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Texto: Adolescencia, posmodernidad y escuela secundaria. Cap. 2: ser adolescente en la posmodernidad. Autor: Di Segni de Obiols y Obiols, G.
Tipo: Resúmenes
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¿Por qué enfocar en especial a la adolescencia en la cultura posmoderna? Este clima de ideas afecta e influye en todos quienes están sumergidos en él, más allá de su edad, pero nuestra hipótesis es que se genera un fenómeno particular con los adolescentes en la medida en que la posmodernidad propone a la adolescencia como MODELO SOCIAL y a partir de esto se “adolescentiza” a la sociedad misma. Comencemos por mencionar a un par de autores que han sugerido esta idea desde diversos campos. Alain Finkielkraut identifica a los adolescentes con lo NO verbal, ubicados en el hemisferio derecho donde también asienta la fantasía, la creatividad, la imaginación. El hemisferio izquierdo, sede de la racionalidad, la lógica y todo aquello que desarrollamos a partir de la educación, incluido el lenguaje, ha perdido terreno sobre todo en la comunicación entre los jóvenes, lo cual se desarrolla casi exclusivamente a través de imágenes y con poco intercambio a nivel personal. Otros autores plantean que la adolescencia ha dejado o está dejando de ser una etapa de ciclo vital para convertirse en el modo de ser que amenaza por volver a la totalidad del cuerpo social. La modernidad el modelo adulto era fuerte y era a lo que se aspiraba, a la infancia se la consideraba la época dorada, una especie de larga incubación en donde no había responsabilidades pesadas. Un golpe significativo a esta idea lo dio el psicoanálisis cuando describió la génesis de la normalidad o neurosis en etapas tempranas del desarrollo. El mundo adultocéntrico puso sus ojos en aquellos “locos bajitos” los niños. Si pensamos a la adolescencia desde el momento actual, los adolescentes ocupan un gran espacio. Sobre todo aparece un modelo adolescente en los medios masivos de comunicación; el cual supone que hay que llegar a la adolescencia e instalarse en ella para siempre. Define una estética en la cual lo muy joven es hermoso y hay que hacerlo perdurar mientras se pueda. Vende la gimnasia, regímenes, moda, cirugías plásticas de todo tipo, extensiones, en fin todo aquello que disimule lo que muestra el paso del tiempo; y el adulto deja de existir como modelo físico, ya que no solo se tomó como modelo el cuerpo del adolescente sino también su forma de vida (música, lugares de diversión, deportes, la jerga que hablan, etc.) ¿Existe la adolescencia? El estudio de las sociedades primitivas, tal como fue desarrollado por Margaret Mead, la adolescencia constituía un momento representado por una ritual de paso de una etapa de la vida a la otra en la cual se accede a la sexualidad activa, donde se adquiere poder y responsabilidades dentro de la tribu. En los casos en donde hay un ritual en la adolescencia, ésta casi no existe y las etapas más importantes son la pubertad, que marca el fin de la infancia y la etapa adulta posterior.
