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Elementos que influyeron en la independencia de América Latina: una revisión histórica, Resúmenes de Historia Moderna

Este documento analiza los factores que contribuyeron a la independencia de América Latina durante el siglo XIX. Se abordan temas como la subida de precios, la emigración de administradores peninsulares, la evolución de ideas políticas y los acontecimientos internacionales. Se destaca la importancia de estudiar estos procesos en el contexto atlántico y la necesidad de comprenderlas desde la óptica de los municipios.

Tipo: Resúmenes

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Cuadernos de Historia Contemporánea ISSN: 0214-400X
2010, vol. 32, 51-72 51
Las independencias americanas.
Reflexiones historiográficas con motivo
del Bicentenario1
Pedro PÉREZ HERRERO
(Universidad de Alcalá de Henares)
pedro.perezherrero@uah.es
Recibido: 14 de febrero de 2010
Aceptado: 23 de junio de 2010
RESUMEN
Este texto tiene como finalidad ofrecer una reflexión general sobre los avances historiográ-
ficos realizados en las últimas décadas (especialmente desde 1960) referidos a los movi-
mientos de las independencias en América Latina con la explícita misión de intentar ordenar
el diálogo académico que se ha abierto en la disciplina antes que tratar de cerrar un debate.
Por motivos de espacio, se han seleccionado sólo algunos temas y se ha optado por citar
únicamente las obras más emblemáticas, tratando de incluir en la muestra seleccionada la
diversidad regional del continente americano.
Palabras clave: Independencias. América Latina. Historiografía. Guerras. Constituciona-
lismo. Monarquía hispánica. Liberalismo. República. Federación. Reformismo borbónico.
Historiographical notes on the bicentenary of the American Independences
ABSTRACT
This text aims to provide a general reflection on historiographical advances made in recent
decades (especially since 1960) related to the independence movements in Latin America in
order to sort the academic debate that has been opened in the discipline rather than trying to
conclude it. Due to space limitations, we have selected only a few issues and have chosen to
quote only the most outstanding works, although trying to include America’s regional diver-
sity in the selected sample.
Keywords: Independence. Latin America. Historiography. War. Constitutionalism. His-
panic monarchy. Liberal. Republic. Federation. Bourbon reformism.
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1 Agradezco a Jaime E. Rodríguez O. la lectura de una primera versión de este texto y sus valiosos
comentarios.
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Cuadernos de Historia Contemporánea ISSN: 0214-400X 51

Las independencias americanas.

Reflexiones historiográficas con motivo

del Bicentenario

Pedro P ÉREZ HERRERO (Universidad de Alcalá de Henares) pedro.perezherrero@uah.es

Recibido: 14 de febrero de 2010 Aceptado: 23 de junio de 2010

RESUMEN Este texto tiene como finalidad ofrecer una reflexión general sobre los avances historiográ- ficos realizados en las últimas décadas (especialmente desde 1960) referidos a los movi- mientos de las independencias en América Latina con la explícita misión de intentar ordenar el diálogo académico que se ha abierto en la disciplina antes que tratar de cerrar un debate. Por motivos de espacio, se han seleccionado sólo algunos temas y se ha optado por citar únicamente las obras más emblemáticas, tratando de incluir en la muestra seleccionada la diversidad regional del continente americano.

Palabras clave: Independencias. América Latina. Historiografía. Guerras. Constituciona- lismo. Monarquía hispánica. Liberalismo. República. Federación. Reformismo borbónico.

Historiographical notes on the bicentenary of the American Independences

ABSTRACT This text aims to provide a general reflection on historiographical advances made in recent decades (especially since 1960) related to the independence movements in Latin America in order to sort the academic debate that has been opened in the discipline rather than trying to conclude it. Due to space limitations, we have selected only a few issues and have chosen to quote only the most outstanding works, although trying to include America’s regional diver- sity in the selected sample.

Keywords: Independence. Latin America. Historiography. War. Constitutionalism. His- panic monarchy. Liberal. Republic. Federation. Bourbon reformism.


(^1) Agradezco a Jaime E. Rodríguez O. la lectura de una primera versión de este texto y sus valiosos

comentarios.

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1. Introducción

Los movimientos de las independencias de comienzos del siglo XIX están sien- do, a comienzos del siglo XXI, un tema importante de debate. El motivo no es ca- sual. Tras décadas de un paciente acopio de materiales, conocemos mejor los proce- sos y estamos en mejor disposición para ensayar nuevas interpretaciones. La situación actual de la región está haciendo además que se investigue cuáles son las debilidades-fortalezas del pasado a fin de poder diseñar con más libertad el modelo de sociedad que se quiere construir en el futuro. Los bicentenarios fueron diseñados en su origen como una conmemoración de la libertad política alcanzada en los cam- pos de batalla (tras no haberse llegado a un acuerdo pacífico de cómo volver a or- ganizar la monarquía imperial tras la crisis derivada de la abdicación de Fernando VII en 1808), un reconocimiento de la esencialidad del modelo liberal del Estado moderno y una reclamación de la necesidad de potenciar los sentimientos naciona- listas (considerados en peligro ante los embates de la globalización). No obstante, la dureza de la crisis financiera internacional (acelerada por la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008), con el consiguiente recorte en los gastos presupuestados para financiar los fastos conmemorativos, hizo que ante las resque- brajaduras del modelo de desarrollo existente (político, económico, social, cultural) surgieran voces que se preguntaran hasta qué punto la libertad política alcanzada tras las guerras de independencia logró transformar las dinámicas plurales de las sociedades estamentales de Antiguo Régimen en verdaderas naciones con senti- mientos unitarios y economías integradas. El análisis histórico de la independencia cobró nueva importancia para estudiar en profundidad cómo se construyó el Estado- Nación a comienzos del siglo XIX; y los bicentenarios acabaron convirtiéndose (por ventura para el medio académico) en espacios de reflexión en vez de meros actos patrióticos conmemorativos cargados a menudo de una combinación de orgullos nacionalistas con ocultos complejos de culpa^2. Este texto tiene como finalidad ofrecer una reflexión general sobre los avances historiográficos realizados en las últimas décadas (especialmente desde 1960) refe- ridos a los movimientos de las independencias en América Latina con la explícita misión de intentar ordenar el diálogo académico que se ha abierto en la disciplina antes que tratar de cerrar un debate. Por motivos de espacio, se han seleccionado sólo algunas cuestiones y se ha optado por citar únicamente las obras más emblemá- ticas, tratando de incluir en la muestra seleccionada la diversidad regional del conti- nente americano.


