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Orientación Universidad
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Taller Número biología de base 22, Resúmenes de Métodos Numéricos

Taller de Salomón Sellan numerología base 22

Tipo: Resúmenes

2017/2018
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Subido el 13/06/2023

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Dr Salomón Sellam
El Yaciente II
¡Vida bloqueada! ¿Duelo bloqueado?
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Dr Salomón Sellam

El Yaciente II

¡Vida bloqueada! ¿Duelo bloqueado?

El Yaciente II ¿Vida bloqueada? ¿Duelo bloqueado?

Desde el surgimiento, en abril del 2001 del Síndrome del Yaciente, se me propuso estudiar la dinámica de los duelos transgeneracionales, lo que me llevó, como es natural, a prolongar mi búsqueda, com o investigador clínico. Dentro el inmenso campo del Duelo en general. Una frase se repetía constantemente durante las consultas: es com o si mi vida estuviese bloqueada. Me conducía directamente hacia las memorias familiares cuyo duelo era del tipo injustificado/injustificable. Algunas veces, no había Síndrome del Yaciente, sino una historia de duelo bloqueado, a menudo simbólico. • Numerosas novedades, tanto teóricas como prácticas, siembran las páginas de este libro: las 9 etapas del camino del duelo, los aspectos cuantitativo y cualitativo del bloqueo, los aspectos cronológicos, el duelo real y simbólico, el duelo global y el duelo e specífico, el duelo tridimensional, el duelo vertical y horizontal, el duelo y las patologías, entre mucho más. En relación al Síndrome del Yaciente propiamente dicho, recordatorio teórico necesario, una presentación más detallada de la terapéutica especifica y algunos temas particulares se ven aquí desarrollados ampliamente además de los resultados obtenidos después de ocho arios, tanto de inves tigación como de práctica. Para terminar, una prevención del bloqueo del duelo finalizará esta magnífica aventura.

Nacemos todos iguales en la alegría de vivir. A menudo, nuestros duelos reales y sobre todo simbólicos nos impiden disfrutar de esta alegría con naturalidad.

9 782915 227628

ISBN 978-2-915227-62-

Prólogo

El Y aciente 1 1 ,

¡V ida b lo q u e a d a! ¿ D u e lo b lo q u e a d o?

Hace ya algunos años, varias personas me sugirieron escribir la continuación del Síndrome del Yaciente pero, para ser sincero, no me sentía verdaderamente inspirado. Efectivamente, el deseo de comunicar mis investigaciones clínicas no tiene relación alguna con el azar. Mi motivación es a menudo consecuencia de una especie de clic en la trayectoria de mi pensamiento y sobre todo se debe a un profundo deseo de compartir los resultados de mi búsqueda, a menudo contrastados directamente durante las consultas, en seminarios terapéuticos o a lo largo de mis cursos de formación que animo con regularidad en Francia y en el extranjero. Para mí, la segunda edición publicada en noviembre del 2004 seguía siendo válida sobre todo a nivel de diagnóstico y yo la juzgaba suficiente mientras los resultados clínicos se confirmaban.

He recibido, efectivamente, numerosos testimonios agradecién dome el haber escrito este libro. Así pues, ciertas curaciones hechas a raíz de su lectura me reconfortaron. Y después, poco a poco, algunas personas han venido a profundizar sus primeras compro baciones literarias sin resultado alguno: Encontré con quien estaba relacionado pero no pasó nada. El análisis de su historia me permi tió establecer progresivamente otros elementos tanto teóricos como prácticos, sobre todo a nivel terapéutico. Debo reconocerlo, este último aspecto no era más que un embrión en el libro por la buena y sencilla razón de que era suficiente para algo más de un cincuenta por ciento de los casos. Para la otra mitad, había que ir más lejos, en busca de un diagnóstico más preciso, base de un acompaña miento más adecuado. Fiel a mi costumbre, escuché y volví a

El Yaciente II

escuchar a estos pacientes siempre encadenados a pesar suyo a sus historias familiares. El tema central giraba constantemente alrededor del duelo, aquí transgeneradonal.

Nunca intenté estudiar la dinámica de ¡os duelos en particular. Se presentó a m í gracias a! Síndrome del Yaciente

De forma paralela, atendía también a unos pacientes por motivos más o menos específicos relacionados con una enfermedad, un desorden amoroso, un cuestionamiento existencíal o una vaga sensación de malestar, iba a decir ¡cómo siempre! El vínculo se estableció entre los duelos reales transgeneracionales, los duelos durante el embarazo o un gemelo desaparecido al principio del embarazo, los duelos contemporáneos y los duelos simbólicos de toda naturaleza. Para mi asombro, la terapéutica parecía la misma en todos los casos. Finalmente solo era cuestión de duelo no hecho, o bien en parte o bien bloqueado, bloqueando así sus fuerzas vitales.