Se han propuesto equivalentes de los ritos de iniciación en sociedades desarrolladas: en la época de usar pantalones largos, fumar, visitar un prostíbulo eran hitos en el pasaje del varón hacia la adultez, mientras que en las mujeres era el pintarse la cara, ponerse medias de nylon. De todos modos la adolescencia era un proceso que duraba un poco más o menos de tiempo prolongado, nunca se reducía a una ritual. En otras épocas, los años intermedios constituían un periodo durante el cual el niño estaba contento con su suerte, mientras que la adolescencia era una etapa en la que se entraba con renuencia y a la que se dejaba atrás tan pronto como la gente lo permitía. Pero en las últimas décadas la adolescencia tiende a prolongarse en el tiempo y no es vivida como una etapa incomoda o de paso, ya que en la actualidad los niños de edad intermedia anhelan a menudo ser adolescentes y los adolescentes parase ser que han hallado el modo de vida definitivo en la adolescencia; y ésta ha sido institucionalizada, y es glorificada en los programas de televisión, en la radio y en la publicidad destinada al mercado adolescente. Hasta los adultos que no se unen al culto de la adolescencia ni lo exploran suelen colaborar en su propagación, como si quisieran vivirla diariamente. Por su parte Francoise Dolto ubica la bisagra del cambio en la segunda guerra mundial; debido a que la adolescencia era contada por los escritores como una crisis subjetiva: uno se rebela contra las obligaciones, y a su vez sueña con llegar a hacer rápidamente adulto; Después de 1950, la adolescencia ya no es considerada como una crisis, sino como un estado. Posterior a la guerra la adolescencia se volvió un estado de vida ya institucionalizado debido a la posindustrializacion. Este efecto ha permitido desarrollar y extender la adolescencia. Los jóvenes pertenecientes a sectores de bajos ingresos o campesinos quedan fuera de este proceso, para ellos la entrada en la adultez es rápida y brusca, ya sea a través de la necesidad de trabajar tempranamente o bien por un embarazo casi simultaneo con el comienzo de la vida sexual. En la sociedad actual, los jóvenes no esperan el momento de vestir como sus padres, son los padres los que tratan de vestirse como ellos: acceden a la sexualidad con parejas elegidas por ellos mismos. Existen autores que consideran el término “adolescencia” un artefacto creados dentro de las sociedades urbano industriales a partir del siglo XV ya que es por entonces cuando el termino aparecen en el idioma inglés. Sin embargo es un término latino que significaba para los romanos “ir creciendo, convertirse en adulto”. En estas consideraciones creemos que sigue siendo útil mantener el concepto de adolescencia en tanto etapa de la vida entre la pubertad y la asunción de plenas responsabilidades y madurez psíquica. ¿Hasta cuándo la adolescencia? Hablar de la duración de la adolescencia implica diferenciar ante todo dos términos: adolescencia y juventud. Un adolescente es un ser humano que paso la pubertad y que todavía se encuentra en etapa de formación. En cambio, “joven”, cuando este término se refiere al adulto joven, designa a alguien que ya ha adquirido responsabilidades y cierta cuota de poder, que ha madurado su personalidad y ha establecido su identidad sexual.
Haeckel que provenía de la embriología en su formulación original y fue abandonada en ese campo no sin antes dejar fuertes huellas sobre algunos autores, entre ellos Hall y Freud. En ella se sostenía que la ontogenia recapitulaba la filogenia; es decir, que el desarrollo de un embrión humano pasaba por diferentes etapas en las que se parecía a un pez, a un pollo, un cerdo, estadios por los que habría pasado la evolución de la especie humana. Así formulada, esta idea se sostuvo poco; se aceptó que los embriones humanos se parecían notablemente a embriones de tales animales, no a sus formas adultas. En general, dentro de la biología esta teoría recapitulacionista se ha dejado de lado o se toma con fuertes precauciones. Pero la idea de la recapitulación era tentadora y tuvo gran influencia en el campo psicológico dentro del cual se formuló como un volver a vivir etapas pasadas. Para Ernest Jones , había una triple recapitulación: por un lado el embrión recapitulaba la historia evolutiva de la especie, luego el niño lo hacía con la historia de la humanidad y finalmente el adolescente recapitulaba su propia primera infancia. No se trataba simplemente de una regresión a etapas anteriores, sino un pasaje ordenado y repetido a través de las mismas. Kaplan sostiene también que la teoría recapitulacionista cobró nuevas fuerzas en los últimos años al adaptar de manera errónea la teoría de Margaret Mahler12 acerca de la separación- individuación en los tres primeros años de vida y pensar a la adolescencia como una segunda etapa del mismo proceso. Mahler, a través de la observación de bebés y niños pequeños, hizo una descripción y teorización de gran importancia acerca del vínculo madre-hijo desde el comienzo de la vida, describiendo en los tres primeros años las siguientes etapas: autismo normal, simbiosis y separación-individuación. Pensar que la salida del hogar, la búsqueda de identidad, de profesión, la sustitución de afectos, fuera una segunda vuelta de aquella primera