(^2) Un buen texto de reflexión sobre la situación de los bicentenarios en 2010 puede verse en TE-

NORIO TRILLO, Mauricio: Historia y celebración. América y sus centenarios , Barcelona, Tusquets,

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suficientes exclusivas tomadas por separado para explicar la profundidad de los cambios que se generaron a partir de 1808. También en este caso se ha aprendido que una correcta combinación de variables de larga, media y corta duración es pre- ferible a la utilización de un enfoque u otro como si se tratara de argumentos inde- pendientes, excluyentes o incluso antagónicos. Una buena distinción geográfica general de partida sigue siendo la que realizó Jaime E. Rodríguez O. a comienzos de la década de 1990. Dicho autor diseñó cua- tro modelos de comportamiento: 1) Zonas centrales de Nueva España, Guatemala, Nueva Granada, Quito, Perú, Alto Perú, caracterizadas por la complejidad de sus sistemas económicos (minero-manufactureros) y sociales; 2) Nueva Galicia, Améri- ca Central, Chile y Río de la plata, en tanto que zonas agrícolas surtidoras de las demandas de productos básicos a los mercados internacionales y a las zonas centra- les; 3) Cuba, Puerto Rico, Venezuela, y partes costeras de Nueva Granada, Guaya- quil, Nueva España y Perú, con agriculturas de exportación de productos tropicales basadas en mano de obra esclava; y 4) las zonas de frontera como el septentrión de la Nueva España, el sur de Chile y Río de la Plata, la Banda Oriental y la región del interior de Paraguay 4. La apertura de nuevos centros de investigación regionales en bastantes países de América Latina y la llegada de fondos para algunos archivos locales durante la dé- cada de 1990 (resultado en parte de los procesos de descentralización político- administrativa) han ayudado a potenciar las investigaciones sobre las respectivas realidades municipales. En algunos casos, siguiendo el esquema interpretativo de las historias nacionales, se ha acumulado una ingente cantidad de datos con la mi- sión de ensalzar el protagonismo de los héroes locales o de subrayar la relevancia de las historias regionales como apoyatura de las demandas de autonomía; pero en otros se ha comenzado a realizar una importante tarea reflexiva sobre las diferencias y coincidencias observadas en cada caso. Hay que mencionar también que la tendencia de excepcionalidad del caso de las independencias americanas que caracterizó buena parte de la historiografía latinoa- mericana al menos hasta mediados del siglo XX ha comenzado a revisarse. Vigori- zado por los sentimientos nacionalistas, cada país se recreó durante décadas en su propia historia, sin ver la necesidad de levantar la mirada para preguntarse si lo que sucedía en la región tenía alguna conexión con lo que había acontecido en otros


(^4) RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “La independencia de la América española. Una reinterpretación”,

en Historia Mexicana , XLII: 3, 1993, pp. 571-620. En los últimos años se ha avanzado bastante en el conocimiento de las dinámicas regionales. Véase al respecto ÁVILA, Alfredo y PÉREZ HERRERO, Pedro (comps.): Las experiencias de 1808 en Iberoamérica , Alcalá-México, Universidad de Alcalá/ Universidad nacional Autónoma de México, 2008; CHUST, Manuel y SERRANO, José Antonio (eds.): Debates sobre las independencias iberoamericanas , Madrid, AHILA/ Iberoamericana/ Ver- vuert, 2007; FRASQUET, Ivana (coord.): Bastillas, cetros y blasones. La independencia en Iberoamé- rica , Madrid, Fundación Mapfre, 2006; FRASQUET, Ivana y SLEMIAN, Andréa (eds.): De las inde- pendencias iberoamericanas a los estados nacionales (1810-1850). 200 años de historia , Madrid, Iberoamericana/ Vervuert/ AHILA, 2009; CHUST, Manuel y FRASQUET, Ivana: Las independencias en América , Madrid, Catarata, 2009.

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rincones del planeta. Sólo la historia de Estados Unidos parecía importar. Las últi- mas investigaciones están subrayando que no se puede seguir sosteniendo que lo que falló durante la primera mitad del siglo XIX en América Latina fue el insufi- ciente ahorro interno que fomentara adecuadamente las inversiones productivas, la escasa presencia de burguesías emprendedoras competitivas, la ausencia de clases medias numerosas participativas, la debilidad de un sistema de partidos digno de tal nombre, la escasa preparación y mala salud de los trabajadores como consecuencia de la insuficiente inversión en educación y sanidad (lo cual se tradujo en una reduc- ción de los años reales laborales y de su productividad), la reducida presencia de infraestructuras que facilitaran la extensión de mercados internos, etc. Sin negar la importancia de todas estas variables, se ha comenzado a sostener que no tienen la suficiente potencia explicativa por sí solas para entender los cambios en el largo plazo, ya que buena parte de estos mismos males fueron compartidos por una gran cantidad de países europeos durante la primera mitad del siglo XIX. América Latina ha comenzado a dejar de ser vista como la permanente excepción, pero urge seguir potenciando la realización de trabajos comparativos.

3. ¿Revoluciones liberal-burguesas, guerrillas, reacciones étnicas, luchas de clases?

