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trabajodeantropologíabasica, Traducciones de Filosofía

antropologia ultimo trabajo de unidad

Tipo: Traducciones

2019/2020

Subido el 11/06/2020

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santos-fernandez-yamilet 🇵🇪

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6. LA LIBERTAD
1. ¿Qué significa ser libre?
La libertad es una palabra mágica que convoca los corazones. ¿Quién no siente una vibración interior
cuando se la menciona? o ¿quién no se rebela interiormente ante la posibilidad -aunque sea solo
pensada- de que el país en el que vive pueda ser sometido por una potencia extranjera? La libertad
parece tocar el núcleo de la persona de un modo más decisivo que el de la inteligencia. Por eso,
desentrañar su sentido profundo es una tarea ineludible para comprender al hombre de manera
radical. Pero ¿qué significa exactamente ser libre?, ¿cuál es el misterio humano que se esconde bajo
esa palabra tan valorada? A primera vista no parece sencillo establecerlo, ya que la fenomenología
de la libertad es muy amplia. Libertad sugiere independencia, apertura, autonomía, capacidad de
elección, poder, querer, amor, voluntad. Soy libre cuando elijo y cuando puedo elegir; soy libre
porque mi voluntad lo es; por ser libre puedo amar y por ser libre soy responsable. Libertad es
también apertura ante lo nuevo y falta de constricción: no estar ligado por vínculos ni por cadenas
materiales, por supuesto, pero tampoco espirituales.
¿Qué es, pues, la libertad? ¿Cuál es lo accesorio y lo esencial en este marco tan amplio de
posibilidades? ¿Cuál es el núcleo que nos puede permitir afirmar que en la libertad está la
centralidad de lo humano? Una primera aproximación a la idea de la libertad nos la da la noción de
apertura. Ser libre es ser abierto y capaz de interaccionar con el mundo de una manera quasi-infinita
en coherencia con la espiritualidad del hombre. Frente al fijismo de lo material, la persona está
abierta a la multiplicidad de lo real. Incluso, como hemos visto, su cuerpo está preparado para esta
posibilidad. Pero esta explicación, sin ser falsa, es demasiado genérica. No llega al fondo de la
cuestión ni satisface nuestras expectativas. Nadie entrega su vida por una genérica apertura. Para
comprender a fondo el enigma de la libertad, resulta imprescindible ir más allá. Un paso más lo
proporciona la idea de elección. Libertad es elegir. Soy libre porque puedo elegir de entre todas las
posibilidades que se me presentan la que deseo, la que quiero, porque yo, como última instancia
absoluta, lo establezco. ¿No está aquí la esencia de la libertad? A primera vista parecería que así es;
libertad es, ciertamente, elegir y,a mayor capacidad de elección, mayor libertad. Además, dejo de
ser libre justo cuando no puedo elegir, cuando alguien me impone sus opciones o me confina en un
espacio cerrado del que no puedo salir. Pero, aunque pueda parecer sorprendente, la libertad no
consiste fundamentalmente en elegir. Identificar libertad con elección supone aceptar
implícitamente que la libertad se refiere solo a las acciones y no a la persona en cuanto tal. Pero esto
es un error, como ya señaló Max Scheler: «Libre' es originariamente un atributo de la persona, no de
ciertos actos (como querer) ni del individuo. Las acciones de un hombre nunca pueden ser más libres
que él mismo». La libertad, pues, es apertura, pero no solo; es elección, pero es más que elección.
¿Cuál es, entonces, el núcleo de la libertad? Karol Wojtyla, en Persona y acción, lo ha señalado de
modo certero y profundo: la libertad es, sobre todo y fundamentalmente, autodeterminación y,más
precisamente, autodeterminación a través de las acciones. La libertad es la capacidad que tiene la
persona de disponer de sí misma y de decidir su destino a través de sus acciones. Este es el núcleo
de la libertad, su estructura esencial.
2. «Yoquiero algo»: la estructura esencial de la libertad
La estructura esencial de la libertad la encontramos en una experiencia muy común que podemos
expresar del siguiente modo: «yo quiero algo». En esta experiencia tan corriente como profunda
anidan todas las dimensiones de la libertad. Si reflexionamos sobre ella, lo primero que salta a la
vista es que yo elijo un objeto, un «algo» de los muchos que existen en el mundo. Pero, si no nos
detenemos ahí y miramos con más atención, descubrimos que ese «algo» no queda fuera de mí, sino
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6. LA LIBERTAD

