Cuando el alcohÛlico o el adicto a drogas se derrotan a sÌ mismos y toman la decisiÛn de la abstinencia y en esos momentos se incorporan a un grupo de autoayuda o acuden con un profesional, llegan con ese terrible lastre de culpa, verg¸enza, odio y rechazo hacia sÌ mismos lo cual les impedir· alcanzar la sobriedad. Por esa razÛn, el permanente sentimiento de culpabilidad, la autodevaluaciÛn, la minusvalÌa y la tendencia al autocastigo constituyen uno de los principales y m·s frecuentes sÌntomas generadores de Borrachera seca. øCÛmo se manifiesta la necesidad neurÛtica de expiaciÛn? La respuesta se puede dar en dos tÈrminos muy sencillos: el saboteo al Èxito y el no me lo merezco. Como en el adicto, el sentimiento de culpa se ha vuelto un reflejo condicionado ante cualquier conducta que desarrolle, va navegando por la vida con bandera de culpable. Y aunque conscientemente se quiere recuperar y desea triunfar en todas las ·reas de su vida, inconscientemente se sabotea el triunfo, pues su necesidad neurÛtica de expiaciÛn lo lleva a una oculta convicciÛn de que no merece el Èxito, que no merece la felicidad, que la mejor forma de castigar todas sus faltas es fracasando sistem·ticamente en todos sus
intentos de superaciÛn y quedarse en una condiciÛn de perdedor permanente hasta que sea purificado de sus culpas. Y lo m·s terrible del caso es que muchos alcohÛlicos o adictos a drogas que logran una abstinencia prolongada son perdonados por sus seres queridos, por sus amigos, por su jefe, por sus compaÒeros de trabajo, por su pareja. Desde luego que tambiÈn son perdonados por Dios (o su Poder Superior) porque ellos mismos en sus oraciones asÌ lo han pedido. Pero no han logrado perdonarse a ellos mismos. Resulta que, para la sentencia el juez m·s implacable del adicto es el propio adicto y, para el castigo, el verdugo m·s implacable del adicto, sea tambiÈn el propio adicto. Ante la ausencia de perdÛn a sÌ mismo va a ser imposible alcanzar la sobriedad. Mientras no suelte el lastre de la culpa, el adicto en recuperaciÛn no podr· avanzar en la vida. Sigue atado al pasado, atado a sus culpas, contin˙a sintiÈndose avergonzado y menos que los dem·s y todo esto le impedir· triunfar en la vida, ser· un formidable obst·culo para que alcance las metas por las cuales decidiÛ dejar el alcohol y/o las drogas y permanecer· en un estado de mediocridad y estancamiento permanentes. Culpa, resentimiento, amargura, depresiÛn y baja autoestima La culpa va muy ligada al resentimiento. Casi todos los que no se han logrado liberar de sus resentimientos tampoco se han podido liberar de la culpa. Es un ancla atorada en el pasado. Todo resentimiento lleva implÌcito algo de culpa y toda culpa lleva implÌcita algo de resentimiento. El culpable y el resentido ni se perdonan ni tampoco han perdonado. Por eso, la fÛrmula m·s recomendada para superar estos dos sentimientos indeseables es: perdÛnate y perdona. Otras emociones indeseables que genera la culpa son la amargura existencial y la depresiÛn. En su permanente miedo al triunfo, el adicto se sabotea a sÌ mismo, lo que lo lleva a continuos fracasos existenciales, y como ese saboteo al Èxito opera desde el inconsciente, el adicto en recuperaciÛn empieza a buscar culpables fuera de Èl y, por lo tanto, se siente vÌctima y se resiente contra los dem·s, esto lo lleva, no solamente a reforzar sus resentimientos y a intensificar su papel de vÌctima, sino que adem·s se ahoga en la amargura existencial. Toda esta situaciÛn, cuando se torna crÛnica lo hace caer en una depresiÛn que tiende a exacerbar la culpa. No se olvide que uno de los sÌntomas de la depresiÛn es una percepciÛn distorsionada y exagerada de ciertos actos que generan un desproporcionado sentimiento de culpa. La depresiÛn provoca apatÌa y estancamiento, aumenta la inseguridad y la baja autoestima y el adicto en recuperaciÛn cae en un cÌrculo vicioso que es culpa-verg¸enza-autodevaluaciÛn-necesidad neurÛtica de expiaciÛn-amargura- depresiÛn-apatÌa e inmovilidad-fracaso-m·s culpa. Algunas preguntas para evitar culpas injustificadas Ya vimos como la culpa aumenta la baja autoestima. Si el adicto ya se sentÌa menos que los dem·s antes de empezar a consumir alcohol o drogas y durante su adicciÛn esta baja autoestima todavÌa se hizo m·s intensa, al dejar el alcohol y/o las drogas, el adicto debe tomar la determinaciÛn de liberarse de sus culpas. øCÛmo se logra esto? ìAdquiriendo un concepto de nosotros mismos m·s fuerte y positivo y mantenerlo m·s all· de nuestra pericia o falta de ella en cualquier ·mbito particular, y m·s all· de la aprobaciÛn o desaprobaciÛn de cualquier otra personaî (Nathaniel Branden: Como mejorar su autoestima, PaidÛs, 1995 ). Y es que las personas culpÌgenas, con baja autoestima, generalmente son muy estrictas cuando emiten un juicio en relaciÛn con sus conductas que les generan culpa (los adictos, en general, son muy perfeccionistas). Para evitar este mal juicio, la persona debe evaluar su conducta lo m·s objetivamente posible, ser tolerante, comprensivo y benÈvolo con Èl mismo para evitar un veredicto injusto, que lo lleve a autocondenarse y, consecuentemente, a autocastigarse. El ya mencionado Branden sugiere que la persona eval˙e objetivamente su conducta haciÈndose las siguientes preguntas: øSeg˙n los par·metros de quiÈn juzga usted su conducta: los suyos o los de otra persona? øTrata usted de comprender por quÈ actuÛ como lo hizo? øConsidera las circunstancias, el contexto, las opciones que, seg˙n usted percibiÛ, estaban a su disposiciÛn en ese momento? øEval˙a usted su conducta como si fuera la de otro? øIdentifica las ·reas o circunstancias especÌficas en las que tiene lugar su conducta, o generaliza en exceso y dice: ìLo ignoroî cuando en realidad ignore un tema particular pero conozca bien muchos otros temas? øO dice: ìSoy dÈbilî, cuando en realidad puede faltarle coraje o fuerza en una esfera particular pero no en otras? Si lamenta sus acciones, øtrata de aprender de ellas, para que en su conducta futura no repita las mismas equivocaciones? øO simplemente sufre por el pasado y sigue pasivamente atado a patrones de conducta que sabe inadecuados?
