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Unidad III: El pensamiento político absolutista
Tipo: Monografías, Ensayos
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El proceso de cambio iniciado durante la Baja Edad Media, se definió en el siglo XVI. En el campo de las estructuras políticas se desarrolló, en detrimento de los Imperios que pretendían concretar la idea de una Cristiandad unificada, el «estado nacional». En el campo de los sistemas gubernativos, la Edad Moderna fue la etapa de gestación y culminación de la Monarquía fundada en una concepción Absolutista. Este régimen se fue imponiendo paulatinamente en toda la Europa Occidental, aunque con variantes. Los casos más destacados fueron los de la España de Felipe II y de la Francia de Luis XIII y XIV. Los países donde el Absolutismo alcanzó un nivel de menor desarrollo fueron Holanda e Inglaterra, que por tener Burguesías en intenso crecimiento, evolucionaron tempranamente - en pleno siglo XVII, mientras en el resto de Europa imperaba aún la Monarquía Absoluta- hacia la constitución de estados «Liberal-burgueses». EL ESTADO MODERNO O NACIONAL
1. El Estado Nacional se formó a expensas de los poderes imperial y eclesial, y no fue sino la concreción, en el plano de las entidades políticas, de ese «individualismo» propio del humanismo renacentista. Europa se conformó en un Sistema de Estados que conservaban ciertas costumbres e ideas semejantes, las de la «civilización europea»; pero que tenían rasgos culturales particulares que los identificaban - por ejemplo las lenguas-. Eso fue posible porque en el interior de cada uno de ellos, por sobre los localismos del medioevo se había ido desarrollando un sentimiento de «patria» que se extendía a todo el ámbito nacional; y eso se tradujo en lo externo en una gran rivalidad tendiente en realidad al propio engrandecimiento, aunque cada estado justificaba su política aduciendo buscar el «equilibrio de poderes». Los conflictos internacionales fueron por eso incesantes 2. El retroceso de la autoridad imperial. En este nuevo ambiente mental y político, la idea del «Imperio Cristiano » regido por dos Cabezas, el Papa y el Emperador seguía existiendo, pero era inoperante. Carlos I de España y V del Sacro-Imperio encarnó aún en el siglo XVI esa idea medievalizante, pero en los hechos debió conformarse con ser soberano en sus territorios dinásticos y en las tierras alemanas, porque era impensable que los demás soberanos le (^1) Unidad elaborada por la Dra. Elisa Villoria
rindieran vasallaje.
3. Retroceso de la autoridad temporal del Papa. La autoridad del Papa carecía del prestigio de antaño en lo atinente a las cuestiones terrenales. Era abiertamente rechazada en todas aquellas regiones que habían adherido a la Reforma Protestante - Inglaterra, las Provincias Unidas, el Sacro Imperio, la parte occidental de Francia que era mayoritariamente hugonote, grupo de filiación calvinista. En los países católicos, por su parte, empezó a ser cada vez más resistida; de ahí que el Papa debió limitar sus pretensiones para evitar que se incrementara la pérdida de fieles De esa situación derivó la firma de convenios entre el Papado y los monarcas católicos, llamados «Concordatos». El Concordato les reconocía: a) el «Derecho de Patronato», por el cual los reyes podían nombrar por sí o participar en la designación en el acto confirmatorio, a los obispos y abades designados por el Papa en sus diócesis; b) el «Derecho de Regalía», por el cual los monarcas fueron autorizados a «otorgar el pase regio» o en su defecto a «retener» las disposiciones emanadas de la Corte Pontificia, la Nunciatura Apostólica y los Concilios Provinciales, según fueran convenientes o perjudiciales para el Estado desde la perspectiva real; y a percibir las rentas de los obispados y abadías mientras durara la vacancia de los titulares. También debió aceptar el Papa que los jerarcas de la Iglesia fueran sometidos a la jurisdicción real en las cuestiones civiles o penales que los afectaran; y que los poderes públicos se fueran apropiando, en detrimento de la jurisdicción eclesial, de casi todas las causas en las que la población civil estuviera involucrada. Lo que sí conservó el Papa - por lo menos nominalmente- fue el papel de Árbitro Supremo entre las naciones, y en tal carácter le cupo a Alejandro VI, en 1496, el reparto de las tierras descubiertas entre españoles y portugueses. Claro que era un papel que le reconocían los estados católicos, y más en la teoría que en la práctica; lo cual explica que después de las Bulas Pontificias se firmara el Tratado de Tordesillas, y que no sólo los países protestantes ignoraran el reparto de tierras, sino también Francia. Por eso al margen de las disposiciones papales se produjeron las ocupaciones inglesas y francesas en Norteamérica, Canadá, las Antillas. 4. Caracterización del Estado Nacional. Se entiende por Estado Nacional la organización políticamente centralizada, de todos aquellos individuos que componen una «nación», esto es, que por pertenecer a una misma «etnia» portan una misma «cultura», cuyo rasgo definitorio es la «lengua». En realidad, la unidad étnica no era nunca absoluta. En mayor o menor medida, siempre se habían producido migraciones y los pueblos se habían mezclado. En todos los países europeos había judíos. En España en particular había árabes y bereberes - habitantes éstos del norte de África-, que se resistían a abandonar la tierra que había sido suya por 8 siglos. Y por otra parte, cada una de esas pretendidas «naciones» era, en realidad, el resultado de la yuxtaposición de una serie de pueblos, que se habían ido sometiendo según los dictados de la política. Así por ejemplo, «los franceses» eran producto de la fusión de pueblos celtas, galorromanos, francos, burgundios, normandos, todos de etnia indoeuropea; pero por haber sido sometidos por los francos, fue su lengua la que terminó por predominar. Otro tanto ocurrió en España, donde fue la lengua y la cultura de Castilla la que se impuso a celtíberos, aragoneses, catalanes, gallegos; y también a poblaciones no indoeuropeas como vascos, árabes y bereberes. En el fondo, las «naciones» se formaron compulsivamente, por obra de las monarquías. Por tanto, más que de unidad étnica, lo definitorio es la unidad cultural.