Como siempre, el seguimiento de estas personas me permitió progresivamente evidenciar algunos hallazgos clínicos - lo que me gusta en particular en esta profesión. Estaba por fin en condiciones de escribir la continuación del Yaciente o más bien, escribir sobre^ r las consecuencias generales de un duelo bloqueado ya sea trans generaciona I o no, ya que la terapéutica se mostró bastante eficaz con algunas especificidades para con el Síndrome del Yaciente. Así que le dedicaré por completo el capítulo 12 del presente tomo. Expone la filosofía general del Síndrome del Yaciente, su terapéutica específica, describiendo las técnicas de ayuda propuestas en este caso preciso. Veamos ahora mi progresión por orden cronológico.

13 años de práctica diaria en el

acompañamiento del duelo > entre otras cosas

De hecho, todo empezó para mí en 1992 cuando me inscribí para obtener el diploma de la Universidad de Montpellier, titu lado: M edicina psicosom àtica y terapias de relajación y que obtuvo éxito gracias a lo siguiente.

El Yaciente II

se encontraba hoy trabada a consecuencia de un fallecim iento acontecido antes de su concepción y algunas veces, pertenecía a una historia familiar lejana. Descubría con asombro que una persona de hoy podía ser portadora de una especie de memoria familiar centrada alrededor de un duelo imposible de hacer en el momento del drama, representado por una muerte injustificada/ injustificable como la desaparición de un hijo o de un adulto joven. Dos signos clínicos aparecían a menudo testimoniando un bloqueo real ^ incluso una parada - en su camino de vida actual.

Primero la tristeza , que ya se leía en sus caras. Después, la frase siguiente: Tengo la impresión de que no estoy viviendo mi vida. En otras palabras, un duelo familiar transgeneracional bloqueado podía mantenerse mucho tiempo y hasta transmitirse más ade lante a un descendiente, mócente, claro.

Distinguía por lo tanto el duelo vertical transgeneracional del duelo horizontal contemporáneo****.

Segundo punto: aspecto cualitativo del duelo con las nueve etapas clínicas del duelo

Ante la auténtica eficacia terapéutica en numerosos casos clínicos de tal síndrome, me vi llevado a estudiar más a fondo la cuestión y a fuerza de desarrollar el tema en consultas o durante la forma ció n , pasé de las cinco etapas a nueve de ellas, cada una resumida por medio de una palabra clave: shock y negación, regateo, rabia, tristeza, explicación, comprensión, integración, soltar/aceptación/perdón y reinversión.

Tercero punto: aspecto cuantitativo del duelo

Esquemáticamente, tenemos la posibilidad de franquear progre sivam ente estas etapas para poder girar página, iniciar una nueva vida, reinvertir en la propia vida social, profesional, amistosa y afectiva. El camino no se hace de una forma lineal sino que cada etapa debe franquearse dentro de cierta proporción a lo largo de! tiem po. Así, una incomprensión puede subsistir inconsciente m ente en cierta medida, con cierta dosis de integración o de e xp lica ció n , todo ello dentro de una tristeza más o menos

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Prólogo

profunda, bajo un volcán de rabia que parecía apagado. Por lo tanto, se nos propone cuantificar nuestra propia carga emocional todavía vinculada a tal o cual frase, con el fin de encaminarnos con más seguridad y en plena conciencia hacia la salida del duelo. Con toda seguridad pueden adivinar la importancia clínica de este punto específico.

Cuarto punto: duelo global y duelo tridimensional

Descubría también en esta época que un duelo tenía a la vez una dimensión giobaI - la que conocemos todos - y tres otras facetas muy diferentes si nos molestábamos en buscarlas. En otras pala bras, había tres por el precio de una. Efectivamente, la expresión "hay que hacer el duelo de..." es por lo general e instintivamente traducida por "hay que olvidarlo por completo ", lo que es francamente imposible. He podido así determinar la existencia de tres dimensiones, partes integrantes de un mismo y único duelo: el duelo del cuerpo , el duelo emocional y el duelo del espíritu/de! recuerdo. Aquí también, este punto tiene una impor tancia teórica y terapéutica primordial en el acompañamiento y en la ayuda para franquear el paso entre las diversas etapas.