La historiografía nacionalista acostumbró a interpretar durante décadas que la Nación se forjó en América Latina sobre la base de la existencia de una ciudadanía homogénea que optó de forma unánime por la independencia a comienzos del siglo XIX para superar las estructuras opresivas estamentales de Antiguo Régimen y alcanzar las libertades y la movilidad social propias de las sociedades liberales. Las últimas investigaciones han puesto de relieve que hubo diferencias en el comportamiento de los distintos grupos sociales en cada momento y región. Cada día sabemos mejor que en las guerras de independencia participaron tanto el grupo de los notables (reclamando mayor participación política y económica) como el resto de la sociedad (campesinos, sectores urbanos de bajos ingresos, comunidades étnicas, esclavos, etc. demandando mejoras en sus condiciones de vida), pero tam- bién es verdad que se ha podido definir que cada grupo lo hizo de una forma distin- ta. No puede interpretarse que grandes conjuntos de la sociedad fueron las víctimas pasivas del sistema imperial, que se levantaron como una clase explotada contra los abusos cometidos por una Metrópoli absolutista, o que sus luchas fueran el resulta- do del despertar de un nacionalismo dormido^5. No resulta tampoco adecuado inter- pretar que cada grupo social se comportó de una forma diferente en función del color de su piel. Las categorías indio , negro , blanco , mestizo , mulato , zambo , etc. transmiten una fuerte carga racista al identificar una relación directa entre un com-


(^5) ANDERSON, Benedict: Imagined communities. Reflections on the origin and spread of Nation-

alism, Londres, Verso, 1991.

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Algunos autores han calificado a estos movimientos de rebeliones e insurreccio- nes campesinas, subrayando que las comunidades participaron en las luchas exi- giendo tierras para poder seguir alimentando (con una tecnología rudimentaria) a una población que iba en aumento en unas tierras que menguaban ante el avance de las haciendas (cultivos para la exportación o para el consumo urbano). No obstante, cuando se leen sus peticiones se confirma con claridad su enojo y angustia por la situación de pobreza y hambre en la que vivían, pero no se aprecia un plan indepen- dentista, ni se detecta un discurso revolucionario con la explícita misión de promo- ver un cambio en la estructura del Estado, una modernización del sistema social, una modificación de la estructura productiva y una transformación de las identida- des colectivas. Muchas investigaciones suelen coincidir en señalar que si sus formas de lucha (la propensión a los litigios por parte de las comunidades fue algo habitual desde el siglo XVI) no variaron mucho a partir de 1808, sí cambió en algunas oca- siones su discurso político^8. En otros casos se ha comprobado que algunas comuni- dades desarrollaron una sociabilidad política híbrida (republicana-representativa liberal y comunitaria de Antiguo Régimen) que les permitió ser parte integrante de las nuevas sociedades sin tener obligatoriamente que transformar de forma radical su identidad para entrar a formar parte de la nueva Nación 9. Todo ello se ha traduci- do en que las nuevas investigaciones han abierto el abanico de preguntas, superán- dose, en consecuencia, los enfoques centrados en el color de la piel como variable primordial para explicar los comportamientos socio-políticos^10. A su vez, la nueva historiografía puso de relieve hace años, a través del estudio de- tallado de la microhistoria de la dinámica de algunas familias, del análisis de los dis- cursos políticos empleados por cada uno de los grupos y de la reconstrucción de los ingresos y gastos de la Monarquía, que no hubo una guerra civil entre peninsulares y criollos , entre el absolutismo tradicionalista peninsular y el reformismo liberal ameri- cano, tan frontal como repitió la historiografía nacionalista durante el siglo XIX. Du- rante bastantes décadas se insistió en la validez de la capacidad explicativa de la tesis que interpretaba que la independencia era el resultado de una lucha entre dos bandos: los de fuera, los extranjeros, los peninsulares, los colonialistas, los imperialistas, los propietarios de las haciendas, contra lo propio, lo local, los de dentro, los desposeídos, los sin tierra y los defensores de la autonomía. Se repitió que con motivo de las políti- cas recentralizadoras borbónicas se vigorizó el conflicto colonial entre los nuevos administradores peninsulares y los tradicionales grupos de poder locales americanos,


tución y renegociación del pacto colonial. El caso altoperuano durante el proceso de independencia (1808-1826)”, Relaciones , 115 (verano 2008), pp. 19-48; PERALTA, Víctor: En pos del tributo. Buro- cracia estatal. Élite regional y comunidades indígenas en el Cusco rural 1826-1854), Cuzco, Centro Bartolomé Las Casas, 1991; ANNINO, Antonio y BUVE, R. (coords.): El liberalismo en México , Hamburgo, AHILA, 1993. (^8) HERRERO BERVERA, Carlos: Revuelta, rebelión y revolución en 1810. Historia social y estu-

dios de caso , México, Porrúa, 2001. (^9) GUARISCO, Claudia: Los indios del valle de México y la construcción de una sociabilidad polí-

tica, 1770-1835 , México, El Colegio Mexiquense, 2003. (^10) CHUST, Manuel y FRASQUET, Ivana (eds.): Los colores

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subrayando que los segundos se enfrentaron a los primeros para recuperar lo que con- sideraban sus espacios naturales de influencia arrebatados de forma brusca por la nueva política etiquetada de neocolonialista (reconquista de los espacios americanos por la nueva administración borbónica, identificada con la figura de Gálvez). Se ex- plicaba que el aumento de la presión fiscal, la llegada de nuevos gestores políticos nombrados por la administración borbónica y la entrada en escena de comerciantes andaluces como resultado de la apertura comercial se había traducido en una reduc- ción de la autonomía de gestión política de los grupos de poder locales americanos sobre sus territorios con el consecuente aumento de la tensión entre los criollos y los peninsulares^11. Jorge I. Domínguez sostuvo en las mismas fechas que las guerras de independencia fueron la consecuencia de un regateo político entre el gobierno y las élites americanas mal resuelto tras una etapa de crecimiento caracterizada por una mala distribución de los ingresos (espacial y social)^12. A su vez, fue habitual insistir en el mismo período, partiendo de un esquema colonialista, que las comunidades indígenas (se defendía que estaban compuestas por campesinos) se rebelaron contra una situación rural insoportable que había ido empeorando a lo largo del siglo XVIII y en especial durante su segunda mitad. Fue habitual hablar de un ciclo de rebeliones, haciendo especial referencia a Túpac Amaru en el caso del Perú, y debatiéndose, en este caso, si debía entenderse como un precedente o no de la independencia^13. Desde finales de la década de 1980 distintos trabajos pusieron de manifiesto, una vez analizados algunos casos concretos de dinámicas de historias de familia y estu- diado las cuentas de ingresos y gastos de la Corona, que dicho modelo explicativo basado en la tensión criollo-peninsular no funcionaba correctamente. Los peninsula- res y los criollos no actuaron como si se tratara de dos grupos sin ninguna vincula- ción entre sí; y los beneficios fiscales y comerciales no estuvieron siempre monopo- lizados por el primer grupo 14. Los recién llegados no podían ser considerados como