rey consideraba todo lo que hoy llamaríamos tierra pública como bienes propios. Por eso, en el caso del producido de los impuestos – por ejemplo-, el rey los considera fondos propios y los distribuía discrecionalmente, tanto para mantener la Corte, organizar fiestas, dar pensiones a la nobleza, pagar a los funcionarios, sostener las instituciones y hacer obra pública. No había separación entre el presupuesto del rey y el del Estado. Será necesaria la concreción de las revoluciones burguesas, en base a la ideología liberal, a partir del siglo XVII en Inglaterra, pero sobre todo en los siglos XVIII y XIX en el continente, para que, los nuevos gobiernos representativos, apliquen las nuevas fórmulas y concreten la separación, conceptual y presupuestaria, entre el Estado y sus gobernantes. La implementación de la monarquía absoluta se concretó en un lento proceso que llevó siglos. En principio, la idea de monarquía absoluta se fue añadiendo, sin destruirlas, a las viejas concepciones de contrato y de costumbre, reglamentando las relaciones de los reyes con sus súbditos y vasallos. Estas relaciones templaron o moderaron el absolutismo monárquico. Con el tiempo, sin embargo, los reyes fueron encontrando los modos de ir cancelando los viejos privilegios de la nobleza y de los municipios burgueses. Se considera que la construcción de la monarquía absoluta fue también un producto de la rivalidad entre los dos sectores dueños de poder económico: nobleza y burguesía. El rey necesitaba a los burgueses, que les proveían los impuestos directos en dinero, y que por su educación y docilidad le proporcionaba los funcionarios. De allí que los reyes tendieron a favorecerlos económicamente concediéndoles empréstitos, monopolios de explotación, arrendamiento de impuestos; y, también, lo cual era fundamental para favorecer el comercio y constituía la razón por la cual los burgueses querían terminar con el régimen feudal, cancelando a los señoríos feudales ciertos privilegios económicos como los derechos de paso al comercio (pago de impuestos para cruzar un puente, o un río, o para pasar de un feudo a otro). Los burgueses anhelaban, y los reyes les concedieron, la construcción de un mercado nacional; y aunque las aduanas internas no desaparecieron totalmente, lo hicieron en gran medida. La aristocracia fue adaptándose a esas nuevas prácticas, y en algunos casos fue aburguesándose, por los matrimonios con burguesas. Sin embargo, así como los burgueses ambicionaban símbolos nobiliarios – que les significaban privilegios sociales, parte de la aristocracia se cerró en casta, la nobleza de espada, que desdeñaba las nuevas formas. Estaban ligados familiarmente entre sí y con el rey, representaban la tradición nobiliaria del reino y daban lustre a la Casa Real. Por tanto, en los casos en los que se empobrecieron, el rey les concedió pensiones, y así los fue docilizando. Los señores con derechos jurisdiccionales fueron desapareciendo a lo largo del Medioevo y comienzos de la modernidad, y se transformaron en nobleza cortesana: y el rey, a cambio de sus servicios en el ejército y la política, les concedía títulos honoríficos – duques, condes, marqueses-, y medios de existencia – cargos y pensiones- , todo a cargo del Estado. El peso impositivo estaba en el sector de los trabajadores: burgueses, artesanos, campesinos, que fueron los que se rebelarían y harían las revoluciones liberales.
jerarquía eclesiástica de cada reino según el rito particular establecido, el rey se transformaba en el «protector temporal» de la Iglesia y conservaba ciertos privilegios, como la comunión en las dos especies. b) El «Derecho Feudal », según el cual el rey, como cabeza de todo el reino, debía respetar las leyes fundamentales del reino o cuerpo jurídico que expresaba ciertas condiciones relativas a su preservación - como los privilegios de la nobleza y de las ciudades-; y el derecho de gentes, en el que constaban ciertos derechos referidos a la propiedad privada y a los privilegios de las corporaciones - que el rey fue eliminando paulatinamente-. c) El «Derecho Romano » - en buena medida en contradicción con el anterior-, que introdujo ciertas nociones destinadas a permanecer: la de un Estado poderoso destinado a mediar en los conflictos entre las colectividades; la de un príncipe cuya voluntad debía ser la ley porque velaba por el bien común, pero que no debía estar sometido a ella; la de un súbdito destinatario de la política gubernamental de orden y bienestar, pero obediente en un todo a ese Estado.