adictiva y lograr· reconciliarse consigo mismo y con los dem·s. Con lo anterior demostramos dos fenÛmenos: la persistencia de la culpa lleva a la persona a un cÌrculo vicioso que lo har· desembocar en mayor culpa, en cambio la aceptaciÛn (tanto de la adicciÛn como de la neurosis) har· que la persona desarrolle una responsabilidad persistente que lo llevar· a un cÌrculo virtuoso caracterizado por aceptaciÛn, perdÛn, responsabilidad, acciÛn y crecimiento emocional progresivo que le permitir·n alcanzar la sobriedad. Perdonar y perdonarse Una vez que el adicto en recuperaciÛn logre romper el cÌrculo vicioso y se introduzca al cÌrculo virtuoso podr· iniciar un promisorio viaje hacia la sobriedad. Cambiar una actitud de culpa por otra de responsabilidad podr· permitirle que pueda ejecutar la tarea del autoperdÛn. De acuerdo a lo postulado por Branden, el autoperdÛn implica las siguientes condiciones: Reconocer (hacer real ante nosotros mismos, en lugar de negar o ignorar) que somos nosotros los que hemos realizado esa acciÛn particular. Si otra persona ha sido herida por nuestra acciÛn, es reconocer explÌcitamente ante esa persona (o personas) el daÒo que hemos hecho y transmitir nuestra comprensiÛn de las consecuencias de nuestra conducta suponiendo que ello sea posible. Realizar todas las acciones a nuestro alcance que puedan enmendar o minimizar el daÒo que hemos causado (pagar deudas, retractarse de una mentira, etcÈtera.) Comprometernos firmemente a comportarnos de una manera diferente en el futuro, porque sin un cambio de conducta recrearemos continuamente la desconfianza. Estar dispuestos a explorar las razones por las cuales se cometiÛ dicha acciÛn (la que generÛ culpa). Si evadimos eso, no nos liberaremos de la culpa y es muy probable que repitamos el patrÛn de conducta inadecuado. Ya logrado el autoperdÛn, se adoptar· una actitud de responsabilidad ante propia conducta y se asumir· la consecuencia de la misma. AquÌ ya no tenemos que buscar culpables y, autom·ticamente, dejamos de jugar el papel de vÌctimas de los dem·s. En ese momento queda abierto el campo para enfrentar, aceptar y superar nuestros resentimientos ya que, lo verdaderamente difÌcil es el autoperdÛn y habiÈndonos perdonado a nosotros mismos es mucho m·s sencillo perdonar a los dem·s. Si aprendemos a comprendernos y perdonarnos, siendo benevolentes y autocompasivos con nosotros mismos, nuestra conducta tender· a mejorar y nuestro crecimiento emocional se superar·; en cambio, si continuamos autoflagel·ndonos y conden·ndonos, nuestra conducta, como nuestra autoestima tiende a empeorar. ìLa culpabilidad es de hecho el reverso de la medalla del orgullo. La culpabilidad lleva a la autodestrucciÛn, el orgullo a la destrucciÛn de otrosî. (Bill W, en Grapevine).
Algunos alcohÛlicos tienen una enorme necesidad neurÛtica de compensar un sentimiento de inferioridad y minusvalÌa que los conduce a una conducta de querer llamar la atenciÛn, es por ello que buscan el efecto del alcohol para convertirse en sujetos presumidos, jactanciosos, exhibicionistas y fanfarrones. Cuando dejan de beber y persiste el complejo de inferioridad, se vuelven narcisistas, soberbios y omnipotentes, sÌntomas tÌpicos de borrachera seca. Una de las caracterÌsticas psicolÛgicas que con m·s frecuencia se presenta en la estructura de personalidad del adicto es el llamado complejo de inferioridad o minusvalÌa. Este consiste en un persistente sentimiento de sentirse menos que los dem·s. La minusvalÌa es el resultado de experiencias desafortunadas en los primeros aÒos de vida, donde las necesidades de afecto y aceptaciÛn no fueron satisfechas adecuadamente provocando una falta de autoafirmaciÛn en sus cualidades y potencialidades, dando lugar a una persistente inseguridad y falta de confianza en sÌ mismo. Todo lo anterior provoca un evidente desequilibrio en la vida del individuo quien, inconscientemente, trata de compensar sus situaciÛn para recuperar el equilibrio