Quinto punto: los duelos durante el embarazo y la infancia (due los del Proyecto/Sentido) y la cronología del acontecimiento del drama familiar Poco después del descubrimiento del Síndrome del Yaciente, vinieron a visitarme personas que presentaban ciertos criterios específicos pertenecientes al síndrome - la tristeza sobre todo - y que a pesar de todos sus esfuerzos no podían realmente inscri birse al club de los yacientes por una razón muy simple: no exis tía defunción injustificada/injustificable acontecida antes de su concepción. Por ello, puse en evidencia una forma clínica espe cífica: los falsos yacientes.

¿Qué describían de todas formas estos signos altamente significati vos? El análisis de sus historias hacía aflorar la existencia efectiva de un duelo real pero más bien durante la gestación o muy poco tiempo después del nacimiento. En nuestra jerga, empleamos el término Proyecto/Sentido que corresponde a este período preciso.

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Prólogo

apareció y veamos ahora como se puso en evidencia el duelo específico.

Tras abandonar las técnicas de relajación durante años para dedicarme por completo a la investigación clínica en medicina psicosomática, se hizo evidente de que tenía que volver a utili zarlas como herramientas terapéuticas con el fin de facilitar la emergencia de los afectos, más o menos inhibidos en algunos pacientes, bloqueados a nivel de la expresión de sus emociones. Ante la eficacia de tal unión entre la teoría psicosomática y esta práctica, propuse a algunos de mis estudiantes el formarlos en esta nueva aproximación terapéutica. De hecho, tenían una fuerte demanda por ayudar todavía más a sus pacientes y descubrir ciertos aspectos escondidos de su funcionamiento. A llí reside todo el interés de una exploración didáctica de su propia historia.

A lo largo del último seminario dedicado por completo a los duelos reales - contemporáneos o transgeneracionales - y a los duelos simbólicos, un importante descubrimiento clínico - así lo creo - apareció ante mis ojos, partiendo de mi preocupación constante y extremada del detalle en la búsqueda del diagnóstico psicosomático lo más preciso posible. Este hallazgo justifica ampliamente la publicación del presente libro porque cada vez que lo he presentado, todo el mundo está de acuerdo sobre su importancia. Cuando una persona está de luto y se halla bloqueada en su camino como consecuencia de la pérdida de un ser querido - y eso es también válido para el caso de un duelo simbólico - no es únicamente la falta del desaparecido lo que está actualmente activo y bloqueando. A menudo, el bloqueo se mantiene activo a partir de algo mucho más preciso, muy sutil y sobre todo centrado en algo inacabado , siempre en relación con el difunto. En el duelo simbólico, es todavía peor. No es la sensación de la falta de la persona, como por ejemplo en el caso de una separación o de un divorcio, que permanece activa sino algo inacabado en la relación a menudo acompañado de rabia, de incomprensión, lo que puede manifestarse de forma socavada durante años y años. Es e l duelo específico. Lo pueden imaginar, este aspecto se desarrollará ampliamente con la ayuda de numero sos casos clínicos.

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El Yaciente II

Octavo punto: un duelo puede ocultar otro

Inmediatamente después de la publicación del Síndrome del Yaciente, vinieron a mi consulta personas con la siguiente pregunta: H e leído su libro y creo fácilmente poderm e adherir al club de los yacientes puesto que he descubierto con exactitud que estoy vinculada a mi familia pero no consigo salir adelante. Ruede que exista algo que no he captado.

Se trataba a menudo del tema hoy, clásico: un duelo oculta otro. Usted es efectivamente el o la Yaciente de tal o cual persona que ha sido perfectamente identificada gracias a los criterios X o Y pero si prestan más atención, está también vinculado a tal o cual drama. Quiero mencionar de paso que el récord del mundo lo ostenta un suizo: 11 en total. ¡Es lento, cierto, pero y no única mente porque sea suizo! De allí la necesidad de profundizar en el estudio de su propio árbol genealógico.

Noveno punto: duelo y patología

Este aspecto es muy interesante porque abre la puerta a la psico- somàtica de la cual sigo apasionado. La conclusión de todos estos años de trabajo y de investigación clínica centrados en las influencias del espíritu sobre el cuerpo, las células o las funciones fisiológicas - es la definición en sí del término psicosomàtica tal como lo concibo - pone de relieve la existencia de uno o varios duelos bloqueados, reales o simbólicos, todavía activos y que están en el origen del desbordamiento de nuestros propios umbrales psíquicos de tolerancia. Les remito a todos los libros de la Enciclopedia Bérangel sobre los estados anímicos en el origen de nuestras enfermedades. Claro que apreciaremos unos cuantos ejemplos.