y ampliar la capacidad productiva de la economía a través del tiempo. Los sistemas económicos del mundo moderno son de dos tipos. En primer lugar, el sistema de empresa privada, caracterizado por la propiedad privada de los factores de producción, así como de los bienes y servicios; y también porque las personas, las empresas de negocios y las asociaciones de distinto tipo, pueden dedicarse a cualquier actividad de producción que deseen. En segundo lugar, el sistema socialista , caracterizado porque no existe en ellos propiedad privada. Los factores de producción, los bienes y los servicios, son propiedad de o son controlados por el Estado. En este caso es el Estado el que especifica taxativamente las condiciones de producción y de intercambio. Mientras el primero es descentralizado, el segundo es altamente centralizado. Existen, naturalmente, formas intermedias, en las que por ejemplo, una parte de la producción se reserva al capital privado, y otra parte se reserva el Estado; aunque algunos autores lo llaman sistema mixto, en realidad es una variante del sistema de empresa privada, que se ha aplicado generalmente bajo regímenes autoritarios y nacionalistas. Tanto el sistema medieval como el moderno pertenecen al tipo de empresa privada, pero la diferencia entre ellos es significativa. El sistema medieval puede caracterizarse como « cerrado», «autosuficiente» o «sin mercados exteriores»; su objetivo era la producción para la satisfacción de las necesidades humanas, de ahí que se simbolice - M-D-M- (mercancía-dinero-
No buscaba la prosperidad por sí misma, que era considerada un simple medio, ni la elevación del nivel de vida de la población, que era apenas una consecuencia feliz, pero accesoria. Las actividades económicas debían estimularse para potenciar al Estado, porque se consideraba que un país sin trabajo e invadido por mercancías extranjeras se estancaba y arruinaba, y era fácil presa de las invasiones y la dominación extranjera. Puesto que el desarrollo económico era la condición necesaria de la subsistencia como Nación independiente, su reglamentación y estímulo debía estar en manos del mismo Estado. El mercantilismo impuso, pues, el estatismo económico. Para lograr esa finalidad se hacía necesaria la disponibilidad de masas de moneda de metal precioso, de ahí que el objetivo del Mercantilismo tendiera a la provisión de ese metálico en la mayor cantidad posible. La moneda metálica constituía el principal medio de cambio, y se la necesitaba para impulsar todas las actividades y para la organización y paz del reino. Así, para estimular a los productores y desenvolver la economía, para paliar las hambres colectivas y sus secuelas - las perturbaciones sociales-, para mantener el orden interior y la seguridad exterior - lo cual suponía el sostenimiento de un importante cuerpo burocrático y de tropas-. La moneda era considerada por todo ello «la sangre de la economía », la «misma sangre del Estado». El problema radicaba en que su masa era muy reducida en la Europa del 1500. La competencia entre los Estados para apropiarse de ese metálico era la consecuencia natural. Las ideas y medidas que se implementan a tales efectos fueron las siguientes: a) El Comercio debía controlarse, con el objetivo de lograr una balanza comercial favorable. El comercio de exportación debía favorecerse porque permitía la incorporación de metálico; pero se estimulaba sólo la exportación de productos manufacturados , porque generaba más puestos de trabajo, y porque el factor trabajo incrementaba el precio de sus productos. La exportación de materias primas, por el contrario, debía restringirse, porque la producción primaria debía ser puesta al servicio de la producción artesanal. En teoría, el comercio de importación debía estar prácticamente proscripto si se trataba de productos de lujo - aunque en la realidad esos bienes ingresaban para reyes y nobles-, y debía limitarse si se trataba de productos elaborados, a menos que fueren imprescindibles; pero se consideraba necesario estimular la importación de producción primaria , aún a expensas de los intereses de los agricultores nacionales, porque lo que se buscaba era que la abundancia de recursos determinara la reducción de sus precios, lo cual beneficiaba a la industria. b) La industria debía estimularse preferentemente, para evitar la importación, aún en el caso de que el producto extranjero fuera más barato; de modo que se sacrificaba al consumidor en aras del Estado. Como además de baratos los productos debían ser buenos para ganar los mercados externos, la industria era sometida a múltiples reglamentaciones relativas a la calidad y tipo de productos, y se designaban múltiples inspectores que controlaban permanentemente la actividad c) La agricultura y la ganadería debían ser puestas al servicio de la producción manufacturera. Debían estimularse en particular los productos que servían de base a la defensa nacional: mástiles, madera de construcción, brea, cáñamo, para no tener que depender del extranjero. La materia prima debía ser abundante para que fuera barata, de modo que se asegurara el bajo precio de venta de los productos fabricados para exportación. También se