separación-individuación ha tentado a algunos autores. Estos pensaron que no se termina de superar la simbiosis de la primera infancia de manera definitiva hasta la adolescencia, cuando existe la posibilidad real de separación física de los padres y, concomitantemente, la posibilidad de terminar de estructurar la propia personalidad. Peter Blos fue quien introdujo el concepto de "segunda separación-individuación", pero tal denominación no significa para este autor calcar etapas ya vividas. Blos consideraba que este proceso en la adolescencia tenía características propias, bien diferentes de las infantiles sobre todo en la medida en que entrañaba la conciliación de la moralidad y la genitalidad. Así lo expresaba Blos: "Si el primer proceso de individuación es el que se consuma hacia el tercer año de vida con el logro de la constancia del self y del objeto, propongo que se considere la adolescencia en su conjunto como segundo proceso de individuación. Ambos períodos comparten la mayor vulnerabilidad de la organización de la personalidad, así como la urgencia de que sobrevengan en la estructura psíquica cambios acordes con el impulso madurativo. Por último, aunque esto no es menos importante que lo anterior, cualquiera de ellos que se malogre da lugar a una determinada anomalía en el desarrollo (psicopatología) que corporiza los respectivos fracasos en la individuación. Lo que en la infancia significa 'salir del cascarón de la membrana simbiótica para convertirse en un ser individual que camina por sí sólo' (Mahler, 1963), en la adolescencia implica desprenderse de los lazos de dependencia familiares, aflojar los vínculos objetales infantiles para pasar a integrar la sociedad global, o simplemente, el mundo de los adultos."
Respecto a la segunda teoría mencionada, la de Lamarck , la misma tuvo influencia también sobre Hall y Freud. En particular Hall trasladó estas ideas a la adolescencia. Si Lamarck postulaba que lo adquirido a lo largo de la vida podía heredarse, Hall entendía que esto también servía para las características psicológicas adquiridas durante la adolescencia. Esta era, por lo tanto, una etapa privilegiada para que la humanidad mejorará a través de la educación en lo relativo a la inteligencia, a la ética ya la religiosidad. Como consecuencia de este pensamiento Hall entendía que era positivo prolongar la adolescencia lo más posible para aprovechar este efecto benéfico sobre las futuras generaciones que se verían mejoradas. Aconsejaba así prolongar la formación del joven mientras sus deseos sexuales se canalizaban a través del deporte y la comunión con la naturaleza. Perfil de un adolescente moderno. Si bien es cierto que los adolescentes no pueden en ninguna época ser descriptos como un solo tipo, también es cierto que a través de los autores que estudian la etapa se va configurando un modelo, por lo menos de aquel tipo considerado representativo. Así, hubo un tipo de adolescente moderno descripto como un individuo que vivía una crisis, inseguro, introvertido, una persona en busca de su identidad, idealista, rebelde dentro de lo que el marco social les permitía. Los adolescentes de por sí constituían un grupo marginal, los varones no tenían ya lugar junto a las polleras de las madres ni en la vida laboral de los padres, las mujeres tenían conflictos con las madres y todavía no podían ser dueñas de sus casas o criar sus propios hijos. Apasionados, erotizados, descontrolados, volubles, malhumorados, pundonorosos, competitivos, expectantes del futuro, exaltados, nobles, buenos amigos y amantes, excesivos en sus afectos, omnipotentes, sedientos de diversión. Estas parecen haber sido las características más notorias de un tipo de adolescente que aparece en diferentes épocas de la historia. Para estos adolescentes era muy difícil tolerar la disciplina que se le imponía en su formación. El período de formación de los adolescentes de sectores medios estaba signado por grandes exigencias revelándose como una etapa en la cual había gran número de suicidios, los cuales podían adjudicarse a dificultades y frustraciones en ese ámbito. Sin embargo, otros sectores sociales también imponían severas exigencias a sus jóvenes: "Si el suicidio juvenil no afecta solamente a los alumnos de la escuela media, sino también a aprendices, etc., esa circunstancia por sí sola no aboga en favor de aquella; acaso se la deba interpretar diciendo que la escuela media es, para sus educandos, el sustituto de los traumas que los demás adolescentes encuentran en otras condiciones de vida." Estas palabras fueron formuladas por Freud en un debate en el marco de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, en 1910, el cual tenía como tema central el suicidio, muy frecuente entre estudiantes de escuela media y Freud le atribuía a ésta un fuerte efecto traumático. Dentro de esa disciplina y exigencia académica había alguna posibilidad sino de rebeldía, de originalidad. Un investigador francés, Maurice Debesse , publica su tesis de doctorado en 1937 sobre la crisis de originalidad juvenil. En esa preguerra da una imagen de los jóvenes que se preparaban para ser maestros en Francia, sometidos también a grandes exigencias. La rebeldía de los mismos se manifestaba como una necesidad de diferenciarse, de ser originales.