  1. ¿Qué significa ser libre? La libertad es una palabra mágica que convoca los corazones. ¿Quién no siente una vibración interior cuando se la menciona? o ¿quién no se rebela interiormente ante la posibilidad -aunque sea solo pensada- de que el país en el que vive pueda ser sometido por una potencia extranjera? La libertad parece tocar el núcleo de la persona de un modo más decisivo que el de la inteligencia. Por eso, desentrañar su sentido profundo es una tarea ineludible para comprender al hombre de manera radical. Pero ¿qué significa exactamente ser libre?, ¿cuál es el misterio humano que se esconde bajo esa palabra tan valorada? A primera vista no parece sencillo establecerlo, ya que la fenomenología de la libertad es muy amplia. Libertad sugiere independencia, apertura, autonomía, capacidad de elección, poder, querer, amor, voluntad. Soy libre cuando elijo y cuando puedo elegir; soy libre porque mi voluntad lo es; por ser libre puedo amar y por ser libre soy responsable. Libertad es también apertura ante lo nuevo y falta de constricción: no estar ligado por vínculos ni por cadenas materiales, por supuesto, pero tampoco espirituales. ¿Qué es, pues, la libertad? ¿Cuál es lo accesorio y lo esencial en este marco tan amplio de posibilidades? ¿Cuál es el núcleo que nos puede permitir afirmar que en la libertad está la centralidad de lo humano? Una primera aproximación a la idea de la libertad nos la da la noción de apertura. Ser libre es ser abierto y capaz de interaccionar con el mundo de una manera quasi-infinita en coherencia con la espiritualidad del hombre. Frente al fijismo de lo material, la persona está abierta a la multiplicidad de lo real. Incluso, como hemos visto, su cuerpo está preparado para esta posibilidad. Pero esta explicación, sin ser falsa, es demasiado genérica. No llega al fondo de la cuestión ni satisface nuestras expectativas. Nadie entrega su vida por una genérica apertura. Para comprender a fondo el enigma de la libertad, resulta imprescindible ir más allá. Un paso más lo proporciona la idea de elección. Libertad es elegir. Soy libre porque puedo elegir de entre todas las posibilidades que se me presentan la que deseo, la que quiero, porque yo, como última instancia absoluta, lo establezco. ¿No está aquí la esencia de la libertad? A primera vista parecería que así es; libertad es, ciertamente, elegir y,a mayor capacidad de elección, mayor libertad. Además, dejo de ser libre justo cuando no puedo elegir, cuando alguien me impone sus opciones o me confina en un espacio cerrado del que no puedo salir. Pero, aunque pueda parecer sorprendente, la libertad no consiste fundamentalmente en elegir. Identificar libertad con elección supone aceptar implícitamente que la libertad se refiere solo a las acciones y no a la persona en cuanto tal. Pero esto es un error, como ya señaló Max Scheler: «Libre' es originariamente un atributo de la persona, no de ciertos actos (como querer) ni del individuo. Las acciones de un hombre nunca pueden ser más libres que él mismo». La libertad, pues, es apertura, pero no solo; es elección, pero es más que elección. ¿Cuál es, entonces, el núcleo de la libertad? Karol Wojtyla, en Persona y acción, lo ha señalado de modo certero y profundo: la libertad es, sobre todo y fundamentalmente, autodeterminación y,más precisamente, autodeterminación a través de las acciones. La libertad es la capacidad que tiene la persona de disponer de sí misma y de decidir su destino a través de sus acciones. Este es el núcleo de la libertad, su estructura esencial.
  2. «Yoquiero algo»: la estructura esencial de la libertad La estructura esencial de la libertad la encontramos en una experiencia muy común que podemos expresar del siguiente modo: «yo quiero algo». En esta experiencia tan corriente como profunda anidan todas las dimensiones de la libertad. Si reflexionamos sobre ella, lo primero que salta a la vista es que yo elijo un objeto, un «algo» de los muchos que existen en el mundo. Pero, si no nos detenemos ahí y miramos con más atención, descubrimos que ese «algo» no queda fuera de mí, sino

