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En este documento se encontraran técnicas de anestesia utilizadas en odontología
Tipo: Apuntes
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La inyección supraperióstica se practica para proporcionar anestesia del plexo nervioso del diente a tratar, del hueso alveolar adyacente y de la pulpa del mismo. En ella la solución anestésica se debe difundir primero a través del periostio y del hueso cortical para alcanzar el plexo nervioso alveolar superior y los nervios situados en el hueso esponjoso. En general el hueso cortical que recubre el ápice de los dientes superiores es delgado y trabeculado, lo que permite la rápida difusión de la solución anestésica hacia el plexo dental, situación que no sucede en el maxilar inferior donde el hueso compacto impide la difusión de la solución anestésica no permitiendo obtener una anestesia adecuada, en este maxilar sólo el sector anterior permite el uso de esta técnica.
En realidad, es doble ya que se anestesian simultáneamente los nervios derecho e izquierdo que emergen juntos la gran mayoría de veces por un único agujero.
Parte anterior del paladar y las estructuras que lo recubren (mucosa, submucosa, fibromucosa y periostio de lateral a lateral). No anestesia pulpa.
Gingivoplastía Refuerzos para extracciones. Alisado y raspado a nivel de paladar A más grave es la hemorragia por punción de los vasos - sobre todo de la arteria- que acompañan el nervio; con una técnica correcta, el porcentaje de aspiraciones positivas según Malamed es inferior al 1%. La necrosis de la fibromucosa palatina es otro riesgo inherente a la exageración de la cantidad de solución anestésica inyectada y a su composición demasiado rica en vasoconstrictores.
El nervio alveolar inferior (dentario inferior) entra en el interior de la mandíbula por el agujero mandibular; éste está situado en la cara interna de la rama ascendente, protegido delante por la espina de Spix, y se continúa por el conducto alveolar inferior. Realmente no se trata de un orificio brusco - tipo ventana- sino que más bien sería un surco o depresión llamado canal mandibular. Hemos de ayudarnos de una serie de detalles anatómicos que sean accesibles por palpación, y que nos permitan situar espacialmente este agujero mandibular; estos elementos son el músculo masetero y el ligamento pterigomandibular, pero sobre todo las líneas oblicuas externa e interna, el borde posterior de la mandíbula, y también el plano que forman las caras oclusales de los molares inferiores.
Según López Arranz, se coloca el índice de la mano izquierda de forma que su borde radial repose sobre el fondo del vestíbulo inferior; su cara dorsal contactará con la superficie vestibular de los molares (o de los premolares si no hay molares), mientras que su cara palmar se apoyará sobre la mucosa yugal: la uña queda pues encarada a lingual. Se hace avanzar el dedo hasta que, llegando al trígono, toque la línea oblicua interna. La altura teórica del punto de punción se obtiene si prolongamos hacia atrás una línea imaginaria que empiece justo en el medio de la uña. Otros como Malamed, Evers y Haegerstam toman como referencia digital la cresta oblicua externa, y como altura no se fían de la uña (difícil de ver si vamos enguantados) sino de una línea imaginaria paralela al plano oclusal de los molares inferiores, que transcurriría entre 6 mm y 10 mm por encima. Nosotros estamos a favor de esta actitud por un motivo puramente de seguridad: cuando más lejos tengamos el dedo de la aguja mejor. Una vez situada mentalmente la intersección de estos dos planos, debe introducirse la aguja de forma lo más perpendicular posible a la superficie mucosa, por esto se debe avanzar desde el otro lado, apoyando el cuerpo de la jeringa sobre los premolares contralaterales y desplazando hacia atrás la comisura labial contralateral. El recorrido de la aguja una vez atravesada la mucosa es de unos 20- 25 mm.