(^11) Esta tesis fue defendida por la denominada “Escuela de Londres”: BRADING, David: Mineros y

comerciantes en el México borbónico (1763-1810) , México, Fondo de Cultura Económica, 1975; FARRIS, Nancy: La sociedad maya bajo el dominio colonial. La empresa colectiva de la superviven- cia , Madrid, Alianza América, 1992; FISHER, John: Gobierno y sociedad en el Perú colonial. El sistema de intendencias, 1784-1814 , Lima, IEP, 1981; HAMNETT, Brian: Revolución y contrarrevo- lución en México y el Perú (liberalismo, realismo y separatismo, 1808-1824) , México, Fondo de Cultura Económica, 1978; HAMNETT, Brian R.: “Process and pattern: a re-examination of the Ibero- American independence movements, 1808-1826”, Journal of Latin American Studies , 29 (1997), pp. 279-328; MCFARLANE, Antony: Colombia before independence. Economy, society and politics under Bourbon rule , Cambridge, Cambridge University Press, 1993. Esta tesis ha sido defendida de nuevo últimamente por FLORES CABALLERO, Romeo: Revolución y contrarrevolución en la inde- pendencia de México, 1767-1867 , México, Océano, 2009. (^12) DOMÍNGUEZ, Jorge I.: Insurrección o lealtad. La desintegración del imperio español en Amé-

rica , México, Fondo de Cultura Económica, 1985 (1ª ed. en inglés: Cambridge, Harvard University Press, 1980). (^13) BONILLA, Heraclio et al. : La independencia en el Perú , Lima, Instituto de Estudios Peruanos,

(^14) PÉREZ HERRERO, Pedro: “Los beneficiarios del reformismo borbónico: metrópoli versus eli-

tes novohispanas”, Historia Mexicana , XLI: 2 (1991), pp. 207-264.

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A su vez, el entendimiento de las guerras libertadoras como revoluciones bur- guesas ha sido motivo de un amplio debate que no ha acabado de cerrarse. Unos autores se inclinaron por interpretar que no se trató de revoluciones burguesas, sino de levantamientos que terminaron precisamente subrayando la condición rural del continente y el ascenso de los militares al poder para mantener el orden^19 ; otros optaron por denominarlas “revoluciones inconclusas” 20 , y otros siguen defendiendo que fueron “revoluciones liberal-burguesas” 21. François-Xavier Guerra sostuvo a comienzos de la década de 1990 la necesidad de entender las independencias en el cruce de influencias entre las dinámicas de las sociedades de Antiguo Régimen que no acaban de desaparecer y la modernidad liberal que no terminaba de enraizarse^22. Se escribió también mucho durante las décadas de 1970-1980 sobre la procedencia de interpretar si las independencias fueron la cristalización de los sentimientos del patriotismo criollo^23 , pero hace poco se ha puesto de manifiesto lo inapropiado de identificar dicho planteamiento con un discurso protonacionalista^24. Recientemente, se ha recordado que el miedo a la invasión napoleónica (suponía una centralización en la toma de decisiones que se traducía en una pérdida de autonomía de las distin- tas piezas de la Antigua Monarquía imperial hispánica) fue gestionado en bastantes ocasiones tanto por el clero (construyó un discurso que identificaba a la Francia postrevolucionaria como profundamente anticatólica y por tanto enemiga de la Mo- narquía católica hispánica) como por diferentes grupos civiles para preservar los valores autonomistas contarios a cualquier proceso que supusiera una centralización política (del signo que fuera). Ha quedado patente que el discurso anti-francés y anti-bonapartista no puede ser entendido en modo alguno como independentista. Los leales americanos reclamaban el regreso al orden y a la tradición del mundo hispánico, no la ruptura y la modernidad, recordando para ello ser los garantes de los derechos legítimos de Fernando VII y los enemigos de Napoleón^25.


(^19) HALPERIN DONGUI, Tulio: Reforma y disolución … (^20) Manfred Kossok se especializó en este tema. Una selección de sus importantes obras puede ver-

se en ROURA, Lluis y CHUST, Manuel (eds.): La ilusión heroica. Colonialismo, revolución e inde- pendencia en la obra de Manfred Kossok , Castelló, Universitat Jaume I, 2010. (^21) CHUST, Manuel y FRASQUET, Ivana (eds.): Los colores … (^22) GUERRA, François-Xavier: Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones his-

pánicas , Madrid, Mapfre, 1992. (^23) BRADING, David: Los orígenes del nacionalismo mexicano , México, Fondo de Cultura Eco-

nómica, 1980 (1973); BRADING, David: Orbe indiano. De la monarquía católica a la República criolla (1492-1867) , México, Fondo de Cultura Económica, 1991. (^24) SUÁREZ CORTINA, Manuel y PÉREZ VEJA, Tomás (eds.): Los caminos de la ciudadanía.

México y España en perspectiva comparada , Madrid, Biblioteca Nueva, 2010. (^25) RODRÍGUEZ O., Jaime E.: Nosotros somos ahora los verdaderos españoles. La transición de

la Nueva España de un reino de la Monarquía Española a la República Federal Mexicana, 1808- 1824, 2 vols., México, Colegio de Michoacán/ Instituto Mora, 2009; ÁVILA, Alfredo y TORRES PUGA, Gabriel: “Retóricas de la xenofobia: franceses y gachupines en el discurso político y religiosos de la Nueva España (1760-1821)”, Revista 20/10. Memoria de las revoluciones en México, 2 (2008), pp. 26-43.