que repercute sobre mi «yo» y lo modifica. Es más, en realidad, soy yo quien me modifico a mí mismo cuando realizo la acción de querer, cuando pongo en el mundo la acción «yo quiero». La experiencia «yoquiero algo» nos muestra, por tanto, que la libertad consta de elección y de autodeterminación, siendo este último el aspecto más esencial. a) La libertad como autodeterminación Para comprender la autodeterminación, resulta necesario partir de una serie de conceptos previos, como el de autoposesión. Autoposesión significa que la persona es dueña de sí, independiente y autónoma, y no está radicalmente a disposición de otro, sino de sí misma. La autoposesión da lugar al autodominio -entendido no en sentido psicológico, sino estructural- y ambos, de manera conjunta, hacen posible la intimidad: yo soy mío, y por serlo y para poder serlo tengo un espacio propio en el que vivo y habito, y en el que decido de mi destino. Según Yepes, la intimidad es «un espacio interior que nadie puede poseer si uno no quiere, y en el cual yo estoy, de algún modo, a disposición de mí mismo. Soy independiente, autónomo, puedo entrar dentro de mí, y ahí nadie puede apresarme, ni quitarme la libertad. Se trata de un espacio interior inviolable, que puede definirse entonces como un poseerse en el origen, ser dueño de uno mismo, y,en consecuencia, de las propias manifestaciones y acciones». La tortura consiste precisamente en el intento de violar esa intimidad, de romper este autodominio y esta auto posesión para someter al hombre a otra voluntad, la del torturador. Pero esa auto posesión es tan radical que, estrictamente hablando, nunca puede romperse. Ya lo dijo Cervantes por boca de Don Quijote: «Bien sé que no hay hechizos en el mundo que puedan mover y forzar la voluntad, como algunos simples piensan; que es libre nuestro albedrío, y no hay yerba ni encanto que le fuerce». Pero sí que es posible, sin embargo, someter a la persona a tal grado de violencia que o bien no sea capaz de resistirla y ceda a los deseos del torturador o quebrante de tal modo su estructura psicológica que pierda, desde el punto de vista ejecutivo, el autodominio y la responsabilidad. Lo que se rompe entonces no es la estructura constitutiva por la cual la persona se autoposee, sino los niveles físicos o psicológicos mediante los cuales esa estructura se manifiesta y expresa. Pues bien, es precisamente este dominio de la persona sobre sí misma el que hace posible la dimensión esencial de la libertad: la autodeterminación. «Todo 'querer' verdaderamente humano, indica Wojtyla, es precisamente autodeterminación (...) y presupone estructuralmente la autoposesión. En efecto, se puede decidir solo de lo que realmente se posee. Y puede decidir solo quien posee. El hombre decide de sí mediante la voluntad puesto que se posee a sí mismo». En este decidir sobre sí mismo consiste esencialmente la libertad, pero hay que tener en cuenta que esa decisión se activa en las acciones concretas. Cuando quiero algo, elijo una opción, pero lo que hago fundamentalmente es tomar una decisión sobre mí: ser profesor o periodista, trabajar, descansar, jugar, amar u odiar, son decisiones sobre el mundo pero son, sobre todo, decisiones sobre mí y sobre mi destino. Curiosamente, el aspecto autorreferencial de la libertad, que es el principal, ha sido, sin embargo, el más descuidado. La libertad se ha entendido, sobre todo, como elección. La literatura también ha seguido la misma tendencia, aunque no siempre. El Señor de los anillos, por ejemplo, es un maravilloso canto a la libertad; y también a la libertad autorreferencial. El anillo de Sauron, que simboliza y encarna el poder al que aspiran todos los seres, impone siempre una elección radical: por o contra el anillo. Pero todos saben o intuyen que no están eligiendo simplemente un objeto, sino que se enfrentan a algo mucho más profundo, la decisión sobre su destino: las sombras de Mordor o la luz de Rivendel. Optar por la posesión del anillo es optar por la oscuridad, pero no solo por la externa, sino también por la interna porque el anillo cambia la identidad personal como saber