grupo de súbditos privilegios. El sector social que tenía privilegios eran los nobles, que habían perdido el poder político que tuvieron en el Medioevo, pero conservaban el prestigio social y los honores debidos a su rango. La idea de ciudadanía propia del mundo clásico, aún no había renacido. La organización social continuó siendo estamentaria como en la Edad Media, o sea que había desigualdad jurídica entre los súbditos, y las posibilidades de ascenso social eran escasas. El régimen estamentario es desigual, rígido, jerárquico. Había unos sectores privilegiados y otros no privilegiados. Sin embargo, en este último grupo se produjo una modificación: creció y se afirmó como grupo social la Burguesía Los estamentos fueron tres: Nobleza, Clero y trabajadores. El concepto usado en la época era estado, en el sentido de estado social. Se hablaba de Primer, Segundo y Tercer Estado. El patrón diferenciador de los estratos continuaba siendo la función: los que luchan para la protección de la Sociedad, los que rezan para la salvación de las almas, los que trabajan para el mantenimiento de la población. La función de trabajar era en el Medioevo la menos importante, pero en la modernidad fue cambiando de carácter a medida que también cambiaban los valores con el desarrollo del Humanismo. a)- El Primer Estado estaba integrado por la Aristocracia. Los nobles siguieron teniendo prestigio y privilegios, pero no poder político. Ocuparon cargos de gobierno, pero como funcionarios sometidos al rey, que los designaba y podía desplazarlos. Continuaron siendo hombres ricos, en tanto dueños de los latifundios, no pagaban impuestos, y eran juzgados por tribunales especiales. Se dividían en Alta y Baja Nobleza, según el tipo de títulos que tenían: duques, condes, marqueses, o barones y caballeros b)- El Segundo Estado era el del Clero. Los clérigos siguieron teniendo importancia por ser una sociedad donde se imponía una religión oficial; pero también estaban sometidos a la autoridad real. La Iglesia continuó siendo dueña de grandes latifundios, y sus miembros – como los nobles- no pagaban impuestos y eran juzgados por tribunales especiales. Se dividían también en Alto Clero (obispos y arzobispos), que se reclutaban entre la nobleza, y Bajo Clero (los curas de aldea), que provenían del pueblo. c)- El Tercer Estado estaba integrado por el pueblo llano , que era un sector no privilegiado. Sus miembros pagaban impuestos, y estaban sometidos a tribunales jurisdiccionales comunes, regidos por leyes más duras que las de los otros dos estamentos. En la Edad Media estuvo constituido mayoritariamente por campesinos en condición de siervos de la gleba , y una minoría de hombres libres campesinos, además de habitantes de aldeas y ciudades, hombres de oficio como herreros, constructores, ebanistas. Dentro de este sector, hacia el siglo XIII, se fue gestando un grupo con rasgos particulares, llamado a tener gran significación en los siglos por venir: la Burguesía. La Burguesía fue el sector social que se desarrolló a partir del renacimiento del comercio y la industria, desde la Baja Edad Media, y que se incrementó y fortaleció a partir del Renacimiento, en la medida en que se afianzó el sistema capitalista. El burgués capitalista constituyó un tipo humano que se diferenció notablemente del otro tipo humano del Renacimiento, el gentilhombre, el cual había heredado concepciones del medioevo. El burgués representó el espíritu del renacimiento: el individualismo, la voluntad de
poder, la necesidad de expansionarse en la acción y la creación, el gusto de la vida lujosa; pero todo ello se subordinaba y canalizaba en función del factor económico. Poseía gran espíritu de empresa, afán de riesgo y de conquista, capacidad organizadora y de mando y, por sobre todo, un fuerte poder de sugestión que le permitía influir decisivamente sobre otros hombres. También el gentilhombre era un hombre de riesgo, pero lo que arriesgaba era su vida personal. Era el individuo que emprendía operaciones militares o de piratería por afán de botín. A menudo ambos tipos humanos se unían para llevar a cabo empresas redituables: el burgués financiaba la empresa y el gentilhombre la ejecutaba; pero éste constituía un tipo cultural en retroceso, que irá siendo inadecuado para los nuevos valores económicos, mientras el burgués constituía el tipo en ascenso. Otras cuestiones los diferenciaban. El gentilhombre era un tipo fastuoso y liberal, que nada ahorraba y gastaba con elegancia, que concebía al dinero como un simple instrumento que permitía vivir bien y no un fin en sí mismo. En consecuencia, consideraba de mal gusto hacer referencia a él, y como mostrar algún síntoma de cuidado en el gasto era sinónimo de ordinariez y hasta avaricia, era muy dispendioso en el gasto. El burgués por el contrario se caracterizaba por su espíritu de orden y economía. Consideraba el ahorro como la primera virtud: ahorro de dinero, de esfuerzo, de tiempo. Era natural, por tanto, que concibiera como ociosidad todas aquellas actividades que no produjeran ganancia: diversiones, caza, banquetes. La vida debía organizarse en función de las ventajas comerciales. Su moral y hábitos se adecuaban a esas ideas: valoraba la fidelidad de los contratos; cuidaba sus modales y se prohibía beber, jugar o tener amigas, porque ello protegía la imagen y por tanto garantizaba el crédito; y si asistía a los oficios religiosos era para dar signos de respetabilidad. Cuidaba sus ingresos, porque consideraba que