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Hay que aclarar también que bajo la etiqueta de liberales y liberalismo se dieron diferentes planteamientos y discursos en la época que variaron tanto en el tiempo como en el espacio, y que los diputados americanos que participaron en las discu- siones de las Cortes de Cádiz no presentaron un esquema homogéneo. Joaquín Fer- nández de Leiva fue un liberal radical; Vicente Morales Duárez fue un moderado; Antonio Joaquín Pérez y Salvador Sanmartín fueron claros defensores del absolu- tismo; Mariano Mendiola y Juan José Guereña son de difícil adscripción por mo- verse entre una y otra tendencia; Andrés de Jáuregui se caracterizó por la defensa del continuismo y el inmovilismo; Ramos Arizpe y Mejía Lequerica se distinguie- ron por su radicalismo 26. También hay que recordar que no todos los grupos ameri- canos estuvieron de acuerdo con las ideas de Cádiz. Sirva de ejemplo que, en sep- tiembre de 1811, el Consulado de Comerciantes de la ciudad de México sometió a debate en las sesiones de las Cortes un documento que defendía que en el continen- te americano no todos los individuos debían ser considerados iguales (no pudiéndo- se en consecuencia hablar de una ciudadanía única) subrayando que había indios, castas, negros (a los que se calificaba literalmente de asquerosos , indecentes, zafios y monos gibones ). Era evidente que si bien los comerciantes del Consulado de México estaban de acuerdo en lograr un mayor grado de autonomía para la gestión de sus asuntos, disentían frontalmente con la tesis liberal de transformar una socie- dad de privilegios de Antiguo Régimen en otra marcada por la igualdad ante a ley de todos los ciudadanos^27. Hay que recordar también que los términos de indepen- dencia y autonomía se manejaron en muchas ocasiones de forma casi indistinta entre 1808 y 1821, por lo que la tesis del enfrentamiento entre el absolutismo penin- sular y el liberalismo criollo americano parece ser más una simplificación. En suma, no parece oportuno seguir hablando de una tensión entre las elites co- loniales liberales americanas y el gobierno central absolutista de España. Menos aún entre poseedores de tierras y desposeídos, hacendados y campesinos, esclavis- tas y esclavos. La historia de los siglos XVI, XVII y XVIII muestra que en muchos casos se dieron luchas sociales y revueltas a veces violentas tanto en la Península Ibérica como en los espacios americanos, pero en ningún caso se planteó un cambio (revolución) en la estructura de gobierno y menos la independencia. La Monarquía imperial hispánica estaba integrada por distintos reinos con características y diná-


(^26) BERRUEZO, María Teresa: La participación americana en las Cortes de Cádiz, 1810-1814 ,

Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1986; CHUST, Manuel: La cuestión nacional america- na en las Cortes de Cádiz, 1810-1814 , Valencia, Instituto de Investigaciones Históricas/ Fundación Instituto Historia Social, 1999; CHUST, Manuel (ed.): Constitución, independencia, Doceañismos. La Constitución de 1812 en Iberoamérica , Madrid, Mapfre, 2006; RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “La revo- lución gaditana: el papel de los diputados novohispanos en las Cortes de Cádiz”, Revista 20/10. Me- moria de las revoluciones en México, 6 (2009), pp. 92-109; CHUST, Manuel: “Los diputados no- vohispanos y la Constitución de 1812”, Revista 20/10. Memoria de las revoluciones en México, 5 (2009), pp. XXX-LV. (^27) BREÑA, Roberto: El primer liberalismo español y los procesos de emancipación de América,

1808-1824 (una revisión historiográfica del liberalismo hispánico) , México, Colegio de México,

Cuadernos de Historia Contemporánea 63

ban el triunfo de la libertad de los pueblos americanos contra la opresión metropoli- tana^30. La segunda tesis sostenía que antes de 1808 una multitud de luchas (algunas de ellas bastante violentas) había preparado el camino para una explosión revolu- cionaria que fue impulsada por una subida de precios a comienzos del siglo XIX, causante de un profundo malestar social^31. Estas tesis (de gran difusión en las décadas de 1970-1980) fueron analizadas en profundidad en los años siguientes, procediéndose a contrastar sus argumentos y revisar sus fuentes. En dichos trabajos quedó patente que los movimientos anterio- res a 1808 no pueden ser entendidos como prolegómenos de la independencia, ni deben ser etiquetados como explosiones proto-nacionalistas o movimientos antimo- nárquicos. Cuando se analizan sus reclamaciones no se detecta que reivindicaran la independencia. Casi todos los participantes de dichas revueltas coincidieron en gri- tar la conocida consigna de “Viva el Rey y muera el mal gobierno”. Unos luchaban por entender que habían recibido una abusiva injerencia en la gestión de sus asuntos por parte de los poderes centrales o locales, otros protestaban contra la subida de impuestos o de los precios, otros se quejaban contra el desabastecimiento de bienes básicos ocasionado por el monopolio en coyunturas de malas cosechas, y otros pe- dían mayores libertades para comercializar sus productos o gestionar sus giros, pero en ninguno de ellos se planteó un cambio en la estructura política ni se discutió una alternativa clara al sistema monárquico 32. Desde el punto de vista conceptual se ha subrayado también la dificultad de aplicar el concepto de Nación (con la acepción de identidad histórico-cultural compartida por el conjunto de la ciudadanía) en los distintos momentos históricos, sin hacer las debidas distinciones las dinámicas de las sociedades estamentales del Antiguo Régimen y las liberales. En la Monarquía imperial católica de finales del siglo XVIII, por Nación se entendía a todos los inte- grantes de la misma (relación súbditos-rey), incluyendo a todos los miembros de los distintos reinos, grupos locales, pueblos o etnias. El propio Sieyès no diferenciaba en Francia en la época de la Revolución de 1789 entre Nación y pueblo. Las rela- ciones de poder en la Monarquía católica se basaban en la vinculación entre el vasa- llo y el rey (tesis pactista). Con la aparición del liberalismo, por Nación pasó a en- tenderse a los ciudadanos (iguales ante la ley) de un territorio dado que conformaban un Estado con una Constitución aprobada que definía sus derechos y obligaciones. En consecuencia, no parece procedente, al menos teóricamente, hablar del pueblo náhuatl o aymará como Nación preexistente de los Estados mexicano, peruano o boliviano del siglo XIX respectivamente. Hoy sabemos que en el caso de


