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Se realiza este trabajo con el fin de entender un poco mas dicho tema y su fisiopatologia, tratamiento y medicamnetos
Tipo: Apuntes
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Infarto agudo de miocardio
desarrollo del ateroma, que son las siguientes: hipercolesterolemia, hipertensión, sexo masculino, diabetes mellitus, aumento de lipoproteínas, tabaquismo, estado postmenopáusico, inactividad física y obesidad. Constitución del ateroma. La evolución a placa ateroesclerótica de la estría grasa se produce por la migración de células musculares lisas que se encuentran en la capa media de la pared del vaso hacia la íntima, donde proliferan y producen la matriz fibrosa extracelular. Esta es la transición determinante a la lesión fibroadiposa (placa ateroesclerótica). La migración y el crecimiento de células musculares lisas en la íntima se deben a la acción de diversos mediadores como las citocininas y otros factores estimulados por las mismas lipoproteínas transformadas y por los macrófagos activados. No obstante, en la evolución de la lesión intervienen también factores de la coagulación sanguínea y procesos trombóticos. Por último, la placa de ateroma también fija calcio y contribuye al proceso de calcificación de la lesión. En resumen, la formación de la placa aterosclerótica implica una gran complejidad de fenómenos que tienden a disminuirla o a favorecer su evolución: entrada y salida de lipoproteínas y leucocitos, proliferación celular y fibrosis y depósitos de calcio. Además, su evolución depende en gran medida del tipo de vida, de la alimentación, del sexo, etc.
Características Clínicas Dado que la profundidad transmural de la necrosis no puede determinarse con precisión mediante la evaluación clínica, los infartos suelen clasificarse como IMEST o IMSEST en función del hallazgo de supradesnivel del segmento ST u ondas Q en el ECG. El volumen de miocardio necrosado puede estimarse en forma aproximada de acuerdo con la extensión y la duración del aumento de la concentración de creatina cinasa (CK) o por los niveles máximos de las troponinas cardíacas medidas con mayor frecuencia. El infarto de miocardio sin elevación del segmento ST (IMSEST, infarto de miocardio subendocárdico) representa la necrosis miocárdica (reflejada a través de los marcadores cardíacos en sangre, con incremento de las concentraciones de troponina I o troponina T y CK) sin elevación aguda del segmento ST. Pueden encontrarse cambios electrocardiográficos como infradesnivel del segmento ST, inversión de la onda T o ambos.
82.6%) y tabaquismo (57 vs. 48%), mientras que en el sexo femenino se observó más frecuentemente diabetes mellitus (15-39 vs. 10-26%). El registro YOUNG-MI mostró que aproximadamente un 9% de los pacientes con IAM menores de 50 años tenían probable o definitiva hipercolesterolemia familiar y solo el 42.8% estaba con tratamiento previo con estatina. En cuanto a factores genéticos, se ha demostrado que altas concentraciones del inhibidor de activación del plasminógeno tipo 1, la presencia de polimorfismos de nucleótidos simples, variantes en genes de paroxonasa 1, receptor toll-like tipo 4 y metaloproteinasa 3, están asociados a eventos trombóticos. Su estudio se ha realizado únicamente para fines de investigación y no se lleva a cabo de manera estándar en la población joven.
La disnea o dificultad para respirar se produce cuando el daño del corazón reduce el gasto cardíaco del ventrículo izquierdo, causando insuficiencia ventricular izquierda y, como consecuencia, edema pulmonar. Otros signos Otros signos incluyen excesiva sudoración, debilidad, mareos, palpitaciones, náuseas de origen desconocido, vómitos y desfallecimiento. Es probable que la aparición de estos últimos síntomas sea consecuencia de una liberación masiva de catecolaminas del sistema nervioso simpático como una respuesta natural al dolor. Los signos más graves incluyen la pérdida del conocimiento debido a una inadecuada perfusión cerebral y shock cardiogénico, e incluso muerte súbita. Las mujeres tienden a experimentar síntomas marcadamente distintos de los típicos en varones: en ellas los más comunes son la disnea, la debilidad, la fatiga e incluso la somnolencia. Aproximadamente una cuarta parte de los infartos de corazón son silentes, es decir, aparecen sin dolor de pecho y otros síntomas. Este curso silente es el más común en ancianos, en pacientes diabéticos y después de un trasplante de corazón. Los ataques cardíacos pueden ocurrir en cualquier momento, pero la gran mayoría sucede entre las 4 de la madrugada y las 10 de la mañana, a causa de los niveles más elevados de adrenalina en sangre liberada de las glándulas suprarrenales durante las primeras horas del día. El aumento de adrenalina puede contribuir a la ruptura de las placas de colesterol.