perdido. Este fenÛmeno recibe el nombre de sobrecompensaciÛn y es un mecanismo de defensa psicolÛgico de la personalidad. La ley del todo o nada: el extremista Las personas que utilizan la sobrecompensaciÛn tienden a ubicarse en el otro extremo. Son extremistas. Esta es una caracterÌstica tÌpica del adicto y, en especial, del alcohÛlico. Por ejemplo: Muchos alcohÛlicos son tÌmidos e introvertidos, pero despuÈs de consumir tres o cuatro tragos de licor se vuelven atrevidos, locuaces y extrovertidos. Es decir, transitan de un extremo al otro y, para lograrlo, utilizan el alcohol como una muleta emocional. El cobarde se vuelve valiente, el tÌmido, audaz, el que siempre es callado e inexpresivo se torna hablantÌn y se atreve a decir lo que verdaderamente siente y piensa (Solo los borrachos y los niÒos dicen la verdad); el que es inhibido con el sexo opuesto se torna desinhibido y hasta atrevido, y aquel que se habÌa callado sus resentimientos y por temor no los habÌa expresado, con unos tragos de m·s, los grita a voz en cuello en la propia cara de la persona a la que, estando sobrio, no se habÌa atrevido a decÌrselo. Se van de un extremo a otro, les cuesta trabajo situarse en el justo medio. A propÛsito de esta tendencia a la sobrecompensaciÛn y a ser extremistas, Bill W., el co-fundador de AA, refiere en su libro AA llega a su mayorÌa de edad, (pp. 55 - 56 ) lo siguiente: "En mi adolescencia tenÌa que ser atleta porque no era atleta. TenÌa que llegar a ser m˙sico porque no podÌa entonar la m·s simple melodÌa. TenÌa que ser el presidente de mi clase en la escuela. TenÌa que ser el primero en todo porque en mi perverso corazÛn me sentÌa la m·s insignificante de las criaturas de Dios. Yo no podÌa aceptar esta profunda sensaciÛn de inferioridad, y por lo tanto logrÈ convertirme en capit·n del equipo de bÈisbol y aprendÌ a tocar el violÌn. Esta exigencia de todo o nada fue lo que m·s tarde me destrozÛ". En la experiencia anterior referida por Bill W. Se puede apreciar cÛmo esa profunda sensaciÛn de inferioridad que describe el co-fundador de AA lo lleva a ser un individuo extremista, desarrollando esa exigencia neurÛtica del todo o nada. El egocÈntrico: de la histeria a la paranoia El egocentrismo es la necesidad neurÛtica de ser siempre el centro de atracciÛn. La necesidad de ser admirados y aplaudidos por los dem·s. Siempre quieren tener la razÛn y no saben escuchar al otro. Evidentemente una necesidad enferma, consecuencia de su temor a no ser aceptados, a ser rechazados por los dem·s, de no ser tomados en cuenta. El ser egocÈntrico no es m·s que una consecuencia de esta sobrecompensaciÛn al complejo de inferioridad. Por eso, la necesidad de destacar en todo, de ser siempre el primero, de llamar la atenciÛn o, en otras palabras, la necesidad de ser en las bodas la novia y en los entierros el muerto. La psiquiatrÌa define el egocentrismo como una disposiciÛn mental que mueve a los individuos a referirlo todo a ellos, y a no abordar los problemas que se les plantean sino desde su punto de vista estrictamente personal, con menosprecio de los intereses vecinos o del interÈs general. Estos sujetos carecen totalmente de sentido altruista. Tal sentimiento se encuentra bastante a menudo como simple egoÌsmo, pero tambiÈn puede revestir formas insÛlitas, y a veces patolÛgicas y peligrosas. Por eso conviene recordar algunos aspectos psiqui·tricos de esta inclinaciÛn del ·nimo. En grado menor (y aquÌ se encuentran incluidos una buena parte de los adictos) este egocentrismo se manifiesta en dÈbiles, vanidosos, desequilibrados, mitÛmanos, habladores o fanfarrones. Ciertos histÈricos