(^30) Un excelente repaso de estas interpretaciones puede verse en QUIJADA, Mónica: Modelos de

interpretación sobre las independencias hispanoamericanas, Zacatecas, Universidad de Zacatecas,

(^31) PÉREZ, Joseph: La emancipación en Hispanoamérica (movimientos precursores) , Madrid, Al-

hambra, 1986; FLORESCANO, Enrique: Precios del maíz y crisis agrícolas en México (1808-1910) , México, Colegio de México, 1969. (^32) RODRÍGUEZ O., Jaime E.: La revolución política durante la época de la independencia. El Re-

ino de Quito, 1808-1822 , Quito, Corporación Editora Nacional, 2006; VAN YOUNG, Eric: La otra rebelión ….

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América Latina primero se proclamaron las soberanías (derechos políticos) y des- pués se fueron construyendo lentamente las naciones (derechos civiles), a diferencia del caso europeo, en el que primero se fueron adquiriendo los derechos civiles para posteriormente conquistar los derechos políticos y sociales 33. Al mismo tiempo, la tesis de que el tercer cuarto del siglo XVIII fue una etapa de crecimiento, orden, progreso e ilustración en todo el continente americano ha recibido críticas en los últimos años. Durante bastantes décadas se defendió que la etapa del reformismo borbónico se había comportado como una época proto-liberal (las medidas liberalizadoras comerciales y los cambios administrativos fueron iden- tificados como precedente del liberalismo). Se defendía que las medidas reformistas habían impulsado el crecimiento de finales del siglo XVIII y se interpretaba que la independencia era el punto de llegada de un proceso de cambio que había comenza- do a mediados del siglo XVIII, o incluso antes según algunos autores^34. No obstante, tras años de paciente trabajo de archivo para confeccionar series es- tadísticas completas (aún no contamos con un mapa completo de todas las regiones del continente), se ha podido constatar que el aumento en la producción no debe ser entendido como sinónimo de elevación de la productividad, pudiendo entonces interpretar que aquélla se dio en buena medida sobre la base de un aumento de los factores de producción (tierra y trabajo) y de una vigorización de la compulsión política. Con ello no se puso en duda que se produjeran y exportaran más kilos de metales preciosos (plata y oro) y de mercancías (cueros, cacao, añil, sebo, hene- quén, azúcar) durante la segunda mitad del siglo XVIII y que se abrieran nuevos puertos y rutas al comercio. Solamente se recordó que la capacidad adquisitiva de cada uno de los kilos de metal producidos fue mermando conforme fue aumentando la inflación; que el crecimiento no se transformó en desarrollo; que no se crearon economías de escala con eslabonamientos internos hacia adelante y hacia atrás, no generándose en consecuencia mercados internos debidamente integrados e interco- nectados; que el aumento de la producción dedicada a las exportaciones debió redu- cir la producción destinada al consumo interno, provocando tensiones entre ambos sectores; que la expansión de las exportaciones de metales se tradujo en una reduc- ción notable de la oferta monetaria en las economías americanas con los consi- guientes desajustes derivados del encarecimiento del crédito; y que el aumento en la compulsión política y la elevación de la presión fiscal generaron numerosas tensio- nes sociales 35.


(^33) ESCOBAR OHMSTEDE, Antonio, FALCÓN VEGA, Romana y BUVE, Raymond (coords.):

La arquitectura histórica del poder. Naciones, nacionalismos y Estados en América Latina. Siglos XVIII, XIX y XX , México, Colegio de México, 2010. Una buena reflexión sobre la complejidad de la construcción de las identidades nacionales partiendo de estructuras sociales estamentales de Antiguo Régimen puede verse en ROJAS, Rafael: Las repúblicas de aire. Utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica , Madrid, Taurus, 2009. (^34) LYNCH, John: Las revoluciones hispanoamericanas …; BRADING, David: Mineros y comer-

ciantes …; DOMÍNGUEZ, Jorge I.: Insurrección o lealtad …. (^35) COATSWORTH, John H.: Los orígenes del atraso. Nueve ensayos de historia económica de

México en los siglos XVIII y XIX , México, Alianza Editorial Mexicana, 1990; PÉREZ HERRERO,

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("¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”) se repitió una y otra vez en los textos aca- démicos. En esta ocasión los excelentes trabajos de François-Xavier Guerra pusie- ron de manifiesto que la modernidad se resistía a aparecer y que la tradición perdu- raba más de lo imaginado 38. Diferentes monografías recordaron que la Iglesia siguió ocupando un papel relevante en las nuevas Repúblicas; la división de poderes fue más nominal que real; la ciudadanía no surgía de forma automática como resultado de la simple proclamación de elecciones ni sus dinámicas y efectos eran los espera- dos en todos los casos (en algunas localidades, por ejemplo, fueron empleadas para perpetuar las desigualdades, las exclusiones, las diferencias y los privilegios del pasado); el discurso de la violencia y la permanente alusión al desorden eran em- pleados por algunos grupos sociales para legitimar su posición y seguir controlando el poder; las estructuras familiares siguieron siendo la base para el diseño del repar- to del poder; los sentimientos de la Nación no acababan de generalizarse; las estruc- turas económicas no sólo no cambiaron sino que se fortaleció la orientación externa mono-exportadora; las desigualdades sociales no se redujeron; no se construyó una fiscalidad adecuada; la administración pública profesional brilló por su ausencia; los territorios se fragmentaron generándose una balcanización; y los poderes centra- les no pudieron frenar los impulsos autonómicos de los municipios. Con todo ello se puso de manifiesto la procedencia de analizar el período 1760- 1840 para rastrear cambios y continuidades, en vez de seguir mirando los años de 1808-1812 como fechas mágicas que simbolizaban un cambio de rumbo en las di- námicas sociales y económicas.