c) La libertad como decisión La autodeterminación y la elección no se dan separadamente, no existen como acciones aisladas. Ambas son aspectos necesarios de un único momento o acción al que, siguiendo a Wojtyla, denominaremos decisión. El proceso completo de una acción libre es el siguiente. Cuando yo decido realizar una determinada acción:

  1. elijo una opción posible entre muchas otras (eleción, dimensión intencional);
  2. al elegir, dispongo de mí mismo en relación a esa opción concreta y me autodetermino en una dirección determinada. Si, por ejemplo, decido algo tan simple como comer una manzana, estoy eligiendo una opción entre otras posibles. La primera de ella sería comer o no comer, o bien comer una pera en vez de una manzana. Esta es la dimensión intencionalhorizontal. Pero, aunque a primera vista no lo parezca, también estoy decidiendo sobre mí mismo. He elegido una manzana porque me gustan las manzanas y he decidido darme un capricho, o lo he decidido porque me conviene por motivos intestinales o, simplemente, porque tenía hambre y es lo que me caía a mano. En cualquier caso, el hecho esencial es que he decidido sobre mí decidiendo sobre el objeto. Ylo mismo acontece en decisiones más trascendentes. Al elegir una profesión, opto entre el conjunto de trabajos posibles pero, simultáneamente, estoy disponiendo de mí mismo en relación al futuro y estableciendo lo que voy a ser: profesor, ingeniero o dibujante. Por último, es importante advertir que la existencia de las dos dimensiones de la libertad no es accidental en el sentido de que, de hecho, existen, pero podrían no darse. La libertad real, por el contrario, solo esposible gracias a la existencia simultánea de ambas, ya que cada una de ellas hace posible a la otra. La autodeterminación es posible porque existe la libertad de elección, es decir, porque mi voluntad es independiente de los objetos. Si mi voluntad dependiera totalmente del objeto, no podría ejercitar mi autodominio. Si, volviendo a los ejemplos que hemos empleado, estuviera completamente determinado a comer peras, el ámbito de la comida estaría excluido de mi autodominio. Siempre tendría que comer peras independientemente de mis deseos. De igual modo, si estuviera determinado a ser arquitecto, nunca podría determinar libremente mi futuro profesional. No podría decidir lo que yo quiero ser en el ámbito del trabajo. A su vez, la independencia de los objetos del querer es posible gracias a la autoposesión. Yono dependo necesariamente de ningún objeto porque dependo fundamentalmente de mí. Al poseerme a mí mismo no soy poseído por nada, no dependo radicalmente de nada, soy independiente y, por eso, puedo elegir aquello que yo decido.
  1. La autorreaIización de la persona a través de su libertad Hasta ahora hemos visto la libertad en su esencia, en su estructura antropológica de autodeterminación y elección, una estructura que nadie puede modificar de manera esencial ya que viene dada con el mero hecho de ser persona. Pero la libertad tiene un marco concreto de realización y unas condiciones personales que la favorecen o la entorpecen. Si estoy en la cárcel, mi libertad esencial no cambia, pero soy menos libre: necesito espacio, aire, luz, sol y,por tanto, ansío la libertad. Si soy drogadicto, tampoco dejo de ser libre pero de hecho dependo de una droga; mi libertad está erosionada, carcomida y soy menos libre. Si soy eficiente o virtuoso, por el contrario, puedo hacer más cosas, llegar a más, lo cual implica que, de algún modo, mi libertad crece. En definitiva, mi libertad afecta a mi vida ylas condiciones en las que vivo afectan a mi libertad. Podemos distinguir dos aspectos principales en el camino de realización de la libertad.