Si queremos asegurarnos que estamos en la posición correcta - y no en una situación demasiado medial- se tiene que constatar un contacto óseo; entonces, una vez asegurados, se tiene que retirar levemente la aguja - 1 mm-, aspirar e inyectar. Esta maniobra es interesante teniendo en cuenta que hay individuos con variantes morfológicas como es una inclinación de la rama ascendente - respecto al cuerpo de la mandíbula- muy exagerada hacia afuera, que supera los 135° que son normales. En estos individuos hay el riesgo de que con las maniobras normales depositemos la solución anestésica lejos, del "punto diana"; más medialmente, esto ya lo presentimos cuando después de haber profundizado los 20 - 25 mm reglamentarios no notamos este contacto óseo. La solución es volver a puncionar, con una inclinación más exagerada de la jeringa, es decir intentando que su cuerpo se apoye lo más posterior posible, idealmente sobre los molares contralaterales si la comisura nos lo permitiese. Con la troncal "baja" el efecto anestésico es muy predecible y el tiempo de latencia es de menos de un minuto; en su contra existiría una teórica posibilidad de lesión directa de los nervios alveolar inferior o lingual, aunque en nuestras manos esta complicación es muy rara y en todos los casos reversible. El punto de punción se sitúa siguiendo el plano oclusal del segundo o tercer molar a unos 6-10 mm de la línea oblicua interna.
Derivan de la descrita por Laguardia en 1940, son de uso excepcional, y tienen como objetivo anestesiar los nervios alveolar inferior y lingual cuando el paciente no puede abrir la boca, debido por ejemplo a la existencia de trismo, constricción o anquilosis de la articulación temporomandibular. Durante el paso de los años se ha aportado una serie de variantes, con cierto confusionismo, ya que por ejemplo también se ha incluido dentro de éstas la de Akinosi, cuando ésta es una técnica intrabucal. Donado refiere que la vía más corriente es la inferior o suprahioidea, en la que la aguja se introduce a nivel del gonión, unos 15 mm por delante del borde posterior de la rama ascendente mandibular, técnica también conocida como de Berg-Klein-Sicher-Kantorowicz. Debe siempre situarse y dibujarse con un lápiz dermográfico la ubicación teórica de la espina de Spix, ya que, a partir de este punto de entrada, la aguja irá ascendiendo lo más enganchada posible a la cara interna de la rama ascendente. El recorrido ideal ha de ser prácticamente paralelo al borde posterior de la rama ascendente de la mandíbula, y no suele exceder de 3,5 cm. Otra posibilidad es utilizar la vía retromandibular o técnica de Wustrow. En este caso la penetración de la aguja se hace por dentro de la rama ascendente de la mandíbula.
Muchas veces se hace de manera sistemática conjuntamente con la del nervio alveolar inferior; sin embargo, es importante considerar que cuando no es necesaria, la anestesia del nervio lingual representa una molestia para el paciente que se debería evitar. Igualmente, puede darse la situación inversa: se requiere la anestesia del nervio lingual pero no la del alveolar inferior, situación que el odontólogo tiene que conocer y saber resolver. Técnica básica Los diferentes "puntos diana" que se han descrito para lograr la anestesia del nervio lingual, tienen en común el hecho de ser bastante superficiales, a excepción de las técnicas de Akinosi y de Gow-Gates. Desde una situación más central a una más periférica tenemos las siguientes posibilidades:
Se consigue la anestesia de los 2/3 anteriores de la hemilengua, del surco gingivolingual, de la mucosa que recubre la cortical interna, y de la encía (por lingual); recordemos que la inervación en la línea media será doble. El paciente nos refiere el entumecimiento o el hormigueo de la punta de la lengua. Sus indicaciones son quirúrgicas sobre la lengua (biopsias, pequeños tumores), en el espacio sublingual (litectomías del conducto de Wharton, exéresis de ránulas), y sobre la mucosa de la vertiente lingual de la mandíbula (exéresis de torus, regularizaciones de la cresta ósea lingual, separación de la mucosa lingual durante la exéresis del tercer molar inferior).