mismo tiempo, van desarrollando una creciente incapacidad para la autocrÌtica y se sienten agredidos cuando alguien los critica, los corrige, los descubre o les dice sus verdades. Convertirse en el inspector de la conducta de los dem·s no es m·s que un mecanismo de evasiÛn de la realidad: "Prefiero juzgar y condenar la conducta de otros que la mÌa propia". Este mecanismo de negociaciÛn de las propias debilidades es progresivo y hace caer a la persona en lo que se llama la autosuficiencia neurÛtica. Este fenÛmeno provoca que este tipo de adictos en recuperaciÛn crea que no necesita ayuda de nadie m·s que de ellos mismos. Rechazan cualquier tipo de ayuda. A ning˙n compaÒero de su grupo lo consideran suficientemente preparado para que sea su padrino y prefieren no tener ninguno. A los sacerdotes los considera demasiado alejados de la realidad terrenal para poder ayudarlos. A los mÈdicos y, especialmente a los psiquiatras, los califica de ignorantes en lo que concierne al alcoholismo y las adicciones, y de no saber nada del programa de AA y, por tanto, tambiÈn rechazan su ayuda. Esta autosuficiencia neurÛtica los lleva a la soberbia, a la hipocresÌa, a proyectar una imagen falsa de si mismos y a convertirse en "farol de la calle y oscuridad de sus casa". La autosuficiencia neurÛtica es una forma de soberbia intelectual que encubre un gran miedo a enfrentarse a uno mismo. AsÌ como cuando al alcohÛlico activo se le invitaba a un grupo de AA y no querÌa ir, la respuesta invariable siempre era: "No, muchas gracias, yo sÈ que cuando decida dejar de beber, lo podrÈ hacer sÛlo". Esta es una forma de autosuficiencia neurÛtica con relaciÛn a su realidad alcohÛlica. Sin embargo, cuando finalmente se acepta la derrota y se admite un tratamiento, y se logra dejar el alcohol y/o las drogas, las persona contin˙a con esa autosuficiencia neurÛtica, pero ahora en relaciÛn con su realidad no alcohÛlica, porque, como mencion·bamos p·rrafos arriba, tiene mucho temor de enfrentar su verdadera realidad que no acepta, porque se aleja mucho de lo que Èl, por mecanismos sobrecompensatorios, cree de si mismo. Este temor que el alcohÛlico tiene de enfrentarse a sÌ mismo tiene tambiÈn su origen en la infancia ya que, seguramente, vivieron cosas temibles, pasmosas, dolorosas y frustrantes que forzaron a emplear mecanismos defensivos de represiÛn emocional como un medio de hacer la vida m·s tolerable. De esta manera, el futuro adicto va aprendiendo con demasiada rapidez a evadir estas pesadillas existenciales. Para poder sobrevivir se habit˙an a hacerse los indiferentes a este tipo de realidades dolorosas, revistiÈndose de un escudo de negaciÛn para evitar el dolor psicolÛgico de su propia realidad que, desde luego, no aceptan. Orgullo, soberbia y omnipotencia Dice Bill W. que el defecto de car·cter que encabeza a todos es el orgullo. El orgullo general la soberbia y la soberbia desemboca en la omnipotencia. Estos tres rasgos de conducta son, sin duda los que mayormente agobian al adicto en recuperaciÛn y constituyen un formidable obst·culo para alcanzar la sobriedad. El orgullo, desviaciÛn instintiva del sentimiento de la personalidad, consiste en la sobreestimaciÛn por el individuo de sus virtudes reales o supuestas. En el orgullo, la hipertrofia del yo persuade sinceramente al sujeto de sus derechos a la estimaciÛn y al reconocimiento de los dem·s. En el proceso de recuperaciÛn del adicto, el orgullo interfiere con una sana adaptaciÛn social. Se manifiesta habitualmente por intolerancia, tiranÌa, despotismo y abuso de autoridad en todos los terrenos de la vida (en su familia, en su trabajo y en su grupo de autoayuda). La altanerÌa y la hostilidad despectiva son las dos caracterÌsticas del orgullo que hacen del individuo que lo padece, un individuo antip·tico y odioso, aunque sea un hombre inteligente y hasta genial. Hijas del orgullo son la vanidad y la soberbia. En ellas residen el germen y el n˙cleo de la megalomanÌa, el motor primitivo de la ambiciÛn y uno de los elementos de la constituciÛn paranoica. Es un terreno de elecciÛn para el recelo, la desconfianza y las ideas de persecuciÛn. Se puede leer en el Doce y doce (p. 51 ): "La soberbia es la fuente primordial de dificultades para los seres humanos, el obst·culo principal a todo progreso. La