virtudes en el juego. Entre esa generación adulta y él había una distancia, una brecha dada por las diferencias de épocas que a cada uno le había tocado vivir y de la educación recibida. Los principios, las normas, los ideales debían ir cambiando, ajustándose a diferentes épocas, cosa que los adultos ya no hacían los adolescentes en cambio se preparaban para lo nuevo que vendrá y para eso adaptaban lo recibido de sus padres y maestros a sus propias necesidades, entrando en colisión con ellos. Rebelarse, confrontar, buscar su propia síntesis era la tarea de la adolescencia. A tal punto que algunos autores la consideraron esencial en el proceso de construcción de la personalidad madura, independiente. "Algunos autores han sugerido que los conflictos entre generaciones no solamente son inevitables sino también esenciales para el proceso de crecimiento. Sin ser necesariamente partidarios de esta teoría pensamos que una total ausencia de conflicto puede indicar que el adolescente está en mal camino." Este proceso de enfrentamiento generacional era inevitablemente doloroso, obligaba a la pérdida de ilusiones, destruía ídolos, provocaba temores, falta de confianza en las propias fuerzas, tristeza, rabia, pero también, simultáneamente, sensación de triunfo y de libertad. El fin de la infancia, la salida del paraíso provocaba angustia, muchos textos literarios recuerdan idealizadamente la niñez feliz e irresponsable y con dolor la entrada en la adolescencia con obligaciones, inseguridades. La pubertad era así la señal del comienzo del cambio. El cuerpo denunciaba lo que el psiquismo tardaría mucho tiempo en adquirir, un cambio fundamental. La inercia de los afectos requería bastante tiempo para adaptarse a la nueva situación y ese tiempo no siempre estaba a disposición. Y estallaban las crisis, mezcla de regresiones y pruebas de independencia. La adolescencia era entonces un momento de grandes cambios y consecuentes pérdidas. Los duelos en la adolescencia. Para Arminda Aberastury, la adolescencia debía realizar como tareas propias, tres procesos de duelo, entendiéndose por tal el conjunto de procesos psicológicos que se producen normalmente ante la pérdida de un objeto amado y que llevan a renunciar al objeto. Los procesos que se suceden en el duelo se han dividido en tres etapas:
infantil debe reemplazarse por una identidad adulta y en ese transcurso surgirá la angustia que supone la falta de una identidad clara.