Hoy día, en 2009, esta pregunta sigue siendo de actualidad y permanecerá así y siempre puesto que la cuestión del duelo es primordial en la práctica psicosomàtica cotidiana. El objetivo del presente libro es el de presentarles estos nueve puntos, todas estas ideas nuevas y antiguas con el fin de ayudar al lector a recorrer su cam ino con más conciencia, a hacerle beneficiario de la práctica de un humilde médico al servicio del Otro cuando su

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Capítulo I

Las nueve etapas clínicas

de un duelo real

Ante el anuncio de una defunción, reaccionamos de manera distinta en función de nuestra edad, sexo, sensibilidad, tempera mento, fuerza vital interna, de nuestra cultura y de la naturaleza misma del drama. Esta defunción puede haber sido prevista o considerada como en el caso de una persona mayor o enferma, deseada y deseable como en el caso de un enfermo aquejado de un gran dolor físico o bien inconcebible y brutal como la que acontece en un accidente, un suicidio o una enfermedad aguda. I I rol del entorno general y en particular familiar y de amistades, tiene también una gran importancia.

La palabra duelo posee varias definiciones.

/ .i prim era , más conocida, describe la noción de tristeza causada por una muerte, una desgracia, un infortunio, un pesar ; una pena o una pérdida definitiva.

La segunda describe las manifestaciones individuales, familiares, sociales, religiosas representadas por el acontecimiento brusco que es la desaparición de un ser querido. Conocen ciertamente la expresión duelo nacional por ejemplo.

La tercera hace extensiva esta noción primera de duelo simbólico a consecuencia de una pérdida tanto física como sim bólica: juventud, trabajo, reconocimiento, amor, etc.

La cuarta , para terminar, pertenece más bien al aspecto psicoló gico y define las reacciones psíquicas que sobrevienen después

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Las nueve etapas clínicas de un duelo real

Observación 2: todo ello es válido para un duelo rea l- después de un fallecimiento - y también por igual en el caso de un duelo simbólico - sin fallecimiento.

Observación 3; Este camino no es lineal. No se termina una etapa para pasar directamente a otra como en el caso de un rally. La persona avanza a su propio ritmo y no se le prohíbe, en absoluto, volver a una etapa anterior si le es necesario.

Ol>servación 4: Ciertas etapas se efectúan sin demasiadas dificultades y otras tomarán más tiempo. Algunas veces la persona se ve frenada, Incluso bloqueada y no puede adelantar. Este bloqueo puede ser con- c ¡ente como en la tristeza - depresión de reacción instalada - pero también puede verse inhibido y aparecer bajo formas diversas en la vida diaria y en el curso de unos episodios sin relación alguna con el duelo en sí - ver más adelante los bloqueos en la etapa de la rabia.

Observación 5: El tiempo del recorrido es muy variable, en función de varios criterios entre los cuales el más importante es el tema de las defunciones admitidas y las no admitidas. Conse cuentemente, el duelo por la pérdida de un tatarabuelo, por ejem plo, que por lo general hemos conocido muy poco, es relativamente corto. En cambio, el que concierne a un niño es muy largo y muy difícil de hacer en su totalidad, aunque exista una reinversión real en la vida. Lo clásico, en esta última etapa, es que podría durar entre dieciocho meses a dos años. En caso contrario, debería considerarse un acompañamiento terapéutico.

Observación 6: este camino puede recorrerse solo en ciertos casos. En otros, se nos aconseja encarecidamente sobre todo al principio, estar acompañados por un profesional quien ejercerá su primer y noble rol de apoyo psicológico****.

( )bservación 7: e/ final de un duelo no puede precisarse de forma ( orrccta. Es el paciente el que lo determinará en función de sus »('sentidos. La señal del final de un duelo es la reinversión en la vida diaria, familiar, profesional, afectiva y social. Por otra parte no está prohibido llorar o tratar de entender, aún años después

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El Vacíenle II

del drama. En otras palabras, un duelo no se acaba nunca completamente y si subsiste un débil porcentaje de actividad, por lo general no es notable.

Veamos ahora estas nueve etapas en detalle y para más claridad en su exposición, no trataremos el duelo simbólico que desarro llaremos más adelante.

Las nueve etapas del camino del duelo

Pasar de cinco a nueve etapas no era mi principal preocupación. En cambio se impusieron a mí, a medida que avanzaba en mis constataciones clínicas. Para estar todavía más de acuerdo con la realidad de la consulta diaria, en el Síndrome del Yaciente solo se encontraban ocho de ellas. Así que me vi obligado a añadir la novena recientemente - la integración - del todo determinante e incluso fundamental desde el punto de vista terapéutico.