soberbia nos induce a imponernos a nosotros, o a los dem·s, exigencias que no pueden cumplirse sin violentar o abusar de los instintos que Dios nos entregÛ. Cuando la satisfacciÛn de nuestros instintos sexuales, de seguridad y de sociedad se convierte en el objetivo primordial de nuestras vidas, aparece la soberbia para justificar nuestros excesos". Y en el mismo libro (p. 49 ) se lee la siguiente sentencia: "Quienes est·n dominados por el orgullo se ciegan, inconscientemente, a sus propios defectos. Estas personas no necesitan que se les levante el ·nimo, si no que se les ayude a descubrir una brecha por donde pueda brillar la luz de la razÛn, a travÈs de la muralla que su ego ha construido". Muchos miembros de AA, cobran un prestigio bien ganado de tener un gran conocimiento de la literatura de AA, de ser grandes oradores en la tribuna y tener un gran ascendiente sobre los nuevos miembros que llegan al grupo. Lamentablemente, si estas personas se han infectado del virus del egocentrismo, la soberbia y la omnipotencia, pueden causarle mucho daÒo al grupo pues se convierten en tiranuelos que siempre quieren tener la razÛn y se sienten agredidos y atacados cuando alguien los objeta o los contradice. Este tipo de personas suelen atacar con particular vehemencia a otros miembros del grupo que empiezan a
distinguirse entre los dem·s, pero que no piensan como ellos. TambiÈn suelen ser eternos crÌticos de personas, que sin ser miembros del grupo, tienen autoridad moral para influir en Èl, tal es el caso de sacerdotes, mÈdicos o psicÛlogos que son exhibidos por estos tiranuelos por su desconocimiento del programa u otras fallas. Esta indignaciÛn virtuosa no es m·s que una forma farisaica de manipular a los dem·s para seguir adheridos a esa necesidad neurÛtica de poder generada por omnipotencia. °Borrachera seca pura! La expresiÛn m·xima del orgullo es la omnipotencia. La omnipotencia puede ser definida como el desbordamiento de un ego hipertrofiado que engendra una deformaciÛn de espÌritu, produciendo un ser narcisista, convencido de que es el dueÒo de la verdad, que la razÛn sÛlo le pertenece a Èl que su razÛn es la ˙nica que existe en el mundo. El omnipotente crea sus propias verdades, porque no puede distinguir entre lo que es real y razonable y lo que es una falacia nacida de la sinrazÛn. El omnipotente obedece siempre a los impulsos de sus instintos y nunca a los lineamentos de su sabidurÌa, ya que la sabidurÌa, siendo un atributo de la conciencia no puede penetrar en este individuo, porque sus acciones y pensamientos solo alimentan el ego y no el espÌritu, y porque dichas acciones solo son producto de la sinrazÛn. Dignidad, amor propio y autoridad moral La contraparte del orgullo es la humildad. La humildad genera virtudes de sobriedad tales como la dignidad y el amor propio lo que lleva al desarrollo de una autoridad moral. La autoridad moral constituye la cualidad ideal del lÌder. El omnipotente ejerce una autoridad irracional, el que posee autoridad moral ejerce una autoridad racional. El omnipotente es obedecido porque se le teme, el que tiene autoridad moral es obedecido porque se le respeta. El omnipotente es arrogante, el poseedor de la autoridad moral es digno. La arrogancia es hija de la soberbia, la dignidad es hija de la humildad. El amor propio no es m·s que una forma de respeto a los propios valores y a las convicciones personales. El amor propio es sÌntoma de un alta autoestima personal. Cuando no se crece emocionalmente, los primeros Èxitos de la abstinencia pueden llevar hacia el tortuoso camino del orgullo , la soberbia y la omnipotencia. El crecimiento emocional m·s una abstinencia prolongada conducen necesariamente hacia el desarrollo del amor propio y la dignidad, lo que confiere a la persona en recuperaciÛn un alto grado de autoridad moral. Terminamos con esta frase de San AgustÌn: "Admitamos nuestras imperfecciones para que podamos empezar a crecer hacia la perfecciÛn".