identidad sexual. Propone también que la inclusión del adolescente en el mundo adulto requiere de una ideología que le permita adaptarse o actuar para poder cambiar su mundo circundante. El adolescente de esa época luchaba, y llegaba a hacerlo violentamente, en el frente interno de su hogar para lograr tres libertades: la libertad en salidas y horarios, la libertad de defender una ideología y la libertad de vivir un amor y un trabajo; en el frente externo, en la sociedad, prefería renunciar a comodidades detrás de aquellos ideales que consideraba acertados. ¿Qué fue de las ideologías? La conformación de una ideología en el sentido de un conjunto de ideas acerca de la vida, parecía ser una tarea estructurante en la adolescencia, previa etapa que podríamos llamar " cartesiana, en la cual se ponían en duda y se criticaban todas las ideas aportadas hasta el momento por padres y maestros. Luego de una latencia y una pubertad en la cual se había sido un repetidor de ideas ajenas, la adolescencia se planteaba como una época para barajar y dar de nuevo en materia ideológica. En diferentes épocas los adolescentes fueron los más atraídos por las grandes ideologías sobre todo cuando éstas suponían un enfrentamiento con la de la familia. Arminda Aberastury nos dice que el adolescencia debía construir un sistema de valores, una ética propia, conciente, no mera repetición o puesta en acto de valores introyectados en edades en las cuales no había posibilidad de conceptualizarlos y menos aún, criticarlos. Esa ideología creada o recreada por cada adolescente era, para Erikson , constituyente de la propia identidad. Si no olvidamos que la adolescencia sólo puede comprenderse en relación con el medio y el momento en que se desarrolla, el concepto de Erikson es bastante claro. El y la sociedad en la que vivía creían en el progreso, en el mejoramiento del ser humano y ubicaban en el adolescente la necesidad de una ética que lo preservara del cinismo y del patetismo. Ese adolescente tenía en sí la capacidad de corregir los errores de las generaciones anteriores y no cabían dudas de que estaría dispuesto a ejercerla. Pero ¿qué ocurrirá cuando el medio, la cultura que rodea al adolescente haya decretado el "fin de las ideologías"? ¿Contra qué marco rebelarse? ¿Qué marco utilizar como continente para la propia personalidad? ¿De qué ética aferrarse? Incluso sin que la ideología cuestionada por los adolescentes fuera uno de los grandes sistemas creados por la humanidad, el grupo de ideas que éstos cuestionaban implicaba por lo menos "la muerte de las ideologías de nuestros padres". Pero en nuestra época la cultura que los rodea también les ahorra este trabajo, fomentando que ellos asuman actitudes escépticas o cínicas. Louise Kaplan continúa presentando a los adolescentes actuales como seres esencialmente éticos, "ávidos buscadores de autenticidad moral"28, rebeldes, apasionados e impulsivos,
En su vida privada este tipo de adolescente podía llegar a un matrimonio prematuro, y conformar una vida doméstica que apareciera como un "jugar a la casita", mientras experimentaban con relaciones extramatrimoniales y parejas libres. Los autores sostenían que: "...por mucho que estén imbuidos del espíritu adolescente, por lo menos en apariencia, estos jóvenes asumen rápidamente papeles adultos más o menos convencionales." Finalmente, agazapado entre los paréntesis, surgía otro tipo, el de los hedonistas permanentes: "(Hay hedonistas permanentes que difieren de los transitorios porque su apartamiento de la sociedad es más deliberado, se funda más en la convicción personal y puede prolongarse toda la vida. La vida -es una continua búsqueda de excitaciones, a menudo centrada en el surf o el esquí, pero con generosas dosis de alcohol, drogas, sexo, viajes, o cualquier otra cosa que prometa ser estimulante...)". Se encuentran aquí dos elementos para subrayar: la descripción de un grupo de aquellos que no manifiestan conflicto, conformistas, adaptados rápidamente al mundo adulto y, por otro, un grupo muy interesante, el de los hedonistas y, en particular, los permanentes. A nuestro criterio, este grupo apenas esbozado por entonces, parece haber saltado desde ese oscuro lugar a un primer plano. El hedonismo es un condimento importante en nuestra época y la sociedad ofrece toda suerte de insumos para satisfacerlo. Así hoy el modelo social apunta fuertemente al del hedonista permanente, tipo que a fines de los ‘60 solamente se ligaba predominantemente a la adolescencia y hoy parece exceder totalmente ese marco. Es importante destacar que, mientras la visión y descripción del adolescente moderno provenía de aquellos que