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Mensaje de Juan Pablo II a la UNESCO 1982. En su mensaje a la conferencia sobre las políticas culturales organizada por la UNESCO en México, Juan Pablo Il manifestó que había llegado el momento de suscitar una reflexión en profundidad acerca de los problemas fundamentales de la cultura en el mundo contemporáneo. Baste subrayar la necesidad de reforzar la cooperación cultural internacional así como la dimensión cultural del desarrollo. Cada vez se ve más claro, en efecto, que el progreso cultural está íntimamente ligado a la construcción de un mundo más justo y más fraterno. Reflexionar sobre la Iglesia y sus relaciones con la cultura significa encontrar en su pasado milenario un motivo de justo orgullo, extraer de su actividad actual un precioso testimonio acerca del valor de su misión y estimular a todos sus hijos en la tarea entusiasmante de preparación y formulación de su programa para el futuro. Considerar, por otra parte, la acción de la UNESCO en favor de la cultura significa contemplar a los pueblos del mundo, estrechándose la mano más allá de las fronteras, y, reconociendo el valor inmenso de toda cultura, deseosos de favorecer el desarrollo de la comprensión mutua así coma el común y fecundo esfuerzo que tiene como meta la elevación integral de la humanidad. El hombre es el centro, el eje al que se refiere y se dirige:todo lo concerniente a la cultura. No es posible separar concepción del hombre y promoción cultural. Como tampoco lo sería tener esta concepción del hombre sin referirse a la dimensión espiritual y moral del hombre mismo. Las políticas culturales no pueden hacer abstracción de la visión espiritual del hombre en la promoción de la cultura. Es justamente esta dimensión espiritual, intrínseca al ser humano en toda su profundidad, la que podrá evitar definiciones parciales e incompletas de la cultura y permitirá que la cultura esté al servicio del bien auténtico del hombre y de la sociedad. Todo esto nos ayuda a entender que una auténtica política cultural debe mirar al hombre en su totalidad, es decir, en todas sus dimensiones personales —sin olvidar los aspectos éticos y religiosos— y en sus dimensiones sociales. En los años que vienen, estas políticas deberán perseguir, de manera realmente decisiva, los objetivos siguientes: — orientación más marcada de la cultura hacia la búsqueda desinteresada de la verdad y de los valores humanos; — promoción de una cultura que resalte cada vez más la dignidad de la persona humana, de la vida humana, de su respeto y su defensa; — Colocación de la técnica en su justo lugar, precisando bien su carácter de servicio al hombre. En este campo es urgente dedicarse a una reflexión sobre la ética. Una evolución científica y técnica que quisiera prescindir de los valores éticos se volvería progresivamente contra el destino del hombre mismo. »