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En este documento, se analiza la teoría de los signos y la comunicación, enfocándose en los sistemas verbales y naturales. Se explica cómo los signos naturales y artificiales funcionan y cómo se utilizan para transmitir información. Además, se analiza cómo los sistemas verbales, como la escritura, la música y el código morse, facilitan la comunicación entre personas. El documento también se centra en las funciones del lenguaje y cómo se utilizan para transmitir mensajes efectivos.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular para la Educación Universidad Nacional ‘’Simón Rodríguez’’ Núcleo-Monagas-Maturín
Profesora: Integrantes: Evelyn Martínez Miguel Baute-C.I: Katherine Mejías-C.I: Enrique Jaramillo-C.I: Nelimar Vargas-C.I: Sección: ‘’B’’
Los signos están en todas partes, a nuestro alrededor, y gracias a ellos podemos manejar la información de las complejas maneras en que lo hacemos. Si bien todos los seres vivos se comunican, tan sólo los seres humanos y algunos otros animales son capaces de comprender y elaborar signos, esto es, referirse a las cosas que se encuentran ausentes. Sin embargo, no debemos confundir los signos con la escritura (aunque ésta consiste, claro, en signos escritos), ni con las palabras de un idioma (aunque todas las palabras son, justamente, uniones de signos lingüísticos). Un signo es una entidad mental, que consiste en la unión de dos partes, de acuerdo a la lingüística tradicional, un significado y un significante: Un significante, que es una forma, un objeto o un evento, concretos e identificables en el mundo real. Por ejemplo: el dibujo de una flecha negra curvando hacia la izquierda en un letrero blanco. Un significado, que es la conclusión o la información que recuperamos a partir de la interpretación del significante, o sea, que está contenida en él. Por ejemplo: se aproxima en la vía una curva hacia la izquierda. Dependiendo del caso, un mismo significante puede tener varios significados, o viceversa. Todo depende del modo en que se lleve a cabo esa asociación entre uno y otro. Por último, los signos pueden ser de distinto tipo: visuales, verbales, auditivos, etc., dependiendo de la naturaleza de su significante. O incluso naturales y artificiales, dependiendo de si son generados por la naturaleza o por la intervención humana. Según las teorías del estadounidense Charles Peirce (1839-1914), sin embargo, se pueden clasificar en tres categorías, dependiendo de cómo sea la relación entre significado y significante.
Los signos naturales, puesto que constituyen signos, presuponen una conexión entre el signo que representa y un objeto determinado que está representado. Sin embargo esta conexión queda establecida por la naturaleza sin la menor intervención humana; se sitúa en el mundo físico, exclusivamente, y el intérprete no hace más que constatar ese hecho. Ahora bien, en nuestra concepción del signo, damos a esta conexión valor de institución. Para justificar nuestra pretensión de edificar una semiótica general, es necesario que los signos naturales puedan incorporarse en la concepción general enunciada y para esto hay que analizarlos de manera más precisa. Por ejemplo, el problema es absolutamente distinto si se considera el par marea/luna. En efecto, ver en la marea un signo de la luna presupone un conocimiento de las leyes de gravedad que no está dado por la experiencia común.
*Símbolos: Son objetos materiales que representan ideas abstractas. Lo que simbolizan es producto de un convenio que debe tener el mismo significado para todos los usuarios. Por ejemplo: Las banderas. *Iconos: También conocidos como imágenes representan objetos concretos o materiales. Guardan un parecido con lo representado ya sea próximo o remoto. Los ejemplos más comunes son dibujos, pinturas, fotografías, esculturas, etc.
Los signos artificiales se dividen a su vez en lingüísticos y no lingüísticos
Braille: es un sistema de lectoescritura utilizado por las personas ciegas o con deficiencia visual, que representa competencia, independencia e igualdad. Su alfabeto, desarrollado por el francés Louis Braille a mediados del siglo XIX, es una representación táctil de símbolos alfabéticos y numéricos. B) De carácter natural o tradicional Idiomas o Lenguas: es un sistema de comunicación verbal o gestual, propia de una sociedad humana como el español, inglés, ruso, japonés, coreano, portugués, entre otros. Lenguaje de señas: es la lengua natural de las personas Sordas y Mudas. Una lengua que como cualquier otra, posee y cumple todas las leyes lingüísticas y se aprende dentro de la comunidad de usuarios a quienes facilita resolver todas las necesidades comunicativas y no comunicativas propias del ser humano, social y cultural.