5. ¿Influencia de las ideas revolucionarias y de modernización francesas y an- glosajonas?

Durante casi todo el siglo XIX fue bastante habitual que muchos historiadores defendieran que las independencias fueron en buena medida el resultado de la apli- cación de las ideas revolucionarias que se habían originado en el pensamiento fran- cés y anglosajón a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Esta interpre- tación resultaba útil para argumentar que la modernidad había llegado con la incorporación de los planteamientos teóricos políticos y económicos que habían dado origen a las nuevas formas del Estado liberal y al capitalismo, con la consi- guiente superación del absolutismo y del mercantilismo. Dado que se argumentaba que lo nuevo había llegado de fuera, las tradiciones hispánicas debían ser arrinco- nadas al baúl de los recuerdos por inservibles y caducas. La tesis desarrollada por Max Weber en 1904 de que la ética protestante, y en especial la calvinista, había contribuido al desarrollo económico al favorecer el comportamiento racional, forta- leció aún más la extensión de esta oposición entre la modernidad (Gran Bretaña,


(^38) GUERRA, François-Xavier: Modernidad e independencias ...

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Francia, Estados Unidos) y el atraso (España). Puesto que había que superar esta maldición bíblica se hizo necesario demostrar que América Latina se había a des- vinculado de sus anclajes tradicionales hispánicos que lastraban su desarrollo. Fue así como las batallas de comienzos del siglo XIX fueron presentadas como guerras de depuración que sepultaban para siempre las hipotecas del pasado y abrían las puertas del futuro^39. Estos argumentos han sido profusamente analizados en las últimas décadas. A mediados del siglo XX, Manuel Giménez Fernández y Carlos Stoetzer 40 demostra- ron que muchas de las ideas manejadas por los pensadores americanos para com- prender, explicar y legitimar las independencias no procedían de Francia, Inglaterra o Estados Unidos, sino de los pensadores neo-escolásticos españoles del siglo XVI. En las mismas fechas publicó Jean Sarrailh su magna obra sobre la ilustración espa- ñola en la que demostró la originalidad de pensadores como Cabarrús, Jovellanos, Campomanes, Feijóo, Cavanilles, además de anotar la importancia de los autores italianos para comprender la época 41. Coincidente en el tiempo Nettie Lee Benson, en una obra pionera, demostró la conexión entre las ideas políticas del primer fede- ralismo mexicano y las Cortes de Cádiz, poniendo de manifiesto la existencia de un pensamiento hispánico que conectaba ambas orillas del Atlántico^42. Recientemente, Jaime E. Rodríguez O. y Mónica Quijada han analizado la im- portancia y relevancia del pensamiento escolástico (Francisco de Vitoria, Diego de Covarrubias, Domingo de Soto, Luis de Molina, Juan de Mariana, Francisco Suárez y Fernando Vázquez de Menchaca) para la construcción de las ideas que se maneja- ron el ámbito atlántico en el momento de las independencias^43. Ivan Jacsik ha pun- tualizado a su vez que figuras como Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Lucas Alamán, José Victorino Lastarria, al temer el desorden generado por los esquemas de la revolución francesa, optaron por el gradualismo y la relectura de los autores clásicos de tradición hispánica, sin dejar por ello de ser liberales confesos y defensores de la independencia 44. Por su parte, Javier Fernán-


(^39) HUMPHREYS, R. A. y LYNCH, J.: The origins of the Latin American Revolution, 1808-1826 ,

Nueva York, Knopft, 1965. (^40) GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, Manuel: Las doctrinas populistas en la independencia de Hispano-

américa , CSIC, Madrid, 1947; STOETZER, Carlos: The scholastic roots of the Spanish American revolution , Nueva York, Forham University Press, 1979. (^41) SARRAILH, Jean: La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII , México, Fondo de

Cultura Económica, 1957 (1ª ed. en francés, 1954). (^42) BENSON, Nettie Lee: La diputación provincial y el federalismo mexicano , México, Colegio de

México, 1955. (^43) QUIJADA, Mónica: “Las dos tradiciones. Soberanía popular e imaginarios compartidos en el

mundo hispánico en la época de las grandes revoluciones atlánticas”, en Jaime E. RODRÍGUEZ O. (coord.), Revolución, independencia y las nuevas naciones de América , Madrid, Mapfre, 2005, pp. 61- 86; RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “Una cultura política compartida. Los orígenes del constitucionalismo y liberalismo en México”, en V. MÍNGUEZ y M. CHUST (eds.), El imperio sublevado. Monarquía y naciones en España e Hispanoamérica , Madrid, CSIC, 2004, pp. 195-224. (^44) JACSIK, Iván y BELLO, Andrés: La pasión por el orden , Santiago de Chile, Editorial Universi-

taria, 2001.

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en tres niveles (municipio, provincia, monarquía); y permitía a las poblaciones de más de 1.000 habitantes convertirse en pueblos (ayuntamientos) 48.

6. Autonomía e independencia: la recuperación del enfoque político en el con- texto atlántico

En las últimas dos décadas ha habido un cambio importante en el enfoque de las investigaciones sobre las independencias (americanas y española), al haberse subra- yado la necesidad de partir de análisis esencialmente políticos. Jaime E. Rodríguez O., retomando los planteamientos que a mediados del siglo pasado hiciera Nettie Lee Benson 49 , demostró a comienzos de la década de 1990 que las guerras de inde- pendencia no podían entenderse como guerras de liberación nacional (luchas patrió- ticas abanderadas por los libertadores entre buenos y malos), reacciones anticolo- niales contra la Metrópoli, lucha de clases entre oprimidos y opresores, poseedores y desposeídos; enfrentamientos entre la modernidad liberal de las sociedades ameri- canas y el absolutismo opresor de la Madre Patria, respuestas a las reformas recen- tralizadoras borbónicas, o la consecuencia del vacío de poder generado tras la abdi- cación de Bayona en 1808. El mismo autor subrayó que dichos procesos debían comprenderse en el contex- to atlántico, y en especial en el espacio político (revolución hispánica) generado tras la disolución de la monarquía imperial hispánica^50 ; que no debían etiquetarse como luchas frontales contra “España”; que en un primer momento las juntas de gobierno no reclamaron la independencia sino la autonomía política dentro del marco de la monarquía hispánica con la misión de defender la patria de los ataques franceses, apoyándose para ello en la tradición jurídico-política hispánica, no pudiéndose en- tender, en consecuencia, como movimientos revolucionarios derivados de ideas francesas o anglosajonas; que era necesario estudiar el proceso desde la óptica de los municipios; que no era posible confeccionar una interpretación única para todo el continente y uniforme para todos los grupos sociales (notables y grandes masas empobrecidas); que había que volver a estudiar el papel de las Cortes de Cádiz en el