a) La autorrealización existencial La libertad, al ser disposición de nosotros mismos +autodeterminación-, nos va modificando a lo largo de nuestra existencia, o, más bien, nos modificamos a nosotros mismos a través de la libertad. Como dice S. Gregorio de Nisa, «cada uno de nosotros se hace por propia decisión ... y somos en cierta forma nuestros propios padres, puesto que nos hacemos a nosotros tal cual deseamos». Ante todo, las elecciones conforman nuestra identidad personal: elegimos una profesión u otra, nos empeñamos en una u otra tarea, viajamos a este o aquel país, trabajamos con esfuerzo o no lo hacemos. Todo esto nos conforma poco a poco a partir de dos elementos: lo que somos al nacer y recibimos del ambiente, y el proyecto de vida que hemos elaborado y que constituye nuestro punto de referencia en la toma de decisiones. Somos algo, pero queremos ser más y ser mejores y ese es el camino que recorremos gracias a la libertad. Las elecciones conforman también nuestro ámbito vital. La profesión configura nuestro entorno de trabajo y nuestras relaciones sociales. La ciudad (y el país) en la que vivimos también nos afecta en múltiples aspectos (desplazamientos, cansancio, posibilidades de progresar o, por el contrario, limitaciones). El grupo de amigos es esencial en nuestra vida y lo elegimos nosotros, al igual que la familia que hemos creado. Todo este cúmulo de circunstancias depende, al menos en cierta medida, de las decisiones que tomamos, y estas, una vez adoptadas, condicionan a su vez las decisiones futuras al configurar nuestro marco de relaciones. Si una persona se casa y se onvierte en padre, será distinto de como era antes y las decisiones que tome en el futuro estarán condicionadas por este hecho. De igual manera, depende de cada uno elegir profesión, pero esa decisión le condicionará. Ahora bien, no hay que caer en el error de identificar decisión y compromiso con limitación de posibilidades. La esencia del compromiso no es la limitación de la libertad, sino elposicionamiento vital: cierra unos caminos, pero abre otros. En el ejemplo anterior, si alguien se ha casado y se compromete en la creación de una familia, se impone, evidentemente, una serie de limitaciones pero al mismo tiempo crea un nuevo ámbito de libertad y de desarrollo imposible para quien no ha tomado esa decisión. Elegir, por otro lado, significa apostar, correr un riesgo. Nadie me asegura que mis elecciones sean adecuadas o correctas, o que lleven de hecho a la meta prefijada. Por eso, el desplie gue existencial de la libertad está siempre ligado a la felicidad o a la frustración en la medida en que me acerco o me alejo de mi proyecto vital: tengo la casa que quiero o no la tengo; me he casado con la persona adecuada o me he equivocado y ahora me encuentro en una situación dramática; quiero ascender profesional mente y lo consigo o bien no soy capaz. Aquí está la parte dramática de la vida, el riesgo y la inevitabilidad de la libertad que los existencialistas remarcaron con tanta fuerza. Soylibre aunque no lo quiera y estoy condenado a elegir porque mi destino depende de unas decisiones que, inexorablemente, tengo que tomar, ya que no decidir es también una decisión. b) La autorrealización ética Dentro del despliegue existencial de la libertad hay una parte especialmente importante que es la dimensión moral. El hombre, al actuar, se plantea el dilema de la elección entre el bien y el mal, y esa decisión, por el carácter autorreferencial de la libertad, recae también sobre el sujeto. En efecto, al elegir el bien o el mal, la persona no solo actúa bien o mal, sino que se hace buena o mala, modifica su ser moral mediante el ejercicio de la libertad. Ante todo modifica su ser a través de acciones concretas. Si elijo robar sabiendo que no debo hacerlo, actúo contra mi conciencia y,por lo tanto, hago el mal. Pero el mal no queda fuera de mí como un vestido que