Código. La codificación o el “idioma” que se usa para transmitir ese mensaje, ya sea una lengua hablada, el código morse, etc. Las funciones del lenguaje son seis, según lo estableció Jackobson, y a través de ellas puede darse cuenta de los límites y las capacidades del lenguaje humano, así como los propósitos o los objetivos con los que podemos usarlo en cualquier ocasión. Son los siguientes: Función referencial También llamada función informativa, se refiere al uso del lenguaje para indicar algún aspecto del universo exterior del emisor, es decir, de la realidad misma. Por ende, se centra en el mensaje a transmitir más que en el resto de los elementos comunicativos: es la función “objetiva” del lenguaje, que sirve para indicar algo concreto. Por ejemplo, cuando describimos cómo lucía ayer un amigo común, cuando indicamos el resultado de una operación matemática o cuando le decimos la hora a un transeúnte. Estamos indicando, informando o referenciando la realidad a nuestro alrededor. Función emotiva La función emotiva o expresiva del lenguaje tiene que ver con la realidad psíquica o emocional del emisor, en quien lógicamente se centra. A menudo contiene formas verbales en primera persona, aunque no necesariamente; en todo caso se basa en transmitir al receptor algún elemento de ánimo o de subjetividad del emisor. Por ejemplo, cuando nos quejamos tras recibir un golpe, o cuando nos lamentamos con un amigo tras haber sido abandonados por la pareja, o cuando le decimos a alguien cómo nos sentimos o qué sentimos en ese exacto momento, ya sea directamente o a través de metáforas: “¡Qué hermoso día!” o “Me siento de la patada”. Función apelativa También llamada conativa, es la que se centra en el receptor, pues busca producir en él una reacción deseada. Se trata de la función imperativa del lenguaje, la que empleamos para lograr que otros hagan lo que deseamos, ya sea que les estemos pidiendo un favor, ordenando algo o amenazando si no lo hacen. Por ejemplo, cuando le decimos a alguien que nos abra la puerta, cuando le indicamos a alguien qué calle tomar para llegar a su destino, cuando pedimos que nos digan la hora o mandamos a callar a alguien. Función metalingüística Esta función le permite al lenguaje hablar de sí mismo, ya que se centra en el código comunicativo, dándonos oportunidad de aclarar términos, preguntarle al otro si nos comprende o corregir el modo en que decimos las cosas.
Por ejemplo, cuando le corregimos la gramática o la ortografía a alguien, o cuando explicamos a un niño el significado de una palabra, incluso cuando usamos el lenguaje para aprender una lengua (código) nueva. Función fática La función fática o relacional sirve apenas para comprobar que el canal de comunicación, en el cual se centra, está activo y podemos iniciar la transmisión del mensaje. No tiene ningún otro propósito y por lo general está comprendido por palabras desprovistas de otro sentido e incluso significado. Por ejemplo, en algunos países, al atender el teléfono se dice “¿Aló?”, “¿Hola?” o “Diga”, palabras que no tienen un sentido real en el mensaje a transmitir, simplemente sirven para verificar que hay alguien del otro lado del aparato. Función poética La función poética o estética es quizá la más complicada, pues se centra también en el mensaje a transmitir, pero también sobre el código en que se lo hace, ya que tiene lugar cuando buscamos embellecer, hacer más efectivo o más lúdico (juguetón) el mensaje, como en el caso de las rimas poéticas, los acertijos, los refranes y otros giros de lenguaje que se usan para hacer más potente y rica la comunicación. Por ejemplo, cuando recitamos un poema, o cuando usamos una figura retórica para expresarnos (metáforas, hipérboles, etc.) o cuando hacemos juegos de palabras. Superposición de las funciones del lenguaje. En el uso habitual del lenguaje sus funciones pueden combinarse en un mismo discurso o incluso aparecer superpuestas. Por ejemplo: “Cientos de hectáreas de bosque son desmontadas por multinacionales dedicadas a la construcción. Firma esta petición para detenerlas.” En el ejemplo, la primera oración es principalmente informativa, sin embargo, es la base para la función apelativa de la segunda oración. En otros casos dos funciones pueden tener la misma importancia simultánea: “En este tradicional pueblo japonés, todas las casas son construidas en madera y dan la sensación de haberse detenido en el tiempo, con sus campesinos laboriosos en verano y otoño, con sus chimeneas humeantes en invierno y las gruesas capas de nieve que se acumulan en los techos inclinados. En las noches frías, los frentes de las casas se iluminan con faroles dando una amena sensación de calor en medio de la blancura.” En el ejemplo, el texto cumple la función referencial, ya que aporta información sobre el aspecto del pueblo. Pero por otro lado se ha redactado de forma tal que su lectura resulte agradable, es decir, priorizando también la función poética. Roman Jackobson (1896 – 1982) fue un lingüista ruso que identificó y clasificó las funciones del lenguaje como las estudiamos actualmente. Estudió en la Universidad de Moscú y posteriormente enseñó en universidades de Copenhague (Dinamarca), Oslo (Noruega) y Upsala (Suecia).