la riqueza se conseguía gastando poco. Cuando su posición era ya sólida aprendió a gustar de los placeres de la vida: empezó así la construcción de viviendas fastuosas, bien decoradas, con abundantes tapices, orfebrería, telas preciosas, cuadros; pero todo ello seguía teniendo un objetivo comercial, ya que la imagen de prosperidad le permitía sostener el crédito y ganar clientes. Se ha sostenido - tesis de Max Weber- que el espíritu burgués capitalista es una consecuencia de la Reforma, porque el protestantismo libera de penalidades morales el préstamo a interés, que era para el Catolicismo catalogado de usura. No puede afirmarse tal cosa taxativamente sin embargo, porque si bien ese planteo es válido para el Calvinismo, que legitimó el préstamo a interés y la adquisición de riqueza, no lo es para el luteranismo - Lutero fue completamente hostil al capitalismo-, y la moral puritana llevó implícita un ideal de pobreza. Por otra parte, ya algunos sectores de la Iglesia Católica consideraba legítima la inversión de capitales, como los filósofos tomistas que sentían cierta simpatía por el capitalismo, porque consideraban que la inversión y la riqueza eran medios que favorecían la vida humana, y en tanto estaban al servicio del hombre, servían también a Dios. Por último, las grandes familias de comerciantes y financistas italianos y alemanes desarrollaron sus actividades mucho antes de la aparición de Lutero y los demás reformadores. Sin embargo, sí puede decirse que contribuyó la Reforma Religiosa al desarrollo burgués porque favoreció el aceleramiento del cambio de mentalidad en relación al dinero en el seno de la sociedad global. Antes de la Reforma, el capitalista experimentaba a menudo cierto remordimiento de conciencia, y ello lo llevaba a la hora de la muerte a deshacerse de parte de sus bienes, que eran entregados a la Iglesia, buscándose así el perdón de los eventuales pecados en los que hubieren incurrido. Después de la Reforma, ese sentimiento fue desvaneciéndose Si bien el ideal humano de la sociedad continuó siendo el del gentilhombre, fue la
a- MAQUIAVELO: El Absolutismo Principesco Niccolo Maquiavelo (1469 – 1527), de origen florentino, tiene como objeto central de estudio al Estado , término al cual le asigna ese sentido político que tiene actualmente. Otro aporte original es la distinción entre república y monarquía dentro del lenguaje político. Tradicionalmente se conoce a Maquiavelo por cualidades como la indiferencia por el uso de medios inmorales para fines políticos, pero en realidad su obra no es tanto inmoral cuanto amoral. Las obras de Maquiavelo son más del género de la literatura diplomática que de teoría política. Escribe sobre todo de la mecánica del gobierno: medios por los que se puede fortalecer el estado, políticas para aumentar el poder del estado, errores más comunes que arruinan a los estados. No hace lugar en sus escritos a otro tema que no sea el puramente político, separa por completo toda consideración religiosa, moral o social. Considera que la finalidad de la política es conservar y aumentar el poder político, y debe ser juzgada desde el éxito o fracaso para alcanzar su propósito. Concibe a la Política como un juego de voluntades, pasiones, inteligencias, individualidades. Pero también la concibe como un arte racional y positivo que rechaza valores y fines. Entre sus obras se destacan: “Los discursos sobre la primera década de Tito Livio”, obra que trata principalmente de la expansión de la república romana. Deja traslucir su entusiasmo por el gobierno popular del tipo de la república romana. “El Príncipe”, obra dedicada a Lorenzo de Médicis (gobernante de Florencia), se enfoca en sus temas: el Estado y la figura del Príncipe. Su defensa del poder absoluto del Príncipe tiene relación directa con el rencor que siente hacia Roma y el Papa, que impide la unidad de Italia. Esta obra trata del gobierno monárquico absoluto. No se pregunta cuál es el mejor gobierno, o dónde reside la legitimidad, ni qué es el Estado o el Poder. Su obra está destinada a aconsejar al Príncipe sobre las técnicas que debe aplicar para lograr la estabilidad del reino y la permanencia del orden en su seno. Para ello postula como ideal el gobierno de un hombre fuerte – el Príncipe- , bajo la forma de una monarquía que concentre todo el poder.
1. Su concepción antropológica es negativa. Considera que los hombres, por naturaleza, son egoístas, ambiciosos y agresivos; que los hombres aspiraban a conservar lo que tenían y a adquirir más, porque las apetencias humanas no tenían límite, lo cual los colocaba en situación permanente de lucha y competencia. De allí derivaba que todo gobernante prudente debía basar su política en ese supuesto; y que puesto que el principal objetivo del hombre era la preservación de sus bienes, el gobernante podía en caso necesario mentir, e incluso matar, pero nunca saquear, porque la pérdida de bienes era lo único que los súbditos no le perdonarían. 2. Su concepción del estado es organicista. El origen del estado es natural. Surge debido a la debilidad de los hombres frente a la agresión de los demás, y a su necesidad de encontrar un poder mediador capaz de establecer el orden frente a las continuas rivalidades y agresiones de sus semejantes. Así pues, el estado debe ser fuerte para poner límite a los deseos humanos.