La depresiÛn es la enfermedad de nuestra era; la llaman la enfermedad invisible, pues mucha gente que la ha sufrido permanentemente, jam·s se ha enterado de que padece una de las enfermedades crÛnicas m·s desgastantes e incapacitantes que existen. Alrededor de 60 % de los adictos presentan alguna forma de depresiÛn, que no se cura con la abstinencia. En este artÌculo se menciona entre otras cosas, que muchos adictos al alcohol, a la nicotina y otras drogas ilegales iniciaron su consumo para evadirse de ese sufrimiento psicolÛgico que provoca la depresiÛn. Los diferentes estudios sobre comorbilidad reportan entre 30 % y 70 % la coexistencia de adicciÛn y depresiÛn. Muchos alcohÛlicos o adictos a drogas que tienen propensiÛn a la depresiÛn, cuando finalmente dejan de consumir e inician su recuperaciÛn, tienen una alta probabilidad de presentar un episodio depresivo. Debido a que el alcohol como la mayor parte de las drogas suelen enmascarar la depresiÛn y cuando se logra la abstinencia, que obliga al adicto a enfrentar su realidad y a no evadirse de ella, se provoca un cuadro depresivo por la fuerte predisposiciÛn del paciente a esta enfermedad. La depresiÛn es un fenÛmeno emocionalmente disruptivo, un sufrimiento psicolÛgico que impide en el individuo la plenitud a pesar de la ausencia de alcohol y/o de drogas. Por tanto, la persistencia de la depresiÛn es una forma de borrachera seca. En el artÌculo se define a la depresiÛn como un estado mental caracterizado por una baja generalizada en el estado de ·nimo, asociada a una disminuciÛn y lentificaciÛn de la actividad desarrollada por la persona, asÌ como una marcada incapacidad para disfrutar las cosas de la vida, dentro de un marco de tristeza y desmotivaciÛn existencial. Se habla y se explica de las emociones con las que se pueden confundir la depresiÛn, como la tristeza y la angustia. Se proporcionan algunas cifras de la depresiÛn, seg˙n el Instituto Nacional de PsiquiatrÌa en MÈxico. Se habla de las personas en las que es m·s probable que se de este tipo de padecimiento, por ejemplo, los altos ejecutivos y empresarios, las viudas y los jubilados, niÒos y adolescentes. Se describe y explica cu·l es la depresiÛn endÛgena y cu·l es la depresiÛn reactiva, los principales aspectos neurobiolÛgicos de la depresiÛn endÛgena, los principales sÌntomas de la enfermedad represiva, las principales seÒales de la depresiÛn y como se puede tratar la gente que los padece.
La ingobernabilidad sexual y sentimental es uno de los sÌntomas de la borrachera seca que con m·s frecuencia presenta el alcohÛlico y el drogadicto en recuperaciÛn. Estas personas que ya no consumen alcohol o drogas, siguen practicando malos h·bitos en cuanto a su conducta sexual o sentimental: siguen siendo mujeriegos, llevan una doble vida, siguen atados a amores imposibles o a relaciones conflictivas con el sexo opuesto o cambian su adiciÛn al alcohol y/o a las drogas por una adicciÛn de tipo sexual que los sigue manteniendo encadenados y sin poder alcanzar esa libertad que implica la verdadera sobriedad. Los borrachos secos son vÌctimas de ciertos conflictos neurÛticos no resueltos, que los llevan hacia una vida sentimental muy conflictiva, pero sobre todo muy insatisfactoria; o han tenido traumas sexuales en su infancia o juventud que los llevan a tener m˙ltiples conflictos en su sexualidad adem·s de que tambiÈn influyen causas de tipo sociocultural ya que nuestra sociedad tiene una cultura machista, una educaciÛn inadecuada y represiva en lo que a aspectos sexuales se refiere. En el artÌculo se analizan tambiÈn los conflictos psicosexuales de los alcohÛlicos, al adicto codependiente y se explican las caracterÌsticas del misÛgino, que es un tipo de codependiente muy patolÛgico y peligroso.