(^48) BENSON, Nettie Lee (ed.): México y las Cortes españolas. 1810-1822, Ocho ensayos , México,

Cámara de Diputados, 1985 (1ª ed. Austin, 1966); RODRÍGUEZ O., Jaime E.: La independencia de la América española , México, Colegio de México, 1996; CHUST, Manuel: La cuestión nacional …; FRASQUET, Ivana: “Cádiz en América: liberalismo y constitución”, Mexican Studies/Estudios Mexica- nos , 20:1 (2004); FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier: “Cádiz y el primer liberalismo español. Sinopsis historiográfica y reflexiones sobre el bicentenario”, en José ÁLVAREZ JUNCO y Javier MORENO LUZÓN (coords.): La Constitución de Cádiz, historiografía y conmemoración: homenaje a Francisco Tomás y Valiente , Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2006, pp. 23-58. (^49) LEE BENSON, Nettie: La diputación provincial … (^50) VÁZQUEZ, Josefina Zoraida: “La era de las revoluciones y las independencias”, Revista 20/10.

Memoria de las revoluciones en México, 4 (2009), pp. 14-49, ha abundado sobre este aspecto. A simi- lares conclusiones ha llegado Brian Hamnett, “El derrumbe de la monarquía hispánica y el triunfo del separatismo americano”, Revista 20/10. Memoria de las revoluciones en México , 1 (2008), pp. 13-47.

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escenario político atlántico (contrarrestaron las medidas centralizadoras borbónicas, crearon las diputaciones provinciales y los ayuntamientos constitucionales, reaco- modaron la estructura política organizativa de la monarquía imperial con la consi- guiente ampliación del electorado y la descentralización de la toma de decisiones); que la mayoría de las elecciones que se celebraron en territorio americano en el período 1808-1830 deben considerarse como modernas (en contra de las tesis soste- nidas por algunos autores que las etiquetan de fraudulentas o las definen como una mera ficción^51 ); que el vacío de poder generado tras la muerte de Carlos II, la subsi- guiente Guerra de Sucesión (1700-1714) y el cambio de la dinastía de los Habsbur- go por la casa de Austria a comienzos del siglo XVIII no debían ser etiquetados como hechos comparables con los sucesos acaecidos en 1808, debido a que no hubo a comienzos del siglo XVIII una convulsión institucional ni se puso en riesgo la legitimidad de la monarquía (las Cortes aprobaron el cambio de dinastía) 52 ; y que era urgente entender las fases del proceso histórico distinguiendo bien cada una de ellas entre sí a fin de no confundir los argumentos manejados en cada período o región. En concreto, señaló que en un primer momento (1808) se identificó a Francia con el terror, la revolución, el anticlericalismo, el desorden, y a Napoleón con las formas de gobierno imperialistas y centralistas que venían a poner en entredicho la autonomía de los reinos de la monarquía hispánica; que el regreso de Fernando VII y la suspensión de la Constitución pusieron en entredicho los espacios políticos ganados y quebraron las dinámicas de las Juntas de gobierno; que la vuelta a la Constitución en 1820 volvió a cambiar el juego político; que los diputados america- nos siguieron peleando por gobiernos autónomos dentro del sistema imperial hasta el último momento; y que la independencia en el caso de México llegó no por haber sido derrotada la Corona, sino por el hecho de que los novohispanos dejaron de confiar en el sistema monárquico hispano al no recibir de las Cortes (1812 y 1820) la autonomía política que reclamaban^53. La confederación de reinos hispánicos


(^51) GUERRA, François-Xavier: “El soberano y su reino. Reflexiones sobre la génesis del ciudadano

en América Latina”, en Hilda SÁBATO (coord.): Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina , México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pp. 33-61. (^52) RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “El juntismo en la América española”, en Alfredo ÁVILA y Pedro

PÉREZ HERRERO (comps.), Las experiencias de 1808 …, pp. 69-88. (^53) RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “La independencia de la América española: una reinterpretación,”

Historia mexicana , 42, nº 167 (enero-marzo, 1993), pp. 571-620; RODRÍGUEZ O., Jaime E.: La independencia de la América española , México, Colegio de México, 1996; RODRÍGUEZ O., Jaime E.: The Independence of Spanish America , Cambridge, Cambridge University Press, 1998. RODRÍ- GUEZ O., Jaime E. (coord.): Revolución, independencia… ; RODRÍGUEZ O., Jaime E. (ed.): The divine charter. Constitutionalism and liberalism in nineteenth century Mexico , Lanham, Rowman & Littlefield Publishers, 2005; RODRÍGUEZ O., Jaime E.: La revolución política …; RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “La ciudadanía y la constitución de Cádiz”, en Ivana FRASQUET (coord.), Bastillas, ce- tros …, pp. 39-56; RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “Interpretaciones sobre las independencias”, en Alfredo ÁVILA y Virginia GUEDEA (coords.), La independencia de México. Temas e interpretaciones re- cientes , México, UNAM, 2007, pp. 201-218. RODRÍGUEZ O., Jaime E.: “La naturaleza de la repre- sentación en la Nueva España y México”, en Carmen CORONA, Ivana FRASQUET, Carmen María