los enfocaban como objeto de estudio, el modelo de adolescente posmoderno parte no sólo de ellos sino también, y con gran influencia, de los medios masivos los cuales difunden un tipo adolescente en sus propagandas y en sus programas además de divulgar las opiniones de los expertos, que no siempre concuerdan. Sea convencionalista, sea hedonista, el tipo predominante de adolescente actual aparecería menos problematizado de lo que se pensaba. Es interesante considerar el tema de la pérdida de individualidad a la luz de lo expresado por Jameson : "La desaparición del sujeto individual, y su consecuencia formal, el desvanecimiento progresivo del estilo personal, han engendrado la actual práctica casi universal de lo que podríamos llamar el pastiche." El pastiche, el "como si", el plagio, sería el resultado o engendro de la desaparición de la individualidad. Considerar este punto es de gran importancia en la adolescencia en relación con las teorías que sostenían que tal época de la vida era definitoria en la concreción de la propia identidad, paso necesario para el normal desarrollo humano. La identidad individual era considerada una síntesis producto de identificaciones parciales y elaboración propia. El pastiche, en cambio, significa "ser como si fuera otro", la imitación directa sin elaboración propia, sin estilo personal. Nuestros adolescentes en la posmodernidad.
En relación con la Argentina contamos con un estudio realizado por un grupo de investigadoras del CONICET dirigido por Marta Schufer y publicado en un libro titulado Así piensan nuestros adolescentes La sexualidad Todos los jóvenes encuestados manifiestan tener información sobre la sexualidad, obtenida en su mayor parte a partir de los padres. Un 30 % manifiesta haber tenido relaciones sexuales, siendo mayor el porcentaje entre los varones que entre las mujeres. Un 5 % manifiesta estar de acuerdo con las relaciones sexuales prematrimoniales. Ninguno hace comentarios espontáneos sobre la homosexualidad; cuando se les pregunta, el 72% la considera una enfermedad y el 14 % una práctica sexual más. A las autoras les llama la atención esta falta de interés aparente en la homosexualidad durante una etapa de la vida en la cual se juega entre otras cosas la identidad sexual. Otro aspecto que es interesante señalar es que son los padres quienes mayoritariamente hablan con sus hijos de la sexualidad, por lo menos a nivel de información en los niveles de mayor educación. En lo referente a las cuestiones personales, los adolescentes prefieren hablar con sus pares. En general la actitud de estos padres que informan es bastante permisiva respecto a la actividad sexual de sus hijos. La afectividad: Si bien las autoras dan como un hecho que "el primer amor suele ser intenso y apasionado" nuestros adolescentes por su parte dan estas respuestas: “Si nosotros salimos con una chica es para mostrarla en el barrio. Si estás de novia es de re-sufrir. Tenés que hacer demasiadas cosas por él, levantarte temprano para ir a verlo jugar… Yo estuve metida y me aburrí, cada cosa a su tiempo.” Estas respuestas, más que dar cuenta de algún apasionamiento, parecen remitir a un tipo de vínculo breve, superficial, exhibicionista y, aun así o tal vez por eso mismo, cansador. c. Modelos de identificación ¿Con quién se identifican nuestros jóvenes? En algunos grupos surgió la ausencia total de modelos de identificación: “No tenemos con quien identificarnos, los profesores, los que gobiernan, no queremos ser como ellos.” El 47 % respondió que no admiraba a ninguna persona. El 27 %, de los cuales un 17% eran mujeres de privada católica, dijo que admiraba a sus padres. Un 15 % dice que admira a figuras deportivas, 27 % a figuras! del espectáculo (sobre todo musical). Un 5 % a figuras políticas (Perón, Alfonsín, Hitler), respuestas sobre todo de varones. Un 6 % a Dios, Jesucristo. ... Si generaciones anteriores tomaban ya como modelo a los actores y actrices esto sigue ocurriendo en cierta medida, pero al respecto es interesante mencionar la consideración que hace Fredric Jameson respecto a la generación de actores actuales: "La generación inmediatamente anterior se distinguió por proyectar por encima de los diferentes papeles representados y a través de ellos, una imagen muy marcada de su personalidad fuera de la pantalla"; imagen que a menudo connotaba rebelión e inconformismo. La generación reciente de actores estelares sigue garantizando la funciones convencionales de estrellato (de manera sobresaliente la sexualidad), pero con una completa ausencia de “personalidad” en el sentido tradicional, como contagiada del anonimato propio de la interpretación."