3. El objetivo del Estado es su preservación y engrandecimiento. De ello deriva el concepto de “razón de Estado”, que será el gran aporte de Maquiavelo a la teoría política moderna. Como el objetivo de su hacer era la preservación y expansión de su Estado, todas las técnicas que empleara en ello eran aceptables: aún los asesinatos, la crueldad, la mentira, la hipocresía. De ahí que también concebía como esencial la creación de un poder militar fuerte, para imponerse al desorden e instaurar las normas del derecho por la fuerza. El único patrón para juzgar sus actos era - afirmaba- el éxito de su obra política. 4. La forma de gobierno debía ser monárquico absoluta, porque el gobernante, para imponer la paz y la justicia a ese conjunto humano, necesitaba poseer todos los atributos de la soberanía. a) El poder de legislación es lo más importante, porque la virtud moral y cívica surgía de la ley. El gobernante es el supremo legislador. Como en base a esas leyes se modelaba las instituciones sociales, y por tanto el carácter nacional de su pueblo, resultaba que el legislador era el arquitecto de la sociedad. Con esta idea, Maquiavelo sigue a Cicerón, pero también refleja la situación histórica en la que vive, que la interpreta como necesitada de un estado y de una fuerza absoluta para vencer la corrupción que impera; b) El poder militar es, también esencial. La preparación y equipo de un ejército de ciudadanos es la primera necesidad de un estado. En consecuencia el arte de la guerra ha de ser preocupación primordial del gobernante y base del éxito de sus empresas. La fuerza integrada por los súbditos debe caracterizarse por estar bien equipada, disciplinada y unida por lazos de lealtad al estado. 5. Las características que debe reunir el príncipe para cumplir con sus objetivos son: a) Habilidad para obtener los favores de sus conciudadanos y para cuidar su reputación, pues su fortaleza se basa en la adhesión de su pueblo. La hipocresía es un deber para el Príncipe, tanto para manejar la opinión de su pueblo como para manejar las relaciones con el extranjero. b) Realismo, para actuar en correspondencia con las características de la naturaleza humana y acomodarse a ella, no fiarse de las personas que los rodean ni - mucho menos- de sus dichos y practicar el culto a sí mismo. Debe preferir ser temido a ser amado , porque la gente obedece más a quien teme que a quien ama; pero, pese a eso, debe dejar para sus subalternos la toma de decisiones impopulares. c) Destreza para acomodarse a las circunstancias. En tal sentido debe poseer la “virtu”, que es una energía a la vez brutal, prudente y despreocupada de la moral ordinaria. También debe irradiar grandeza, para ser considerado por encima de lo común, pues esto le autoriza a evadirse de la moral y de la mediocridad. d) Indiferencia frente al valor moral. Aunque prefiera el bien, si el mal le es más provechoso, no lo dejará de lado, pues debe dedicarse a defender y extender su poder por todos los medios. Se considera más allá del bien y del mal. En tal sentido, Maquiavelo es presentado como un ejemplo extremo de la doctrina de un doble patrón de moralidad: es distinta la moral para el gobernante y para el ciudadano privado. Se juzga al primero por el éxito conseguido en el mantenimiento y aumento de su poder; al segundo, por el vigor que su conducta da al grupo social.. 6. Las formas de gobierno. Respecto a las formas de gobierno reconoce Maquiavelo, al igual que Aristóteles, las tres formas y distingue como superior al tipo Mixto (el Príncipe, los
concibiendo a la soberanía como un haz de poderes, uno de los cuales es el legislativo - juris dicundo- y el otro judicial - juris dictio-, en suma, dos poderes jurídicos. Define a la República, término que equivale al Estado, como: recto gobierno con poder soberano sobre varias familias y sobre lo que les es común. De ello se deriva que entiende por república a la organización política, considerada como cosa pública, como comunidad política en general y que sus elementos son el derecho, el poder, la familia, los intereses comunes y la soberanía. El elemento derecho resulta del término “recto”, en su pensamiento la organización política es un gobierno recto, es decir un gobierno justo y legítimo, que actúa conforme al derecho. Los hombres no tienen el derecho de rebelión, deben obedecer la ley, incluso si ésta les parece injusta. La familia bien ordenada es la verdadera imagen de la república y el poder doméstico es semejante al poder soberano; exalta al poder paterno como condición para el imperio