sobreviene en el transcurso de los primeros cinco días después del infarto y 90% dentro de las primeras dos semanas. La rotura puede deberse a la expansión de la zona periinfarto; ocurre adelgazamiento de la pared infartada en respuesta a tensión aumentada. El movimiento paradójico del segmento infartado en el margen de la zona infartada también puede contribuir a la tensión, lo que da por resultado rotura de músculo. Los pacientes pueden quejarse de recurrencia de dolor torácico y un ECG puede mostrar elevación persistente de ST con ondas Q. La intervención expedita en ese momento puede incluir ecocardiografía con pericardiocentesis, colocación de IABP y cateterismo cardíaco urgente con anticipación de intervención quirúrgica inmediata. Lamentablemente, con demasiada frecuencia los signos de rotura cardíaca no aparecen sino hasta que ocurre descompensación hemodinámica aguda con paro cardíaco debido a disociación electromecánica. La tasa de rotura cardíaca después de MI está disminuyendo debido a terapia de reperfusión temprana. Empero, la tasa de mortalidad aún es en extremo alta. El tratamiento exitoso de rotura cardíaca exige que el médico tenga un alto índice de sospecha, y que emprenda intervención inmediata para que haya alguna posibilidad de evitar la muerte. Arritmias ventriculares La incidencia de arritmias ventriculares malignas posinfarto en pacientes con MI agudo parece estar disminuyendo, quizá debido al uso de terapia de reperfusión. También es concebible que las intervenciones como β-bloqueadores por vía intravenosa también hayan contribuido a esta declinación. Debido a la incidencia creciente de VT y fibrilación en pacientes con infarto agudo, así como a una proporción desfavorable de beneficio-riesgo, no se recomienda el uso profiláctico de lidocaína. Si bien la administración profiláctica de lidocaína reduce la incidencia de VF, en muchas series se asocia con un incremento de la muerte cardíaca, posiblemente porque suprime ritmos de escape ventriculares en pacientes que también pueden estar propensos a bradicardia. Dado que las arritmias de aviso, alguna vez consideradas progenitoras de VF, no parecen ser altamente predictivas, se recomienda que sólo las arritmias sintomáticas y la VT sean indicaciones para tratamiento. La VT con alteración hemodinámica, angina o edema pulmonar, y la VF deben tratarse con descarga eléctrica inmediata. La VF monomórfica sostenida sin alteración hemodinámica, angina o edema pulmonar puede tratarse con
amiodarona. La amiodarona debe administrarse como un bolo inicial de 150 mg durante 10 minutos. Si persisten las arritmias, pueden administrarse bolos adicionales de 150 mg cada 10 a 15 minutos; sin embargo, la dosis total nunca debe exceder 2.2 g en 24 horas. Es posible que se induzcan hipotensión y CHF durante la administración aguda de amiodarona como resultado de sus efectos inotrópicos negativos. Si la amiodarona no alivia los síntomas o las arritmias, debe tratarse a los pacientes con procainamida por vía intravenosa. La dosis de carga inicial es de 1 g, a no más de 50 mg/min, seguida por goteo de 2 a 6 mg/min. La tasa de administración por vía intravenosa lenta y continua se debe reducir si ocurre hipotensión; este efecto se debe a los efectos α-adrenérgicos de la procainamida. Si es exitoso, el fármaco se continúa hasta que el paciente esté hemodinámicamente estable; a continuación se puede disminuir de manera lenta y progresiva después del inicio del tratamiento con fármacos de prevención secundaria, y de hacer una evaluación en términos de estratificación de riesgo a largo plazo. En raras ocasiones, quizá sea necesario colocar un marcapasos en el ventrículo derecho para competir con arritmias ventriculares malignas o suprimirlas por sobreestimulación. Esto por lo general se reserva para ritmos resistentes a farmacoterapia y, en ocasiones, puede salvar la vida. El marcapasos ventricular generalmente se ajusta a 90 a 100 bpm, o cualquier frecuencia que sea necesaria para suprimir las arritmias ventriculares. En hasta 40% de los pacientes ocurre ritmo idioventricular acelerado, y en algunas circunstancias puede ser un marcador de reperfusión. En general se cree que este ritmo es benigno, y generalmente no se trata.