pesado, matronal, que daba cuenta de su capacidad de procrear y su dedicación a la casa y crianza de sus hijos. Iría luciendo con los años canas, arrugas y kilos, no como vergüenza sino por el contrario como muestra de honorabilidad y fuente de respeto. Por su parte los hombres también adquirían kilos, abdomen o ambos, lentes, arrugas, calvicie, bigotes o barbas canas que les darían un aspecto digno de la admiración de las generaciones más jóvenes. En ese contexto el adolescente lucía un aspecto desgraciado. Nada se encontraba en él de admirable, estéticamente rescatable. Es cierto que aún hoy nadie postula como admirable la cara cubierta de acné ni los largos brazos o piernas alterando las proporciones, pero también es cierto que la mirada que cae hoy en día sobre el adolescente es muy diferente. Su cuerpo ha pasado a idealizarse ya que constituye el momento en el cual se logra cierta perfección que habrá que mantener todo el tiempo posible. Cuando la técnica no puede más, el cuerpo cae abruptamente de la adolescencia, supuestamente eterna, en la vejez sin solución de continuidad. Cae en la vergüenza, en la decadencia, en el fracaso de un ideal de eternidad. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué ha pasado con el duelo por el cuerpo de la infancia que hacía el adolescente moderno, adolescente que sólo era un pasaje desde la niñez aun ideal adulto? El adolescente posmoderno deja el cuerpo de la niñez pero para ingresar de por sí en un estado socialmente declarado ideal. Pasa a ser poseedor del cuerpo que hay que tener, que sus padres (¿y abuelos?) desean mantener, es dueño de un tesoro. b. El duelo por los padres de la infancia: Los padres de la infancia son quizás los únicos "adultos" en estado puro que se encuentran a lo largo de la vida. Se los ve como tales, sin fisuras. Ir creciendo significa, en cambio, descubrir que detrás de cada adulto subsisten algunos aspectos inmaduros, impotencia, errores. La imagen de los padres de la infancia es producto de la idealización que el niño impotente ante la realidad que lo rodea y débil ante ellos desarrolla como mecanismo de defensa. A menudo esa idealización es promovida por los mismos padres quienes obtienen satisfacción de ser admirados incondicionalmente por ese público cautivo a quien también pueden someter autoritariamente. Pero este proceso también ha sufrido diferencias. Los padres de los adolescentes actuales crecieron en los años, incorporaron un modo de relacionarse con sus hijos diferente del que planteaban los modelos clásicos, desarrollaron para sí un estilo muy distinto del de sus padres. ¿En qué residen esas diferencias? En lo referente a sí mismos estos padres buscan como objetivo ser jóvenes el mayor tiempo posible, desdibujan al hacerlo el modelo de adulto que consideraba la modernidad. Si ellos fueron educados como pequeños adultos, vistiendo en talles pequeños ropas incómodas para remedar a los adultos, ahora se visten como sus hijos adolescentes. Si recibieron pautas rígidas de conducta, comunes por entonces a toda una generación, al educar a sus hijos renuncian a ellas, pero no generan otras nuevas muy claras, o por la menos cada pareja de padres improvisa, en la medida en que la necesidad la impone, alguna pauta, a veces tardíamente. Si fueron considerados por sus padres incapaces de pensar y tomar decisiones, ellos han pasado a creer que la verdadera sabiduría está en sus hijos sin necesidad de agregados, y que su tarea es dejar que la creatividad y el saber surjan sin interferencias. Si sus padres fueron distantes, ellos borran la distancia y se declaran compinches de sus hijos, intercambiando confidencias. A medida que fue creciendo, el niño de estos padres no incorporó una imagen de adulto claramente diferenciada, separada de sí por la brecha generacional y cuando llega a la adolescencia se encuentra con alguien que tiene sus mismas dudas, no mantiene valores