de la justicia y de la ley en el Estado. La soberanía es un poder absoluto y perpetuo, que no admite limitación temporal ni legal, no depende del asentimiento ni está sometido a la ley. El poder soberano reside en el monarca, éste es el sujeto de la soberanía. En esta concepción se percibe claramente el nexo que la une con la teoría del derecho divino de los reyes, al colocar al monarca por encima de las leyes. Por otra parte, para Bodin, si bien la soberanía es absoluta, ello no quiere decir que no se encuentre sometida al derecho natural y al divino; todos los soberanos de la tierra se hallan sujetos a las leyes divinas y naturales, no alcanza su poder a contravenirlas, si no quieren ser culpables de lesa majestad divina, haciendo la guerra a Dios, ante cuya grandeza todos los monarcas del mundo deben bajar la cabeza con sumo respeto y reverencia suma. Por último, el otro elemento que introduce Bodin en su definición de la república es el bien común, explicando que es necesario que exista alguna cosa común y pública, como lo son el dominio público, el tesoro público, los cimientos de la ciudad, las calles, las murallas, las plazas, los templos, los mercados, los usos, las leyes, las costumbres, la justicia, las recompensas, las penas y otras cosas semejantes que son comunes o públicas, o ambas a la vez, pues no existiría República si no hubiese ese algo público. A su criterio existen tres clases de gobierno, según que la soberanía sea ejercida por uno
Thomas Hobbes fue un politólogo británico del siglo XVII. Fue, un filósofo racionalista y uno de los precursores de la concepción iusnaturalista y contractualista moderna. Su adhesión a la forma absolutista de gobierno, pero bajo una fórmula desacralizada, emergida de un contrato, permite que se lo ubique - aunque con salvedades- dentro de esta posición política genérica. Los escritos políticos de Thomas Hobbes tuvieron como objetivo apoyar el gobierno absoluto del rey de Inglaterra durante las guerras civiles de mediados del siglo XVII. Pero, a pesar de adherir al partido monárquico y considerar a la monarquía como la forma más estable y ordenada de gobierno, terminó enunciando una teoría cuyos principios fueron contrarios a las pretensiones de los reyes de la Casa Estuardo. La verdadera problemática contenida en los escritos de Hobbes, fue su búsqueda de un sistema amplio que explicara, en base de los principios científicos de la época – los racionalistas- , todos los hechos naturales, incluyendo la conducta humana, tanto en lo individual como en lo social. Al tomar contacto con las teorías de Kepler y Galileo, sugirió la idea revolucionaria de que el mundo físico es un sistema puramente mecánico , en el que todo lo que ocurre puede explicarse por el desplazamiento de unos cuerpos en relación con otros. En el fondo – sostenía- , todo acontecimiento es un movimiento y todas las formas de procesos naturales tienen que ser explicados mediante un análisis de las apariencias complejas, que ponga de manifiesto los movimientos subyacentes que lo componen (Sabine). Dentro de este esquema, Hobbes procuró asimilar la psicología y la política, a las ciencias físicas exactas. 1. El Estado de Naturaleza. En cuanto a su teoría política, Hobbes partió de la hipótesis de una existencia de una etapa presocial, el estado de naturaleza, en el cual vivieron los hombres antes de la configuración de los Estados. Tal estado presocial y prepolítico constituye un presupuesto racional de su teoría política, que no se propone confirmar mediante la investigación empírica. 2. Concepción Antropológica. Hobbes considera que el hombre es un ser corrompido, egoísta que busca satisfacer sus impulsos, que arrebata lo que desea, que ejerce la libertad sólo para la conservación de su propia naturaleza, y considera que tiene derecho a hacer cualquier cosa. En ese estado presocial, en consecuencia, los hombres viven en un estado de guerra de todos contra todos , pues no hay allí un poder común ni una ley que le imponga límites.
3. Origen de la Sociedad y el Estado. Ese estado de guerra de todos contra todos es superado cuando el hombre busca organizarse en una vida comunitaria, bajo el impulso de la propia conservación. Tal organización se produce mediante la celebración de un Contrato, que constituye un convenio entre los asociados con el objetivo de fundar el Estado y crear un poder supremo. El poder supremo es entregado por la asamblea de hombres, a una sola voluntad. Implica la unidad de todos en una sola persona a quien cada uno ha cedido su derecho de gobernarse.