Al inicio estas nueve etapas describen un camino totalmente teórico, válido tanto para un duelo real como simbólico. Para adentrarnos en el tema, les propongo estudiar la dinámica de un duelo real a consecuencia de un drama familiar: el fallecimiento de un ser querido. Para ello veremos dos ejemplos opuestos: la defunción admitida por la familia y el fallecimiento inadmisible para la familia y las personas cercanas.

Ejemplo de una defunción admitida: la muerte natural de Etienne, un abuelo de 92 años.

Ejemplo de defunción inadmisible: la muerte de Damien, un joven de 18 años en un banal accidente de circulación.

Veamos estas nueve etapas en detalle primero y después, las desarrollaremos estudiando su dinámica en un duelo admitido y en un duelo inadmisible.

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El Yaciente II

máximo unos días - pues la realidad sigue estando presente. La vista del cuerpo sin vida, cuando es posible, o bien de los intercam bios con las personas próximas en caso de un alejamiento, nos permiten aceptar la realidad de la muerte del ser querido. Aceptar la realidad de la muerte no significa obligatoriamente aceptar la muerte en sí. Aquí realidad es el término más importante. Una vez transcurrida la etapa de la negación o al mismo tiempo que ella, el regateo ocupa por lo general muy poco espacio pues la impotencia frente a la realidad permanece todavía activa.

Regateo

El regateo ¡lustra una buena manera de disminuir nuestro sufri miento, frenando el paso del tiempo, sobre todo en muertes brutales y fallecimientos inadmisibles. Indica simplemente un intento de reencontrar, por todos los medios posibles, el estado anterior del drama. Solemos oír este tipo de frases: No es él quién debiera haber muerto , es el otro conductor; me hubiera gustado entregar mi vida a cambio de la suya. Es una breve frase negociadora pudiendo llegar al chantaje interior.

Algunas veces Dios sale de por medio. No Dios en sí, sino la relación que mantenemos con él: ¿Por qué me has hecho eso? No es él o ella que hubieses tenido que llamar a Tu lado, ¿ Tendré fuerza suficiente para seguir rezándote? Les pido tengan un poco de paciencia todavía para leer un texto bastante significativo de bloqueo a nivel de la negación.

Aquí predomina el sentimiento de culpabilidad y de impotencia ante el drama. En este camino específico del duelo, interviene muy poco, contrariamente a las dos fases que le siguen: la cólera y la tristeza. Representan dos maneras diferentes de expresión. La tristeza refleja una interiorización y la cólera un intento de exteriorización. Algunos habrán reconocido el lado Yin de un duelo con la tristeza y el lado Yang con la cólera.

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Las nueve etapas clínicas de un duelo real

Cólera

La cólera es una etapa importante y todas las obras la describen en sus pormenores pero no me satisfacen puesto que no existe ninguna cólera aislada. Posee una especie de motor y su desen cadenamiento no se debe simplemente al hecho de no aceptar la muerte de un ser querido o de estar resentido con el culpable de la muerte - mal conductor, enfermedad, poca suerte y, porque no, a Dios. Así que dejé mi ordenador de lado un momento, el tiempo de tomarme un café y respirar el aire primaveral escu chando a los pájaros exóticos de mi vecino cuyo canto me despiertan demasiado pronto por la mañana. Veamos mi conclu sión en cuanto a dos aspectos de importancia desigual.

Primer punto: cólera = descarga energética indispensable so pena de implosión. Veremos este punto muy pronto con la diná mica general de un duelo.

Segundo punto: los motores del molino de la co/era. En Psicoso- mática Clínica existe un órgano en estrecha relación con la cólera: la vesícula b/V/ar. Su significado psicosomático puede resumirse en tres palabras: cólera inhibida o no, injusticia y rencor. Algunas veces puede añadirse otra palabra: la vergüenza****.

Si sigo mi razonamiento en esta dirección, la cólera exteriorizada serta tan solo la expresión ruidosa del resentido de una verdadera Injusticia vinculada al rencor. Claro, porque en estos tipos de dramas, predomina la injusticia ya que cuando alguien muere, siempre es injusto, sobre todo si esta muerte es injustificada e Injustificable, inadmisible, escandalosa como bien lo decía un padre de luto por la muerte de su hijo de dieciséis años en un accidente de moto.

Algunas veces, este sentimiento de injusticia se ve amplificado por la sensación de rencor asociada a un resentimiento, a un disgusto, permitiendo así ascender en los peldaños de la cólera básic a para llegar al odio y a un deseo de venganza imposible de satisfacer. No nos olvidemos que en ciertos casos el sentimiento

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