El ECG normal o inespecífico define un grupo de bajo riesgo pero no descarta la isquemia miocárdica. La elevación o descenso transitorios o mantenidos del ST sugieren una mayor probabilidad de isquemia y por tanto mayor riesgo. Las alteraciones de la onda T tienen menos significado. Las alteraciones de la repolarización con y sin dolor son mucho más específicas Los marcadores de daño miocárdico: la aparición en sangre periférica de marcadores intracelulares es diagnóstica de daño miocárdico y tiene valor pronóstico existiendo una relación directa entre el valor sérico alcanzado y el riesgo de consecuencias adversas. Los más utilizados son la mioglobina, las troponinas y la CK-MB masa cuyas características se describen en la tabla 1. Con estos datos de la historia clínica podemos clasificar a los pacientes con dolor torácico en tres grupos que serán la base de los principales algoritmos para su manejo posterior:
Antitrombínicos. Se emplean las heparinas y la warfarina. Todos los tratamientos anticoagulantes comportan riesgo de hemorragia, lo cual puede provocar situaciones peligrosas. Beta-Bloqueadores Su acción se basa en una reducción de la demanda miocárdica de oxígeno, ya que son capaces de reducir la frecuencia cardíaca, la contractilidad cardíaca y la presión arterial. El resultado es que el corazón late más despacio y con menos fuerza y, por tanto, necesita menos oxígeno. Se administran a todos los pacientes en los que no están contraindicados y se mantienen durante, al menos, dos o tres años. Se distinguen tres grupos: No selectivos: alprenolol, carteolol, nadolol, oxprenolol, penbutolol, propanolol, sotalol y timolol. B1-selectivos: acebutolol, atenolol, bisoprolol, celiprolol, esmolol, metoprolol y nebivolol. Bloqueadores B1 + agonistas alfa-1-adrenérgicos: carvedilol y labetalol. El acebutolol, el metoprolol, el propranolol y el timolol resultan idóneos; el carvedilol, el bisoprolol o el metoprolol de acción prolongada también pueden ser apropiados para los pacientes con disfunción ventricular izquierda. Antagonistas del calcio Impiden la entrada de calcio en las células del miocardio. De este modo, disminuyen la tendencia de las arterias coronarias a contraerse y además reducen el trabajo del corazón y, por tanto, sus necesidades de oxígeno. También disminuyen la tensión arterial. Se emplean el verapamilo (fenilalquilamina) y el diltiazem (benzotiazepina), que pueden utilizarse si no cabe la posibilidad de administrar un beta-bloqueador. Sin embargo, ningún otro antagonista de los canales de calcio está indicado para el tratamiento prolongado habitual después de un infarto de miocardio. Su administración está contraindicada en pacientes que sufran insuficiencia cardíaca, bradicardia, bloqueo auriculoventricular, hipotensión y disfunción del nodo sinusal.
Por tanto, diltiazem y verapamilo pueden ser una alternativa terapéutica lógica en los pacientes en los que no se puedan utilizar beta-bloqueadores después del infarto. Actualmente el National Heart, Lung, and Blood Institute advierte de que el nifedipino de acción corta debería tomarse con gran precaución (si se prescribe), especialmente a dosis altas, en pacientes con angina de pecho. Nadie que esté tomando antagonistas del calcio debería dejar de tomarlos repentinamente, porque esto puede aumentar peligrosamente el riesgo de hipertensión arterial. La sobredosis puede causar descensos peligrosos de presión arterial y enlentecimiento de los latidos cardíacos. Debe destacarse que beber zumo de pomelo de forma concomitante a la administración de estos fármacos puede incrementar sus efectos, a veces hasta alcanzar niveles tóxicos. Las mujeres tienden a experimentar síntomas marcadamente distintos de los típicos en varones: en ellas los más comunes son la disnea, la debilidad, la fatiga e incluso la somnolencia Como efectos adversos cabe destacar frialdad en las extremidades, bradicardia sintomática, un incremento en la sintomatología respiratoria en pacientes que presentan asma y enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, disminución de la función cardíaca, trastornos gastrointestinales y disfunción sexual. Además, la fatiga y la letargia son los efectos adversos psicológicos más comunes. Algunas personas experimentan pesadillas y alteraciones del sueño, depresión y pérdida de memoria. La capacidad de hacer ejercicio puede reducirse. IECA En el tratamiento de pacientes con infarto, los IECA se administran habitualmente de forma precoz tras el infarto, particularmente en pacientes con riesgo de insuficiencia cardíaca. Se emplean en la hipertensión y se recomiendan habitualmente como tratamiento de primera línea en personas con diabetes, daño renal, para algunos supervivientes de infarto y para pacientes con insuficiencia cardíaca. Los IECA impiden la conversión de la angiotensina i en angiotensina ii. Son antihipertensivos eficaces y suelen tolerarse bien. Los fármacos más importantes de este grupo son captopril, enalapril, lisinopril y ramipril.
https://www.msdmanuals.com/es-co/professional/trastornos- cardiovasculares/enfermedad-coronaria/infarto-agudo-de-miocardio- im#:~:text=El%20infarto%20de%20miocardio%20sin,y%20van%20desde %20angina... https://www.revespcardiol.org/es-guia-esc-2020-sobre-el-articulo- S https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409- 41422000000300008#:~:text=Fisiopatolog%C3%ADa%3A%20El%20infarto %20del%20miocardio,s%C3%BAbita%20de%20una%20arteria%20coronaria.