arbitrio, sino de un orden trascendente que el hombre puede conocer mediante la razón natural y al que debe someter su voluntad y sus actos, según afirma Rodríguez Varela. Los jesuitas en general, buscando reducir el absolutismo monárquico y correlativamente el regalismo, con el objeto de cimentar el poder papal sobre las bases espirituales ya postuladas por Santo Tomás, elaboraron teorías políticas limitativas del poder real en plena época absolutista. Esta postulación fue contemporánea a la difusión, en Francia, de planteos también orientados a limitar el poder real, obra de los hugonotes franceses, preocupados por quitar al poder político su base de sustentación religiosa, para justificar la libertad de culto. Estos planteos, surgidos simultáneamente en ambos países, evidencian una vez más la gran unidad cultural que caracterizaba a Europa, pues mientras imperaba en todo el continente el absolutismo como ideología oficial - siglos XVI y XVII- aparecieron grupos que, en distintos países y con propósitos diferentes, elaboraron ideologías contestatarias, las que sentaron las bases de una tradición constitucionalista que postulaba como ideal un gobierno representativo. La teoría política del Neoescolasticismo era de tipo «pactista». Según ella la fuente originaria del poder era Dios, quien lo delegaba «colectivamente» en «la comunidad». Tal posesión colectiva era sin embargo inviable, y se hacía necesaria la existencia de una «dirección unitaria», porque ese poder adquiría existencia efectiva cuando los «hombres», unidos en una «comunidad perfecta» o «estado», firmaban un «Pacto» y designaban a un gobernante, que podía ser un príncipe o un magistrado. Suárez insistía enérgicamente en el carácter humano de la atribución de ese poder , que emanaba del «Derecho Legítimo Ordinario» de la nación o comunidad; y con ello se oponía a las concepciones absolutistas que fundamentaban su poder en el «derecho divino». Suárez planteaba así la tesis de la «colación mediata del poder». Ese poder así concedido podía ser revocado, aunque la revocabilidad debía ser necesariamente limitada, porque en caso contrario el poder sería inestable. Las únicas razones para que el poder revirtiera a la comunidad eran: a) por extinción de la dinastía, en cuyo caso el derecho de la colectividad a recobrar el poder era indiscutible; b) porque el rey, violando el contrato, se hubiere convertido en tirano. Para este caso Suárez admitía el derecho a la rebelión, aunque lo condicionaba estrictamente: debía ser general y no limitado a una región, provincia o grupo; no debía causar males mayores a los engendrados por la propia tiranía; debía haber proporcionalidad entre los medios y los fines. Estas restricciones prácticamente anulaban ese derecho, porque difícilmente puede haber unanimidad en una población, ni puede medirse antes de la rebelión el tipo de males que ella puede engendrar. FRANCISCO DE VITORIA Vitoria (1480 – 1546) es considerado precursor del moderno derecho internaciona l. De sus obras, y especialmente de “Relecciones Teológicas”, se desprenden los siguientes conceptos, de marcada influencia aristotélico tomista: a) Considera al Estado un producto natural , no artificial, partiendo de la afirmación de la sociabilidad y politicidad del hombre. Pese a su propuesta de limitación del absolutismo real, por tanto, no se considera un antecedente de la doctrina liberal, que afirma el carácter artificial del Estado.
b) El poder proviene de Dios, quien lo delega en la comunidad, la cual colectivamente la transfiere al Rey. El poder, pues, no es otorgado a los gobernantes directamente por Dios. Dios lo entrega a la república o comunidad política - usa como sinónimos estos conceptos-, para que se gobierne y administre. Pero como el poder no puede ser ejercido por la propia comunidad, pues es casi imposible tratándose de multitudes evitar discrepancias, la administración es encomendada a uno o varios integrantes de la misma. No importa a cuántos (deja así Vitoria el tema de la forma de gobierno librada a cada pueblo) Basta pues, que la mayor parte convenga en una cosa para que con derecho se realice. No debe prevalecer el parecer de la minoría; luego, ha de seguirse la sentencia de la mayoría, resume Rodríguez Varela citando a Vitoria. Pese a no enunciar una forma de gobierno como ideal, replantea los argumentos escolásticos que presentan como más favorable a la monarquía a causa de la unidad del pode r. Al mismo tiempo, sin embargo, termina afirmando que hay más libertad en las repúblicas que en las monarquías. Tras señalar, pues, las ventajas y desventajas de cada una, no recomienda ninguna. c) El gobernante debe tomar las decisiones con la asistencia de consejeros, especialmente las referidas a la guerra. Si bien considera peligroso dar cuenta de los asuntos públicos a todo el pueblo, quiere en cambio que el gobernante busque consejo, de tal manera de no adoptar decisiones funestas y caprichosas. d) Si el gobernante se aparta del orden natural y vulnera el bien común, corresponde plantear resistencia, puesto que la autoridad ha devenido en Tiranía. El derecho de resistencia a la opresión es legítimo, afirma Vitoria siguiendo a Tomás de Aquino, pero debe ser ejercido con prudencia , no deben derivarse de él males mayores a los producidos por la tiranía que quiere derribar. Distingue Vitoria dos tipos de Tiranía, siguiendo el modelo de Tomás de Aquino: el primer tipo es la tiranía del usurpador, donde el gobernante se tiene a sí mismo por rey y no lo es por derecho. El segundo tipo, es la tiranía de régimen, donde el legítimo señor gobierna tiránicamente buscando su propio bien y la ruina para la república. FRANCISCO SUÁREZ Suárez (1548 – 1617) enuncia una serie de principios tendientes también a establecer límites al poder real, dentro de la tónica del pensamiento Neoescolástico. a) El hombre es creado por Dios, quien imprime en él su naturaleza social y política, aquella que lo empuja a vivir en una comunidad con un orden establecido. Así, la comunidad es el medio por el cual Dios otorga el poder al gobernante. b) Como el Estado surge de la unión voluntaria de familias, cada uno de sus miembros asume la obligación de aportar al bien general; contiene el poder natural y necesario de regir a sus miembros para ese bien general, es decir que tiene esta sociedad civil el poder de gobernarse a sí misma y a sus miembros. Ese poder es el que le concede al gobernante. c) El poder del gobernante, se basa en un cuasicontrato, pues es necesario que sea concedido por consentimiento de la comunidad.