claros, comparte sus mismos conflictos. Ese adolescente no tiene que elaborar la pérdida de la figura de los padres de la infancia como lo hacía el de otras épocas. Al llegar a la adolescencia está más cerca que nunca de sus padres, incluso puede idealizarlos en este período más que antes. Aquí difícilmente haya duelo y paradójicamente se fomenta más la dependencia que la independencia en un mundo que busca mayores libertades. El duelo por el rol y la identidad infantiles: ¿Qué significa ser niño? Ser dependiente, refugiarse en la fantasía en vez que afrontar la realidad, buscar logros que satisfagan deseos primitivos y que se obtienen rápidamente, jugar en vez que hacer esfuerzo. Si describimos al niño en edad de incorporarse a un jardín de infantes, nos encontramos con alguien que se cree capaz de logros que en su mayoría no le son posibles y ante los cuales sufre heridas muy fuertes en su autoestima, una personita incapaz de esperar para lograr lo que quiere y un ser humano a quien no le importan demasiado los otros miembros de su especie en la medida en que no es capaz de compartir nada con los. Llegados a este punto parece imprescindible diferenciar dos conceptos psicoanalíticos que suelen confundirse: el de yo ideal y el de ideal del yo.35 Ante una imagen de sí mismo real poco satisfactoria, muy impotente, el niño pequeño desarrolla una imagen ideal, un yo ideal en el cual refugiarse. Esta estructura se organiza sobre la imagen omnipotente de los padres y ante una realidad frustrante que promueve esa imagen todopoderosa de sí mismo confeccionada a imagen y semejanza de sus mayores, la cual le permite descansar, juntar fuerzas y probar de nuevo ante un error. Los padres primero y los maestros después tienen la difícil tarea de provocar la introyección de otra estructura, el ideal del yo. Si se acepta este planteo, de él se deduce que los valores primitivos de la infancia no sólo no se abandonan sino que se sostienen socialmente, por lo tanto no parece muy claro que haya que abandonar ningún rol de esa etapa al llegar a la adolescencia Se podrá seguir actuando y deseando como cuando se era niño, aquí tampoco habrá un duelo claramente establecido. ¿Dónde están los adultos de antaño? a. La identidad sexual : La preocupación por el desarrollo de la identidad sexual cobró gran importancia en la psicología a partir de la obra de Freud. Su teoría sexual exponía claramente el papel que cumplía sobre la posterior normalidad o patología, el haber superado las etapas tempranas de fijación de la libido y el Complejo de Edipo. La genitalidad implicaba una unión heterosexual. Para acceder a la misma el adulto, debía haber resuelto cuando niño el Complejo de Edipo, lo cual implicaba haberse identificado con el padre del mismo sexo y elegir como objeto de amor al contrario. Para el psicoanálisis, entonces, la homosexualidad debía incluirse dentro de las anormalidades sexuales. La adolescencia fue considerada desde que se la tomó como objeto de estudio, una etapa de búsqueda de la propia identidad sexual, en la cual debía desestimarse alguna experiencia homosexual ya que la misma si no quedaba fijada como conducta formaba parte de la investigación y determinación de la identidad sexual. Tales conductas cobraban otra importancia en cambio en los adultos. Aberastury sostenía que un cuarto duelo durante la adolescencia se debía a la necesidad de superar la pérdida de la bisexualidad infantil, pero en la actualidad la bisexualidad no sólo no parece requerir duelo sino que aparece como una característica atractiva en figuras del campo artístico, por ejemplo. El modelo heterosexual exclusivo ha quedado como uno más entre aquellos que muestran los medios masivos como imitables. Sea como sea, la "clara identidad